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ENFRENTADOS CON EL SINDICATO DE ACTORES

Así es la precariedad laboral de los figurantes: los apestados del cine español

Miguel Ángel García ha sido exorcista, y un zombi le ha partido el cuello en cuarenta y tantas ocasiones. La primera experiencia la vivió en un programa sobre esoterismo, la segunda en 40 y tantas tomas de la película 'Rabia', de Sebastián Cordero. Así de excitante puede ser la vida de un figurante, aunque por lo general no es para tanto, sino más bien todo lo contrario: salarios bajos, trato poco respetuoso, largos desplazamientos, horas de lluvia y de frío...

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Sin ellos muchos productos audiovisuales no serían posibles. Son necesarios, pero casi nunca reparamos en ellos (y si reparamos, probablemente, es porque estén haciendo algo mal). Los figurantes tienen un oficio duro pero que aman. El convenio laboral firmado el año pasado ha mejorado sus condiciones, pero muchos -organizados en la CNT- no se sienten representados y quieren hacerlo por ellos mismos.

En los rodajes les han llamado "atrezzo que come", "objetos que se mueven" o "pichones" que se colocan en un lugar o en otro, según sea necesario. "Ser figurante es un oficio cruel", dice Miguel Ángel García, a la sazón secretario de Formación de la sección de Figuración del sindicato CNT.

Sin embargo, sin su trabajo la mayoría de películas y series no serían posibles. “Nosotros somos los que damos vida al mundo que rodea a los actores, los que hacemos que sea creíble”, explica Juan Javier Herrera, delegado de figurantes del citado sindicato.

No es un hobby, sino una profesión

Aunque muchos se meten a figurante de forma esporádica, para ganar un dinerillo extra, muchos otros se lo toman como una profesión. Un figurante profesional va adquiriendo diferentes habilidades: saber cómo moverse en un rodaje, actuar sin necesidad de recibir demasiadas indicaciones, saber cómo no mirar a la cámara, o cómo hacer murmullo o silencio según la situación lo requiera.

“Los figurantes, como cualquier otro profesional, tratamos de aprender y mejorar cada día. En España tenemos muy buen nivel de figuración, y, desgraciadamente, cobramos menos que en el resto de países”, dice Herrera. Es difícil decir cuántos hay, porque es difícil contabilizar a los que trabajan solo de forma ocasional, pero los sindicatos estiman que en torno a 3.500 figurantes lo hacen con asiduidad.

La crisis metió a muchos en la figuración. Por ejemplo, Herrera era arquitecto técnico, García era contable, Michael Miller, otro compañero, era fotógrafo. Ahora se dedican a un trabajo que tienen que compaginar con otros, pues la figuración no da de comer, ni siquiera suele haber trabajo todos los días. Son algo así como los jornaleros del mundo audiovisual.

Aún no sirviéndoles de sustento, muchos se han sindicado en la CNT, y dedican su tiempo, gratuitamente (en CNT no hay liberados), a organizarse y a vigilar que se cumpla el convenio. “Cuando ves día tras día que no se cumplen tus derechos decides defenderte”, afirma Herrera.

¿No tienen miedo a que no les vuelvan a contratar por sus reivindicaciones? “En realidad, estar sindicado te protege”, explica el delegado, “si alguien ahora me reprime por protestar, estando yo ejerciendo acción sindical, puedo denunciarle por vulneración de derechos fundamentales”.

Así son sus condiciones laborales

Para conseguir trabajo los figurantes pueden apuntarse a una agencia o buscarse la vida por ahí, estando atentos a convocatorias o rastreando las redes sociales. Sus condiciones laborales, caracterizadas por la precariedad, han mejorado con la firma del primer convenio de figuración el pasado 18 de mayo entre los sindicatos y la patronal de productores FAPAE.

Antes su oficio, aun siendo específico del sector audiovisual, se regulaba por el Estatuto del Trabajador. Tras la firma “todo trabajador del sector sabe que si tiene una frase debe recibir remuneración de actor/actriz de pequeñas partes, se ha regulado el pago de horas extras y la jornada de trabajo, se ha regulado la comida en el set de rodaje y se ha regulado el desplazamiento”, informan desde la Unión de Actores.

Ahora los figurantes cobran 42 euros brutos por jornada de ocho horas, la novena y décima hora se paga a 7,5 euros y a partir de ahí a 12 euros. Antes los figurantes podían pasarse jornadas kilométricas sin cobrar en consecuencia. Debido a estas mejoras, a las puertas de la última edición de los premios Goya no se celebró la tradicional manifestación de figurantes reclamando sus derechos. Pero no todos están conformes.

La manifestación fue este año en la puerta del Circo Price, con motivo de la celebración de la ceremonia de entrega de los Premios de la Unión de Actores. Los que se manifestaban son los figurantes que se han agrupado recientemente en torno a CNT después de que la Unión les suspendiera “ante el miedo de que los tres meses acordados para firmar un convenio de figuración se alargaran”, según explica la propia Unión.

La CNT no ha firmado el convenio y sus miembros no se sienten representados. “Han firmado por los figurantes los que no lo son”, dice Herrera, “aquí conocemos nuestra problemática y nos representamos a nosotros mismos”. Delante del Price ondeaban las banderas rojinegras características de la central anarcosindicalista y una gran pancarta en la que se leía: “Por un trato digno para la figuración”.

Órdenes, empujones o por favor

¿Es indigno el trato a estos trabajadores? “Hay rodajes en que se nos trata como si no fuéramos personas”, se queja García, “ves que a los cámaras o técnicos se les da órdenes amablemente, a nosotros se nos da empujones o se nos habla sin ninguna delicadeza”. El director que mejor fama tiene entre los figurantes, en cuestiones de trato amable, es Pedro Almodóvar. Cuando se les pregunta por el peor, la respuesta es clara: Álex de la Iglesia.

Una de las reivindicaciones de CNT es que se recupere la categoría de figuración especial. “Para hacer de fotógrafo en un rodaje hay que saber cómo se mueve un fotógrafo, igual que para hacer de camarero y que resulte creíble”, dice Miller, así que piden una remuneración más alta en estos casos más especializados o que tengan un peso mayor en la trama. El asunto de las comidas, esencial para la dignidad de los trabajadores, parece resuelto con el convenio.

“Antes se producían situaciones como que al equipo se les daba un menú bajo techo y a los figurantes nos mandaban al parque con un bocadillo de mortadela”, recuerda García.

“En una serie llevábamos horas de retraso y sin comer y nos dieron una botella de agua y una mandarina”, apunta Miller. Otro problema es el coste del desplazamiento, que puede llegar a costarle al trabajador el 25% del salario bruto. O el del vestuario, que en ocasiones tienen que aportar ellos mismos y no la productora. Alguna vez, por ejemplo, se le ha pedido a la figuración que lleve ropa de los años 60, en vez de proveerlo la propia productora, cuentan en el sindicato.

Sin embargo, estos trabajadores aman lo que hacen, por eso persisten. “Para dedicarse a esto profesionalmente te tiene que gustar este mundillo”, dice García, “nosotros también tenemos nuestra vanidad, y nos gusta salir en pantalla o tener una frase”.

Ven los productos audiovisuales de una forma diferente al resto: si el espectador común se fija sobre todo en los actores, ellos pueden salir de ver una película y comentar si ha habido un buen trabajo de figuración. “Yo a la mejor gente que he conocido ha sido en figuración”, confiesa Herrera. Y alguna vez, aseguran, les han reconocido por la calle.

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