@BECARIA_
Becaria cuenta cuál ha sido su experiencia pasando el Covid-19.
Apestado Covid-19:
A estas alturas de la película ya me creía inmune a tus espigas, inmortal ante tu existencia, pero has entrado en mi cuerpo y has trastocado todos mis planes, la paciencia, y has agujereado mi cartera comprando otra vez esas incómodas mascarillas FFP2 y test de antígenos como si no hubiera mañana. Ya tengo la nariz como el colador de Belén Esteban. Y menos mal que las mascarillas ya no están a quince euros la unidad ni los antígenos a treinta euros el pack de cuatro como en los buenos tiempos pandémicos coincidiendo con las comisiones, luego ya vinieron las cañitas y la libertad. He tenido suerte, te he pillado en la séptima ola, ajena a la especulación y con promociones para liquidar stock.
Es un poco incómodo pasar los días contigo en el cuerpo sabiendo que te has cargado y te sigues cargando a tanta gente de toda edad, salud y enfermedad, y a otra dejándola inútil por una buena temporada después de una poco confortable neumonía bilateral, pero ahí estás, tocando los cojones silenciosamente un rato. Covid, vete a tomar por donde amarga el pepino. También te digo que Internet ha podido sobrevivir sin las fotos de mis test de antígenos exhibidos como trofeos de caza, así que estoy orgullosa. ¿Te imaginas que para detectarte hiciese falta otro tipo de resto corporal menos fotogénico? A la ciencia damos gracias de que no.
La verdad es que ahora, convaleciente y con los ojos como el culo de un conejo, se me quitan las ganas de usar la mascarilla cada vez que entro en un supermercado y me miran como si fuera una neurótica hipocondríaca siendo la única que la lleva, y no por mí, que ya soy una apestada con covid, sino por no apestar a esa gente y a esos viejos que se han desprendido de ella creyéndose más inmortales que yo, salvándonos una diferencia de edad de alrededor de cincuenta años. Allá ellos, que a mí solo me ha dado un poco de fiebre, picor de ojos y tos. Aunque pensándolo bien, no sé por qué tantos remilgos, es mi oportunidad para poner en práctica mi misantropía y afán por exterminar al mundo con el arma de mi respiración y la munición de mis aerosoles.
Recuerdo que cuando llegaste a nuestras vidas, allá por 2020, se puso de moda entre el sector magufo tomar chupitos de lejía. Un tal Josep Pamiés, negacionista de todo y a la vez no, decía que el Covid-19 se podía curar con plantas medicinales y dióxido de cloro. Miguel Bosé, que ya es un carcamal con 66 años, también fue y sigue siendo otro adalid de los plandemias que se ha tirado dos años berreando sobre el virus, las mascarillas y las vacunas, y diciendo que "la Ciencia es la nueva Inquisición", aunque ahora está más centrado en vender su último libro.
Y entre recuerdos de plandemias, chupitos de lejía, reiki para curar el covid, homeopatía, antivacunas, Bill Gates, los microchips en las vacunas, el Nuevo Orden Mundial, la conspiración contra la Organización Mundial de la Salud, las cucharas en el brazo postvacuna y demás delirios que tanto nos han dado la vida a lo largo de este tiempo, desde aquí Covid-19 te ordeno que salgas de mi cuerpo, ego no te absolvo, te disolvo y te echo un rapapolvo.