SONORAMA RIBERA 2023

¿Cumplió mis expectativas el Sonorama Ribera? Así es el festival de mayor culto de España

Existen otros festivales más grandes, con carteles internacionales mareantes, en grandes ciudades, con escenarios maravillosos o junto a apetecibles playas pero ninguno es tan mítico ni tiene el encanto del Sonorama Ribera.

Concierto de Anabel Lee en la Plaza del TrigoEFE/Paco Santamaría

Tras años escuchando hablar del Sonorama Ribera finalmente decidí ir y ver si todo lo que la gente decía era cierto. Me he recorrido la península ibérica yendo a más de 35 festivales de música, entre otros, al FIB, BBK Live, Mad Cool, Low Festival, Viña Rock, DCODE, Primavera Sound Oporto, Rio Babel y O Son Do Camiño.

Tengo bastante experiencia y quería experimentar personalmente si esa magia del Sonorama Ribera, que lo hace diferente del resto de grandes festivales, era real. La respuesta rápida y sencilla es que sí, desde la música a todas las cosas que lo rodean suman para hacer de este festival algo diferente.

Es el festival número uno de indie español pero va camino de convertirse en el festival de música española número uno si continúan ampliando sus horizontes sonoros para incluir más grupos de rock y urbanos.

"Llevo muchos años escuchando a mis admirados colegas del rock independiente español (y son muchos) hablar maravillas del @sonoramaribera", decía Drexler en Instagram sobre su conciertazo en el Sonorama y yo me sentía igual con mis amigos, tuiteros y periodistas musicales que llevaban años disfrutando del festival.

Son muchas las piezas que encajan en este festival para hacerlo tan mítico y diferente. Para empezar al celebrarse en una ciudad pequeña, como ocurre con Villarobledo y el ViñaRock o Viveiro y el Resurrection Fest, se produce una comunión entre la gente de Aranda del Duero y los asistentes que no vives en los macro-festivales que se celebran en las grandes ciudades o en las ciudades veraniegas del levante.

A esto hay que sumar que es un festival independiente que está organizado por la asociación cultural, y sin ánimo de lucro, Art de Troya, a mediados de agosto de cada año, desde 1998. La sensación de estar viviendo algo grande pero a la vez pequeño e independiente te hace ver el festival de una manera diferente, a otros festivales gigantescos cuyas entradas cuestan mucho dinero les exiges mucho más tanto musicalmente como a niveles de organización mientras que en el Sonorama valoras más tanto el ambiente como la experiencia.

Por un lado tienes los conciertos de día en la plaza del Trigo, de la Sal y el Charco en un agradable parque de la ciudad. Por otro lado tienes el recinto que se encuentra a 30 minutos andando del centro si quieres darte un paseo o mucho más cerca si quieres ir en autobús y en el que tienes conciertos de tarde y noche durante cinco días.

La jornada del miércoles había una fiesta de disfraces y sólo estaban abiertos los dos escenarios pequeños pero fue un lujo poder ver en directo a Delafé y las Flores Azules, Mr.Kilombo, DePedro o Veintiuno entre otros. Ya ese primer día con toda la gente disfrazada me hizo ver que estaba ante un festival diferente y esa sensación se confirmó del todo cuando al día siguiente pasé la mañana paseando por el centro de Aranda con mi pareja, tapeando, bebiendo, dejando que nos mojaran con pistolas de agua y disfrutando de los distintos escenarios que hay por repartidos por la ciudad.

Cualquiera de mis crónicas de otros festivales empezarían hablando de los cabezas de cartel, de mis conciertos favoritos y del ambiente general del recinto pero en el Sonorama estamos hablando de disfraces, guerra de pistolas de agua, conciertos en la plaza de un pueblo y paseos por un parque con un vino en la mano por encima de los conciertos que fueron muchos y muy buenos.

Me encantaron Lori Meyers el jueves, Jorge Drexler, Vetusta Morla y La Pegatina el viernes, Wilco y Arde Bogota el sábado pero sin duda el concierto más espectacular e impactante del festival fue el que dio Amaral interpretando sus 26 mayores éxitos para repasar 30 años de carrera.

El Sonorama es uno de esos festivales a los que dan ganas de volver y de comprar las entradas con los ojos vendados sin saber cuál va a ser el cartel. Pero si tuviera que hacer una sugerencia musical a la organización sería que continuaran en la linea del concierto de Amaral y pudieramos ver en próximas ediciones a gente como Estopa, La Oreja de Van Gogh o Fito y Fitipaldis dando conciertos especiales.

No es oro todo lo que reluce y este festival tampoco es perfecto. Hay momentos puntuales en que en el recinto hay demasiada gente cuando intentas ir al baño tras un concierto grande, entrar en la plaza del Trigo es una odisea, se está mucho mejor en el Charco, y conseguir alojamiento es tarea imposible salvo que lo hagas con muchos meses de antelación.

Sin duda mi impresión general del Sonorama Ribera no puede ser mejor, y eso que estuvimos durmiendo en camping sin las comodidades de una casa o un hotel. Parece que 2023 puede ser el año en que comienza mi romance con el Sonorama al que espero poder volver más veces.

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