El emotivo momento en que un niño paciente de cáncer se reúne con sus hermanos tras seis meses en el hospital
LO PROMUEVE ECOLOGISTAS EN ACCIÓN
Coincidiendo con el inicio de la temporada de caza, Ecologistas en Acción pone en marcha una iniciativa para identificarse como contrarios a esta actividad.
España es uno de los países con más cazadores de Europa. En nuestro país hay 332.000 federados y se expiden del orden de 800.000 licencias anuales. Y al mismo tiempo, el rechazo social a la caza no para de crecer.
Por ello, Ecologistas en Acción ha puesto en marcha una iniciativa tan simbólica como curiosa: lanzar un carné que identifica a su portador como persona no cazadora e invitar a todos los que se oponen a esta actividad a darse de alta en un registro creado a tal efecto.
El objetivo del carné es, según explica la organización ecologista, “demostrar que son muchos más quienes desean una relación pacífica y respetuosa con el entorno y los animales”. Asimismo, se quiere “trasladar a las administraciones una imagen de fuerza y unidad que contraponer a las permanentes presiones del lobby cinegético”.
“Esta iniciativa nace de la situación de indefensión que sufrimos quienes disfrutamos de una relación no agresiva con el medio natural en temporada de caza”, explica Miguel Ángel Hernández, de Ecologistas en Acción. “Cada vez más gente se aproxima a la naturaleza de otra manera, con un mayor respeto por el medio ambiente”.
Y es que el impacto de la caza no está, según denuncian los ecologistas, en consonancia con el número de cazadores. “A un pequeño grupo de privilegiados, en torno al 1% de la población, se le permite hacer cosas que nos condicionan a todos los demás”, denuncia Hernández.
“La caza dificulta, además, la práctica de otras actividades mucho más sostenibles, como el ecoturismo. Eso también acarrea un perjuicio económico, pues impide el desarrollo del mundo rural, al contrario de lo que sostienen los propios cazadores”.
Y es que hace mucho que la caza dejó de ser esa “actividad paleolítica” en la que el cazador cazaba para comer. “Hoy es un negocio que consiste en disfrutar apuntando y disparando animales”, explica Miguel Ángel.
A ello se le añade el hecho de que muchos de esos animales no proceden del propio campo. “La caza es cada vez más intensiva: la mayor parte de las piezas que se abaten proceden de criaderos”, denuncia. “Se crían en una granja, se sueltan y se matan”.
Desde el Partido Animalista coinciden en el diagnóstico. “España es un gran coto de caza”, señala Laura Duarte, portavoz de PACMA. “En zonas como Andalucía, los cotos privados, públicos o reservados representan en torno al 90% del territorio”.
No parece fácil acabar con esa realidad. “Es verdad que en determinadas comunidades está muy arraigada: la caza forma parte del día a día de muchísima gente. Pero también es cierto que, al igual que ocurre con la tauromaquia, hablamos de un sector muy concreto de la población: la más envejecida. La gente joven encuentra formas de ocio en otras actividades mucho más respetuosas con el medio ambiente y los animales”.
Más allá de carnés simbólicos. ¿es posible imaginar un futuro sin caza? Desde el PACMA son realistas. “Defendemos la prohibición, pero existen medidas intermedias: no es posible que en época de caza la prioridad en el monte la tengan los cazadores. En el momento en que empecemos a limitar los cotos a zonas muy concretas y sin prioridad sobre los demás ciudadanos, ya estaremos poniendo trabas y contribuyendo a su desaparición”, asegura Duarte.
“Hoy por hoy, en España se está haciendo todo lo contrario: dar cada vez más facilidades a los cazadores. Se trata de una cuestión de voluntad política”.