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¿DÓNDE ACABARON LAS PIEZAS?
Todos hemos jugado de pequeños (y no tan pequeños) con Lego. Sus piezas, muy pequeñas a veces, te hacían un daño tremendo cuando las pisabas descalzo e incluso eran fáciles de tragar si las dejabas cerca de un niño lo suficientemente pequeño.
Los padres se alarmaban si su hijo se tragaba una de estas piezas y se ponían histéricos pensando que era el fin del mundo pero ¿qué pasa realmente si te tragas una pieza de Lego?
Recientemente un equipo de seis médicos británicos y australianos ha realizado el experimento y tienen la respuesta. Decidieron tragarse cada uno una pieza de 10 mm por 10 mm y observar el tiempo que tardaban en expulsarla.
El trabajo ha sido publicado en el especial de navidad del Journal of Paediatrics and Child Health, una edición en la que se suelen publicar los estudios más locos.
La intención del estudio era tranquilizar a los padres y parece que lo consiguieron. Según los resultados del experimento cinco de los participantes lograron recuperar las piezas de Lego y tardaron un promedio de 1,71 en expulsarlas. Sólo uno de las pediatras no encontró nunca la pequeña cabeza de Lego que se había tragado, a pesar de pasarse dos semanas rebuscando entre sus heces.
Los resultados fueron concluyentes y en la opinión de estos pediatras no hay nada que temer ya que el sistema digestivo consigue deshacerse de pequeños objetos de plástico de forma bastante rápida.