El suceso tuvo lugar en un vuelo de Singapore Airlines entre Adelaida (Australia) y Kuala Lumpur (Malasia). Ante la activación de las alarmas de humo, los pilotos decidieron llevar a cabo un aterrizaje de emergencia en Bali.
Una vez en tierra, al inspeccionar el interior del aparato y no encontrar ni rastro de fuego, se dieron cuenta de que la alarma se había activado por las flatulencias de las 2.186 cabras que viajaban a bordo. Tres horas después, el avión despegó de nuevo hacia su destino y aterrizó en Kuala Lumpur sin tener que lamentar ninguna otra incidencia.