Este artista tatuador ruso durmió a su gato esfinge llamado Demon y le hizo una serie de tatuajes. Primero le dio unas pastillas para dormirle y después le tatuaron una prisión, una mujer con cartas, cigarros y alcohol.
Este complejo tatuaje se une al que ya tenía de carpe diem en el pecho.
La gente en redes sociales está echando humo y criticando la actitud de este tatuador llamado Aleksandr.
También desde varias organizaciones de defensa de los animales aseguran que los gatos tienen una piel muy sensible y que cualquier herida les produce mucho dolor, además que ponerle anestesia a un gato es muy peligroso para su vida.