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NOS DAN SU VISIÓN DESDE ANDREA LEVY A CARLOS SADNESS

Por qué nadie entiende la música trap más allá de los 30 años

¿Quienes son esos chavales con pinta rara, esos macarrillas que cantan esas letras mediobobas, machistas, violentas, absurdas, sobre esas bases extrañas, con esas ropas inaprensibles por el intelecto? No lo entiendo, ni siquiera entiendo su forma de producción de vídeos en YouTube: cambian de nombre, se juntan unos con otros, ponen los títulos en mayúscula. Yung Beef, por ejemplo, ¿es guapo o feo? ¿Ternera joven? ¿Kinder Malo? ¿Pimp Flaco? ¿Qué tipo de nombres son esos? ¿Por qué sesean? ¿De dónde salen esos aires caribeños? ¿Son genios u horteras?

Kinder Malo y Pimp Flaco en el Sonar 2017Sonar 2017

Continúo las preguntas. ¿Qué es ese uso a discreción del vocoder? ¿Y esos ritmos? ¿Son de verdad gente de barrio, venden droga, o es solo una pose? ¿Si van de pobres por qué luego les pirra la ropa de marca y desfilan para Calvin Klein? ¿No tienen conciencia de clase? ¿Les da todo igual? ¿Me gustan estos tipos o me horripilan?

No tengo la menor idea. Pero sobre todo, ¿por qué no puedo dejar de mirar sus vídeos compulsivamente?

Nací en 1980, tengo 36 años, y creo que no entiendo del todo eso del trap. Por eso lo frecuento, lo observo, lo estudio, a la manera de los antropólogos. Yo esto lo tengo muy hablado con la gente de mi quinta: podían habernos echado todo el nuevo punk que quisieran, el crust, el grind, el metal extremo, más raperos jóvenes, florecientes generaciones de bandas indies, el ultimísimo grito del techno, todo eso lo podíamos ir asimilando sin mayores problemas.

Al fin y al cabo, nos hemos criado con estos estilos, lo que facilita deglutir cualquier nueva variante o evolución que proponga la chavalería. Pero, entonces, llega el trap y produce un salto cualitativo, o un cambio de paradigma, que diría Thomas Kuhn.

Las reglas han cambiado y dentro los marcos conceptuales de los nacidos en los 80 (o antes) no acaba de encajar bien esto del trap. Igual podemos intuir algo, quedarnos en la superficie, pero el caso es que nos hemos convertido de golpe y porrazo en abuelas.

En aquellas, que se manifestaban en las puertas de los conciertos de los Sex Pistols, pero ahora disimulando y tratando de pillar la ola, avergonzadas. Por primera vez estamos fuera de onda, y lo que vendrá. Hay que ver cómo está la juventud, que ni sabe cantar.

Y LLEGARON LOS PLANETAS Y LOS POLÍTICOS

Resulta que se han producido dos sucesos que tienen que ver precisamente con estos tránsitos intergeneracionales del trap. Por un lado, Los (sacrosantos) Planetas han sacado un tema de esos que hacen historia, 'Islamabad', inspirado en otro tema de Yung Beef ('Ready pa morir').

Leyendo los comentarios de YouTube que ha generado el vídeo se ve que muchos han entendido que haciendo esto J. y los suyos, popes del indie patrio, han dado carta de naturaleza y bendiciones al (por muchos denostado) género del trap. Ya nos podemos tomar el trap en serio, también los mayores, lo dicen Los Planetas (que en su día, por cierto, también nos informaron de que el flamenco molaba).

El otro suceso fue la asistencia de la vicesecretaria de Estudios y Programas del Partido Popular (PP), Andrea Levy, y el músico Nacho Vegas (Podemos), entre otros, a un concierto de Pimp Flaco y Kinder Malo en el club madrileño Ocho y Medio.

Algunos tiraron a comentar, sin mucho tino, por el lado rosa del asunto, otros que si la izquierda y la derecha, pero lo verdaderamente importante de este asunto es algo es más transversal: ver cómo estas generaciones más talluditas, entre las que me cuento, digieren esa cosa llamada trap.

Me puse en contacto con Andrea Levy (nacida en 1984) que, muy rápida y amablemente, me relató su breve relación con el trap.

"Fui a aquel concierto para conocer el fenómeno. Los de la sala me dijeron que era un género de mucho éxito, que produce 'sold outs' continuos, que mueve a mucha gente, y quería conocerlo de primera mano", me dijo.

