Un buen día, Tony Sellers acudió a la residencia de ancianos a visitar a su madre. Cuál fue su sorpresa, que ella no se encontraba allí. Al principio, pensó que quizás estaría cenando o dando un paseo, pues no era ella muy dada a salir del recinto. Sin embargo, la casi octogenaria anciana, había escapado del asilo para... ¡HACERSE UN TATUAJE! Al parecer, la hija de Tony había pasado a recoger a su abuela y juntas fueron a tatuarse.
¿El resultado? Este sutil pero atrevido corazoncito en su brazo izquierdo: