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Un paseo comentado por los barrios
Sobre la actitud del paseante se ha escrito mucho. Le Breton decía que no es lo mismo caminar que pasear. Benjamin acuñó el famoso término flâneur para dar forma al hombre ocioso que sale de casa cuando nadie le obliga para seguir su inspiración, “como si el solo hecho de torcer a derecha o a izquierda fuera en sí mismo un acto esencialmente poético”. Baudelaire también paseaba por París, sumido en el spleen, saboteando el tráfico y los comercios, henchido de melancolía por la ciudad en transformación.
Menos, pero también, se ha escrito sobre la flaneuse. Janet Wolff se dio cuenta de que la figura central del paseante en la literatura había sido masculina, por lo que se requería una sociología feminista de la modernidad para complementar esos textos. Desde los ojos de la mujer paseante se piensa la ciudad de una manera diferente, con otras prioridades sobre el uso del espacio público.
Heidegger decía que habitar es una forma de pensar. Wolff, que el caminar no es solo una actitud física, sino un ejercicio crítico. Rebecca Solniz proponía “pensar el caminar como una herramienta y un reforzamiento de la sociedad civil, capaz de resistir ante la violencia, el miedo y la represión”.
Con todas esas herramientas en el bolso, flâneur y flaneuse se echan a la calle a remirar la ciudad. Pasear es una actividad opuesta a hacer turismo. Para aquellos que necesitan ver la ciudad —masificada, turística— con una perspectiva que aligere ese espeso cortinaje y les reconcilie con el urbano, se proponen los paseos en grupo comentados. Es una experiencia que crea comunidad, genera conocimiento y desentraña el obtuso tejido de información acumulada sobre calles y barrios.
“Lo que me parece interesante de los paseos es que te descubren un montón de capas de la ciudad que tú misma no imaginabas que estaban ahí”, explica Claudia González, del equipo de CiudaDistrito del Ayuntamiento de Madrid. CiudaDistrito es un programa de este ayuntamiento que descentraliza la cultura y complementa las programaciones de las juntas municipales con propuestas que ponen en valor la diversidad de los barrios. En parte por su trabajo y en parte porque le apasiona, Claudia ha asistido a más de una decena de paseos guiados y comentados.
“Las construcciones de las ciudades suceden durante muchos años y muchas vidas, se van mezclando lo personal con los acontecimientos históricos y se crean esas capas que, como si fuera una excavación arqueológica, se van quedando enterradas”.
Lo que diferencia este tipo de paseos antiturísticos, vecinales y colectivos, que en los últimos tiempos proliferan en muchas ciudades, de la propuesta de Walter Benjamin y Baudelaire —de vagar sin rumbo fijo, a manera de deriva, como hacía también la flaneuse y escritora Elvira Navarro en su blog ‘Periferia’— es la propuesta temática. “Es bonito que tengan un motivo porque es una especie de investigación, por ejemplo ir viendo cómo se construyen los relatos desde la memoria femenina o la memoria musical de un barrio”.
Dos colectivos que realizan paseos en esa clave feminista son La Liminal y Herstóricas. El primero de ellos propone una ruta urbana por el barrio de Pacífico en Madrid en clave feminista, y otra por la huella de la vida obrera en el barrio de Lavapiés, con las cigarreras de Madrid como protagonistas. Herstóricas comenzó sus paseos en Londres, recorriendo lugares que fueron testigos de las acciones de las Suffragettes.
De allí, pasaron a hacerlos en Granada y en Madrid. El trabajo doméstico, los espacios con agua, los mercados, los oficios femeninos y el desarrollo de la educación femenina se abordan en el paseo ‘En busca de las granaínas’. Nombres de mujeres mujeres artistas, activistas o escritoras que han dejado su huella, a veces difuminada, en la historia local salen a relucir en ‘Granaínas y vecinas’.
“Surge de la necesidad de encontrar espacios culturales donde vernos reflejadas”, explica Sara López, una de las tres integrantes de Herstóricas. “Cuando haces recorridos urbanos o eres usuaria de servicios turísticos te das cuenta de que te falta la historia de la otra mitad de la población, hay muchas historias de mujeres que no tienen placas o no aparecen en los libros de texto”.
Lesbianas y bisexuales célebres que pasaron por Madrid y la historia de la lucha de este colectivo es el hilo que mueve uno de sus paseos. Una historia colectiva de las mujeres vallecanas, otro. “Aunque en el ámbito académico la historia de las mujeres está desde los años 70, no acaba de filtrar al resto de la población”, dice Sara. Mediante los paseos que este colectivo realiza desde hace dos años, ese panorama cultural se va modificando poco a poco.
