Hay cosas que están predestinadas a salir mal y esta claramente era una de ellas.
Ocurrió en un club nocturno de la isla de Ibiza. Un empleado de la discoteca (lleva puesto un pinganillo) se dispone a servir a unos clientes una botella de champán de 34.000 euros. La expectación es máxima y justo cuando la abre, se le cae al suelo.