REVISTA NUEBO
Álvaro Lafuente, más conocido como Guitarricadelafuente, quiere ser más que ese chaval que canta y toca la guitarra. 'La cantera' (Sony, 2022), su primer larga duración, es un ambicioso -y barroco- compendio de folclore de todas las latitudes donde recuerdos y artificios se abrazan con ensoñación adolescente.
Vivimos instalados en la era de la velocidad. El público demanda (o eso dicen) contenido de rápida digestión, que consuma el menor tiempo posible. La cantidad abrumadora de lanzamientos musicales que se suceden semana tras semana nos ha instaurado en la creencia de que la música es un mero objeto, otro más, de consumo rápido. Las canciones salen, se ponen de moda y en tres meses resulta casi vergonzoso volver a reproducirlas. Una angustiosa celeridad absolutamente consecuente con la era del reel, del like y del meme. Por eso es una deliciosa anomalía encontrarse con artistas como Guitarricadelafuente, a los que les gusta cocinar sus platos a fuego lento y con mimo. Álvaro Lafuente Calvo (Benicàssim, 1997) se dio a conocer en 2018 gracias un puñado de canciones totalmente autoproducidas y difíciles de clasificar -temas como 'El conticinio', 'Guantanamera' o 'Agua y mezcal' que gozaron de una tremenda popularidad casi desde su mismo estreno. Después llegarían sus colaboraciones con Natalia Lacunza o Silvana Estrada. Y, a partir de ahí, millones de streams que vinieron acompañados también por carteles de "todo vendido" colgando en las puertas de sus conciertos por todo el país. Su asalto a los cielos del mainstream parecía inminente.
Sin embargo, su disco de debut se ha hecho de esperar, y no ha sido hasta casi cuatro años después que por fin podemos disfrutar de 'La cantera'. "Estoy bastante contento de que salga a la luz. Me había acostumbrado tanto a estar esperando, diciendo que iba a sacar un disco… hasta 2020 todas las canciones que iba subiendo y publicando las producía yo solo en mi casa. En ese momento tenía apenas cinco canciones y la gente sólo conocía ese atisbo de mí. Sentía la necesidad de tener mi trabajo consolidado o compilado en un objeto físico". Álvaro se ha tomado su tiempo para tener listo el álbum que realmente quería hacer, y para ello ha contado con la inestimable ayuda del productor Raül Refree: "No se me ocurría otra persona mejor. Cuando salió 'Los Ángeles' de Rosalía para mí fue revelador. Fue de los discos que más me llegaron e impactaron. Vi que era posible hacer que la música de raíz, más tradicional, al mismo tiempo sonara contemporánea. Fue como escuchar la voz de un ángel y la guitarra de un maestro. Tenía claro que quería trabajar con Raül. Pero no sólo por Los Ángeles, también por su trabajo con Silvia Pérez Cruz. Si escuchas los discos en los que han colaborado se ve la sensibilidad y el gusto de Raül, sobre todo en los arreglos, que creo que permiten que las canciones sean mucho más timeless, que perduren en el tiempo. Yo fui con el planteamiento de crear un disco basado en guitarra y voz e inspirado en la música tradicional, pero abandonamos ese punto de partida muy rápido".
La primera canción en la que trabajaron juntos fue Desde las alturas, que vio la luz en marzo de 2020, justo al principio del confinamiento: "Ahí me di cuenta de las posibilidades que podía tener el trabajo de la mano de Raül y que el camino que quería tomar era otro Yo estaba acostumbrado a grabar en mi casa. Y soy muy meticuloso, muy hijo de puta. Si alguien me movía algo del sitio me hervía la sangre. Había decidido trabajar con Raül para que él vistiese las canciones, pero cuando tienes una canción tan concebida dentro de ti… pues me inquietaba. Pero al mismo tiempo me fascinó. Creo que hubiese desaprovechando una oportunidad si hubiese hecho algo más fácil, si me hubiese limitado a hacer un disco de guitarra y voz. Tenía otras inquietudes y quería explorar todas las posibilidades. Las canciones que ya estaban escritas fueron tomando otro significado. Por eso creo que ha sido tan largo el proceso de construcción del álbum. Para definir bien el camino a tomar. Como si fuese una plaza en que se han juntado muchas cosas y a partir de aquí se pueden tomar muchas veredas. Cada canción ha tenido su reposo y sus versiones para poder retomarlas con el tiempo y ver qué sentido tienen entre ellas".
Un exhaustivo trabajo de estudio que se traduce en un sonido verdaderamente desbordante, repleto de efectos e incontables texturas. "En canciones como 'Mil y una noches' o 'Antes de que quieras olvidar' no cabían las pistas en el programa. Empezamos a sacar samplers con fragmentos de canciones que ya habíamos grabado para crear nuevas canciones. En 'Redondico (como los albaricoques)' la base que suena es mi voz procesada. En este disco también por primera vez que he empezado a componer con el piano… Me siento mucho más a gusto, y con más confianza. He visto que quiero hacer todo. Ahora que tengo esto acabado siento que me he abierto muchas puertas. Hace dos años no hubiese pensado que podría haber llegado a hacer un disco de estas características. Y no sé que podré estar haciendo dentro de cinco. He aprendido a trabajar de muchas formas diferentes y he aprendido muchísimo de Raül”.