Las Herstóricas se sienten “facilitadoras” y no guías. “El paseo tiene que ser relajado. Cuando paseas necesitas un tiempo para la reflexión, también para el diálogo. Nosotras facilitamos la parte de la base histórica del paseo y lo abrimos a que todo el que venga, siempre respetando a la persona que tiene al lado, dé su opinión, cuente su experiencia propia o de personas que le han precedido”.
“La gente siempre aporta”, dice Claudia González. Este nuevo tipo de paseos quiere romper con el símbolo de autoridad en el conocimiento que supone el guía turístico. No busca la información detallada del experto sino la creación de un relato colectivo y la activación de las memorias. Claudia recuerda que en ‘El discurrir por San Isidro’ las aportaciones eran un punto fuerte porque se grababan testimonios de los paseantes que quedaban recogidos en una instalación que formaba parte del paseo.
“El formato paseo tiene unas partes formales, donde se paran y te están contando algo, y otras informales, en las que se está caminando de un punto a otro y se genera esa conversación de manera espontánea. Y ocurre que gente que no se conoce entre sí empieza a comentar”. No es raro que tras un paseo de dos horas el grupo se sienta cercano, habiendo formado una comunidad, lo cual estrecha los lazos de las personas que habitan barrios y ciudades.
En mayor o menor medida, esta nueva manera de habitar y pensar la ciudad está influida por la urbanista Jane Jacobs. Desde el año posterior a su muerte, 2007, se organizan de manera espontánea los denominados Paseos de Jane, siempre en el primer fin de semana de mayo, aniversario de su nacimiento. Comenzaron en Toronto y se celebran ya en más de 200 ciudades de más de 50 países. Como no existe una idea de autoría ni de organización oficial, cualquiera que lo desee puede hacer uno si se atiene al formato. En 2010 comenzaron a hacerse en Madrid. Ana Useros y Susana Jiménez Carmona los impulsaron durante varios años, de manera colectiva y asamblearia.
Lo hicieron para “poner en valor el conocimiento, la experiencia y la percepción” que todos tenemos de la ciudad, dijeron en la presentación del libro ‘El paseo de Jane. Tejiendo redes a pie de calle’. “Nos hemos atrevido a poner en un libro lo que nos hemos atrevido a hacer en la calle —dijeron—, nos hemos atrevido a creernos eso que dice Jane Jacobs de que cualquier habitante de la ciudad es un urbanista, aunque él no lo sepa, lo que pasa es que no encontramos las palabras. La manera de buscar esas palabras ha sido de manera colectiva”.
Narrar, contar la ciudad desde la propia experiencia, a pie de calle, de “un cualquiera”. Un cualquiera es una expresión que usa mucho el colectivo Carabancheleando, otro de los generadores de paseos en Madrid desde el año 2013, haciendo pensar sobre las fronteras, las periferias, los estigmas o los rastros de la crisis en la arquitectura.
Hay muchas maneras de interpelar. Claudia González recuerda que en los paseos organizados por La Liminal siempre empiezan con preguntas. “No construyen ellas solas el discurso sino que intentan hacer razonamientos con la gente para que lleguen a las conclusiones. Al final se genera un vínculo y se acaba siempre con una caña, cosa que particularmente me parece muy bien”, ríe Claudia. Susana San Andrés participó en un paseo por el barrio de Prosperidad en el que sintió que había habido contagio de la pasión por la memoria musical, que era el leit motiv del paseo. “Respecto a las visitas por los barrios, creo que es necesario que se fomente la vida en ellos”, dice.
“Creo que los nuevos hábitos de ir a comprar a grandes centros comerciales han hecho que el comercio pequeño se pierda. Hay una falta de espacios para estar, de parques, avenidas o locales de asociaciones... sitios que te inviten a estar. Si la ciudad es amable, apetece vivirla”. Lara LR, quien también participó en un paseo por el mismo barrio madrileño, sintió que no “se trata solo de recibir información” sino de “intercambiar conocimientos y anécdotas”.
“La ciudad es el escenario” dicen en CiudaDistrito, por lo que, para Claudia, el formato paseo es uno de los más idóneos para hacer de la ciudad un lugar de aprendizaje accesible, que acerque la cultura a todos y todas, lo cual debe ser uno de los objetivos de las políticas públicas.
“No hay ningún paseo que sea igual”, dice Sara López, y no por las organizadoras, sino porque la gente siempre es diferente y las historias, por tanto, también. “Cuando acabamos, les decimos que ya hemos terminado el paseo y que el resto les toca hacerlo a ellas, que cuando pasen por los mismos sitios les cuenten a otros lo que nosotras les hemos contado”.