"Creo que nos llevamos demasiado las manos a la cabeza, porque tienen letras agresivas, con tacos e insultos, pero eso se ha visto en rap de toda la vida, piensa en Tupac en los 90. Solo que muchos raperos tiraron hacia el lujo y la ostentación y este trap parece más de barrio, de losers, de tiraos. No soy muy experta, pero dentro de lo que vi hay cosas muy crudas pero también cosas que podrían ser de Andy y Lucas", me contó.

¿Se hará Andrea Levy trapera a partir de ahora? ¿Llevará el trap a la sede de la calle Génova? "Creo que con los estilos de música que sigo ya tengo suficiente, pero me pareció interesante", confiesa.

También traté de contactar con Nacho Vegas para recabar su opinión, pero el artista prefirió no participar.

EL TRAP ESTÁ MÁS CERCA DEL INDIE

Carlos Sadness (nacido en 1987) ha compartido camerino con Kinder Malo y Pimp Flaco. Descubrió el trap español con el vídeo de Yung Beef, '¿Qué hacemos, nos matamos?'.

"Obviamente, me quedé loco, no cumplía los parámetros que había que tener en el rap para ser bueno, pero era muy bueno. Y, además, me gustó escucharlo, algo que no me pasaba con el rap español desde antes del 2010", afirma.

"Creo que lo que llamábamos 'bueno' o 'hacerlo bien' había caducado, nos había aburrido, quizás porque ya no daba más de sí, y necesitábamos que el género nos aportase otro tipo de cosas, más que calidad musical o skills: naturalidad, extravagancia y personalidad. Para mí, el trap bueno tiene esas tres cosas, pero se llenará de gente forzando esas características, porque como pasa en el rap, parece sencillo hacerlo y lo quiere hacer todo el mundo", añade.

Dice Sadness que entiende el pique entre raperos y traperos, generaciones diferentes, y cree que el trap está más cerca de lo indie que el rap clásico.

"Esta gente se ha cargado todos los cánones puristas que repetían 24/7 las sectas del hip hop puro", explica, "precisamente por cargárselas han subido como la espuma. Una vez más se demuestra que para avanzar, hay que dejar de hacer caso a los abuelos. Está guay respetarles, pero ellos ya vivieron su guerra y rompieron sus reglas", asegura.

EVOLUCIÓN DESDE EL BAKALAO

Eme DJ, nacida en 1982, también estuvo en el concierto de marras y tiene sus críticas al género.

"Los traperos son la evolución del bakala de toda la vida: chándal, actitud de malote, chonismo. Musicalmente, hay cosas que me gustan mucho, pero tanto vacilar, tanto trapicheo y tanta droga al final me fastidia un poco que todo gire en torno a la polla de un trapero en las letras", cuenta.

Admite que en algunas letras de Pimp Flaco y Kinder Malo hay bastante cultura y subcultura, "y en Cecilio G hay toda una declaración de intenciones muy punk, además está todo el rollo del Do It Yourself que eso siempre mola".

En cualquier caso, salvo algunas excepciones masculinas, se queda con el trap femenino: Mueveloreina, Bad Gyal y Ms Nina.

"Y un puesto de honor para Gata Cattana [recientemente fallecida], que sin ser trap ha hecho que muchas sigan sus pasos feministas, su lírica, su flow, su cultura y su discurso", afirma.

Hay quien no ve en todo esto prejuicios generacionales, sino otra cosa.

"No diría que esto es una cuestión generacional sino de clase", dice Fruela Fernández, nacido en el 82, poeta e investigador de la cultura en procesos de cambio político de la Universidad de Newcastle (Reino Unido).

"Es la clase media que anida en nuestro interior, sobrepasado eso el trap es muy disfrutable. Tampoco veo que haya una ruptura muy grande: si te gusta el rap quinqui que hacen El Coleta o Jarfaiter no veo tanta distancia con lo que hacen Khaled o Dellafuente", expone.

"Sí, hubo mucho indie escandalizado porque Los Planetas versionearan a Yung Beef, pero creo que eso habla mucho más de su prejuicio como grupo social. Ahora que la clase media encuentra más dificultad para definirse económicamente por el desfondamiento laboral, son este tipo de prejuicios los que nos dan una cierta sensación de estabilidad como grupo", finaliza.

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