¡QUÉ BENDICIÓN!
Las redes se debaten entre la simpatía y la sospecha de un creador de contenido que aparenta ser un fanático religioso al mismo tiempo que pide cosas gratis en establecimientos a cambio de publicidad, una táctica que en España no huele muy bien por personajes de la calaña de Borja Escalona.
"Quién es JH de la Cruz" fue la pregunta estrella en la noche del estreno de los Squidgames, porque todo el que le vio llorar desconsolado por su eliminación el primer día dudaba si lo que estaban viendo era real o un personaje. Y la respuesta no es fácil.
Colombiano, de 27 años, él mismo cuenta sin reparos que gran parte de su vida se ha repartido entre orfanatos con severas normas y largos períodos como sintecho. Las penurias que describe cuando estuvo en una institución que atiende a jóvenes sin familia son escalofriantes, y le dieron una perspectiva muy limitada del mundo real. "Fui a un restaurante sin saber que me pedirían dinero para la comida, así que empecé a buscar en la basura", explica conmovido. Algo que le pasa mucho, por cierto.
Tras varias escapadas de los albergues (donde decía "simular" su buen comportamiento para ganarse la confianza de los responsables), acabó con sus huesos en un hogar de acogida. Allí intercambiaba alimento y cobijo por acompañar a su benefactora en sus visitas a la iglesia, un hábito que convirtió en un aparente descubrimiento de la fe.
Así empezó como predicador alternando en trabajos en el campo, y en 2019 se estrena en redes sociales para propagar su mensaje cristiano, siempre muy emotivo. Al estrenarse en TikTok, dos años después, es cuando de verdad explota como influencer. Sus cambios de humor son los que de verdad fascinan a los seguidores, pasando de la euforia al drama en segundos.
"No me sé las tablas de multiplicar ni el abecedario", explica en algunas entrevistas recordando a menudo sus orígenes humildes. Eso sí: ya quedaron atrás, porque ahora presume de teléfonos de última generación y sube, sin exagerar, hasta 80 vídeos al día. Si te parecen muchos, que sepas que tiene como meta subir mil vídeos diarios: "Si están cansados, los voy a cansar más".
La estrategia de subir por subir le ha valido cerca de tres millones de seguidores en la plataforma musical, 200.000 de ellos ayer mismo, tras su fugaz paso por los Squidgames. El tono graciosete es lo que convence a sus nuevos fieles, pero otros apuntan a sus cuestionables tácticas de 'publicidad'.
Como un Borja Escalona sudamericano, tiene como costumbre abrir directos en centros comerciales, acercándose a tiendas y pidiendo que le regalen cosas a cambio de publicidad. Si no se lo conceden, en ocasiones entra en cólera y boicotea marcas tipo Apple bajo el lema "No al aifon".
El remate de los que sospechan de él es el de sus exigencias para encontrar pareja, ya que debe ser una mujer muy hermosa, esbelta y de ojos verdes. Todo porque se considera "muy bello, simpático y atractivo, literal", algo que no pega mucho con sus discursos religiosos. Tampoco lo hace su tienda online JH Luxury, donde vende zapatillas de "high quality guaranteed" (con un logo sacado de Google) y asegura, con stickers de su cara, que los estándares de la marca son "alta calidad, integridad y bendición".
Con la frase recurrente de "Que bendición" (sin tilde el que), no queda claro si lo que vemos en sus hiperactivas redes es una parodia, un personaje o una persona de verdad. Y lo peor es que quizá ni él mismo lo sepa todavía.