Pero más allá de sonoridades o procesos compositivos, 'La cantera' es, sobre todo, una carta de amor a Las Cuevas de Cañart, el pueblo aragonés de sus abuelos donde pasó los mejores veranos de su vida: los de su infancia y juventud. "Tengo un vínculo emocional muy fuerte con ese lugar porque he pasado gran parte de mi vida allí, con mi familia y amigos. Allí empecé a tocar y a escuchar música. Y a aprender de la gente que tenía alrededor. Mi casa de Cuevas estaba muy vinculada a la música. Estaba llena de bandurrias y de guitarras. Mi abuelo era profesor de jota y mi bisabuelo Clemente también fue músico. La que era de Cuevas era mi abuela, la hija de Clemente. Tengo grabada la imagen de salir de mi casa y verle tocando la bandurria en la terraza. O que viniera alguien a afinarle las bandurrias. Mi primer recuerdo musical fue mi abuela enseñándonos los acordes de una jota (tararea), pero me parece demasiado bonito para que sea verdad. Ese espíritu, ese amor por la música, se nos inculcó en mi casa de Cuevas desde muy pequeños. Todas las claves están ahí. Comíamos con la familia y después subíamos al granero a tocar. Mi hermana, mis primos y otros amigos que se unían. Uno de ellos era Enrique, que es amigo mío de toda la vida y que a día de hoy toca conmigo. Uno cogía un cajón, otro una guitarra… Se creaba una atmósfera demasiado idílica para ser real. Poder tocar en familia me ha permitido tener esta motivación y este ímpetu por cantar y por expresarme mediante el lenguaje musical. También hacíamos jam sessions en la piscina del pueblo. Nos daba igual quien tocase. Era una excusa para juntarnos. La primera vez que canté en público fue en una de esas que me subí con mi hermana y tocamos 'The House of the Rising Sun' o 'Tu frialdad', no me acuerdo. Haber crecido allí y que eso haya coincidido con el momento en qué empecé a tocar y a escuchar música ha hecho que este lugar me acompañe a todas partes. No el sitio físico en particular sino lo que conlleva. La cantera es una forma de rendir homenaje a ese pueblo y todo lo que me ha dado".
De alguna forma, la localidad turolense se ha convertido en el imaginario de Guitarricadelafuente en una suerte de Macodinto; un lugar ficticio donde la música se manifiesta casi como un elemento de realismo mágico. Porque más allá de jotas o canciones de Labordeta, aquí resuenan referencias a todo tipo de músicas de raíz que nada tienen que ver con Cuevas de Cañart. "El folclore latinoamericano o el de otras regiones de España... o Bon Iver, o Caetano Veloso... para mí todo confluye en Cuevas. Incluso la música cubana. Mira que Cuba es un lugar que no he pisado en mi vida y conozco por las películas que me monto en mi cabeza… que a veces parece que Cuevas sea una especie de Cañaveral y no es así. A mí me interesan mucho los viajes de ida y vuelta. El intercambio cultural entre España y Latinoamérica que ha enriquecido todo ese folclore que tenemos en común, con las particularidades de cada país. La rumba, las guajiras, las colombianas… Eso está muy presente en canciones como 'Amanita'. Realmente estoy hablando de Cuevas pero hay referencias a la Macorina de Chavela Vargas, a mi patria chica, al matarile, a la suerte en el viaje, a los que van y los que vuelven en los barcos de inmigrantes… Yo el folclore latinoamericano lo conocí en Cuevas, así que me remite allí. Con este disco he sentido como que he construido una casita donde conviven todas esas músicas".
Así, 'La cantera' remite a un hogar, tan concreto como imaginario, en el que tan pronto se escucha 'Capitana de la tropa aragonesa (La Filipina)' como la 'Danza húngara Nº 5' de Johannes Brahms ('Quién encendió la luz'). Esa idea de fantasía bucólica, de verano rural eterno, viene acrecentada por el aspecto visual del proyecto. Gran parte de sus espectaculares videoclips, todos ellos dirigidos por Pedro Artola, están rodados en Cuevas. También ayudan las obras del ilustrador Pepo Moreno, que aparecen en las portadas de los singles y el interior del vinilo y que guardan una extraordinaria similitud con las pinturas del artista alemán André Butzer. Tienen algo muy infantil que entronca con el imaginario tradicional, con la inocencia del pueblo. Pero dándole una vuelta de tuerca. 'La cantera' representa el relevo de la juventud en cada generación. Siempre va a haber una cantera, una generación venidera. Para mí el sentido de la historia que quería contar es el acercamiento de la gente de mi generación a las músicas más populares o tradicionales. El concepto que me parece más interesante es pensar que la cantera de ahora estamos cogiendo las experiencias que nos han contado nuestros abuelos para transformarlas y trasmitirlas a las canteras futuras. Vamos a vivir nuestras experiencias y vamos a crear nuestro propio folk, que será el folk del futuro".
Por Tomás Mayo