El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
El estreno de Velvet Buzzsaw resucita el mito de las obras de arte malditas
Quizás el cuadro maldito más conocido es la obra de Bill Stoneham llamada ‘The Hands Resist Him’, que ha alcanzado el estatus de "pintura más embrujada del mundo". Stoneham decidió crear una obra basada en una vieja foto de sí mismo cuando tenía cinco años y la tituló inspirado en un poema que le leyó su esposa.
En la obra se muestra a un niño y una muñeca espeluznante de ojos muertos de pie frente a una puerta con cristales con numerosas manos espectrales que salen de la oscuridad.
Según el autor, la puerta representa una barrera entre el mundo real y el de los sueños, y la muñeca es la que guiará a través de ella hacia un mundo de fantasía. La pintura se exhibió en la Galería Feingarten en Beverly Hills, California, mencionada por el destacado crítico de arte Henry Seldis.
El cuadro llamó la atención del actor John Marley, el tipo que encuentra a la cabeza de caballo decapitada en su cama en ‘El padrino’ que la compró. Tres años después de entrar en contacto con la pintura, murieron tres personas: el crítico de arte Seldis, el dueño de la galería Feingarten y Marley.
Después de eso, la pintura desapareció y casi se olvidó hasta el año 2000, cuando una pareja de ancianos la encontró abandonada detrás de una cervecería de California que se había convertido en un espacio de arte.
En febrero de 2000, una pareja de California puso la pintura a la venta en eBay con un anuncio en el que afirmaban que estaba maldita.
Pronto se convirtió en un fenómeno viral y la leyenda sobre el cuadro se expandió. ‘The Hands Resist Him’ provocaba mareos y sensación de malestar. Extraños sucesos, como que las figuras del cuadro salían por la noche llevaron a que se guardar en el almacén de la galería de Kim Smith en Grand Rapids, Michigan.
El hombre angustiado
Indudablemente aterradora, esta obra de arte se mantuvo supuestamente durante 25 años en el ático de la abuela de un hombre llamado Sean Robinson.
La anciana afirmaba que el pintor había mezclado su propia sangre con la pintura al pintarlo y que se había suicidado justo después de acabarlo y que se podían escuchar voces que gritaban y lloraban o ver una forma espectral en sus inmediaciones, cuando se le miraba.
En 2010, Robinson heredó la pintura de su abuela después de su muerte y supuestamente, casi de inmediato, su familia fue acosada por sucesos extraños, como una fuerza invisible que se estableció en su casa.
Robinson afirmó que al adquirir ‘El hombre angustiado’, su hijo había sido misteriosamente empujado por las escaleras, que su mujer a menudo sentía algo que le acariciaba el pelo y otros fenómenos como los gritos y el llanto que la abuela había descrito.
Cuando Robinson decidió instalar una cámara cerca de la pintura para registrar los fenómenos paranormales y los subió a YouTube mostraba hechos espeluznantes, pero muchos encontraron los signos de que todo era un engaño. Real o falso, la obra es realmente muy inquietante.
El niño que llora
El artista italiano Bruno Amadio pintó más de 65 retratos de huérfanos italianos llorando, que vendió como recuerdo a turistas después de la Segunda Guerra Mundial.
Durante los 50, se hicieron populares en Inglaterra, pero en 1985, se afirmaban cosas como que los bomberos estaban encontrando copias del ‘El niño que llora’ completamente intactas entre las cenizas y los escombros de las casas incendiadas, siempre tumbados boca abajo en el suelo.
Se llegó a la conclusión de que los hogares que tenían copias de las pinturas eran propensos a entrar en la estadística de incendios domésticos entrando en el terreno de la leyenda urbana.
Hay quien ha determinado que el barniz que llevan les haría algo más resistentes al fuego que otros objetos.
El hombre sin cabeza
A mediados de la década de 1990, una artista conocida tan solo como Laura P. se ganaba la vida creando pinturas a partir de fotografías. En una ocasión encontró una imagen que mostraba una antigua diligencia en primer plano al lado de un carro oxidado.
Su autor James Kidd insistía que cuando hizo la foto no se veía ninguna persona en el encuadre, pero cuando se reveló había una figura que parece no tener cabeza.
Laura sintió una irresistible necesidad de pintarla y casi inmediatamente después de comenzar se sintió abrumada por el miedo hasta el punto de dudar si terminarla.
La llamó ‘Pintura de un hombre sin cabeza’ y la colgó en una oficina cuyos trabajadores afirmaron que los papeles empezaron a desaparecer, había objetos que se movían de lugar y que el cuadro se torcía siempre, por mucho que lo enderezaran. Tras unos días, la gente de la oficina le pidió a Laura que se quedara con la pintura.
Ya en su casa, Laura escuchaba sonidos de golpes, pasos y otros menos definibles. Pronto notó otros fenómenos inquietantes como vasos que se rompían repentinamente en su mano y puertas que se abrían, incluso alguna amiga suya que se rió de sus historias llegó a sufrir algún suceso extraño ella misma.
Cartas de amor
El Hotel Driskill en Austin, Texas tiene una pintura llamada ‘Cartas de amor’, una réplica de otra pintura que representa a una niña que se dice que se parece mucho a otra niña llamada Samantha Houston, la hija de cuatro años de un senador estadounidense que falleció mientras se hospedaba en el hotel cuando se cayó por las escaleras mientras perseguía una pelota.
Algunos invitados y empleados afirman que la niña en el cuadro a veces cambia su expresión o su posición, que mirarla hace que te sientas enfermo y con náuseas, con la sensación de ser elevado en el aire cuando te paras frente a ella.
El retrato de Bernardo Galvez
Al final de un pasillo de la planta baja en el Hotel Gálvez en Galveston, Texas, cuelga un retrato de Bernardo de Gálvez, un líder militar español que habría ayudado a Estados Unidos en la Guerra de la Independencia.
Algunos huéspedes y empleados del hotel afirman que los ojos de la pintura los siguen al moverse y que al acercarse a la pintura les sobreviene una sensación extraña. Otros afirman que las fotos que le sacan salen borrosas, con defectos o neblinas inexplicables.
La madre muerta
Aunque la pintura más famosa de Edvard Munch sea la perturbadora ‘El grito’, el resto de obra del pintor no es tampoco un jardín de margaritas a pleno sol de primavera. Much era un individuo bastante oscuro y así se refleja en su pintura. Su educación transcurrió en manos de un fanático religioso abusivo tras la trágica muerte por tuberculosis de su madre y hermana cuando tenía solo cinco años.
Por ello, su cuadro ‘La Madre Muerta’ parece reflejar un momento congelado de ese poso de angustia, y locura que resulta bastante perturbador. Una niña de espaldas a su madre (supuestamente su hermana) yaciendo sin vida en la cama, mientras se lleva las manos a los oídos con la mirada fija en el espectador.
Las personas que tuvieron el cuadro afirmaban que los ojos de la niña les seguían o que las sábanas de la cama de la madre en la pintura se movían o que emanaba un olor a habitación de hospital. Pintada en 1899, la obra sirvió como presagio para pandemias como la gripe española, que terminaron con la vida de millones.