El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
@BECARIA_
Alfonso XIII, rey del porno
El monárquico era un poco jacarandoso y golfón. Su poder y ardores inguinales le permitieron tener todo el sexo que le apetecía y más, aun estando casado, no se sabe si en régimen de exclusividad sexual, relación abierta o “haz lo que veas, que a mí me la pela”: no desaprovechaba oportunidad para desahogarse con otras mujeres en alcobas de palacio próximas a la de su señora, Doña Victoria Eugenia de Battenberg, hasta que sus problemas de salud empezaron a hacer mella en sus encantos. Se dice que, coincidiendo con la proclamación de la Segunda República, más de una prostituta lo dejó tirado por el insoportable hedor que salía de su boca. Alfonso XIII sufría una aguda halitosis. Pero lo que más le gustaba a su majestad Don Alfonso, era disfrutar de unas buenas sesiones de cine porno en sus aposentos, clips marranos 'sicalípticos' rodados por encargo a su gusto y medida, el XXX de la época, con sus limitaciones técnicas y bajo color.
Su época dorada fue entre 1919 y 1923, con el encargo de tres películas sicalípticas, porno comedido en blanco y negro, en las que el sexo oral tiene el mayor protagonista: "El confesor", "Consultorio de señoras" y "El ministro", cuyos originales se conservan en la Filmoteca de la Generalitat Valenciana.
Cleopatra, una boca legendaria
Cuenta la leyenda que en aquella época dorada en la Alejandría antes de la Era, en la que no había grupos de Whatsapp ni Facebook con posibilidad de crear eventos masivos para cualquier tipo de congregación, la reina egipcia convocó a casi cien soldados romanos que fueron atendidos oralmente por la anfitriona, y que posteriormente eyacularon en una gran copa de oro que ella terminó ingiriendo. Así de agradecida dicen que era Cleopatra, la felatriz que encandiló a los señoros más influyentes de su tiempo, como Julio César y Marco Antonio.
Isabel II, la mal llamada ninfómana
Esta reina española ha pasado a la historia como una ninfómana por haber estado con muchos hombres fuera de su matrimonio. Pero no era para menos; la obligaron a casarse con Francisco de Asís de Borbón (apodado como 'Paquita Natillas' por sufrir una malformación en el glande y ser homosexual), que encima era primo hermano suyo, y claro, siendo gay, a ella no le quedaba más remedio que buscarse las castañas del fuego por su cuenta. Esta época, a la caída de su reinado, inspiró a los hermanos Bécquer más de un centenar de láminas pintadas a acuarela en tono satírico, erótico y, a decir verdad, bastante porno: "Los Borbones en pelota" (1868-1869), donde se representa a Isabel II, entre sus compañeros de reinado, en posturas y situaciones infames y ridiculizantes.
Dalí, un mirón acomplejado
El famoso pintor fue un poco desgraciado, sexualmente hablando. Por culpa de su educación recibida, sufrió durante toda su vida un problema de aceptación de la sexualidad como un acto humano natural, y así lo plasmó en pinturas como "El Gran Masturbador", que muestra sus obsesiones, fobias e inseguridades sexuales. Pero a la vez, Dalí gozó de otras parafilias como el voyeurismo: disfrutaba observando a otras parejas teniendo sexo en su presencia. Se dice que incluso le llegó a pedir a Gala, su pareja formal hasta el final de sus días, que tuviera sexo con otros hombres delante de él para su deleite sexual.
Franco, el dictador unicojón
La vida sexual del dictador es todo un misterio, pero sobre todo porque se comenta que fue casi inexistente. Según se deduce del libro 'Franco Confidencial' de Pilar Eyre, Franco era un triste acomplejado, enamorado de su madre e hijo de un maltratador que no ayudó nada a labrarse su autoestima. Paquita, como así lo llamaba su padre, decía que su hijo era un 'marica', 'bajo' y 'enclenque', y se reía de su voz aflautada. En una ocasión, el padre de Franco llegó a romperle el brazo a su otro hijo porque se lo encontró masturbándose. Una familia muy concienciada con la educación sexual, como podemos ver.
Paco era monórquido, murió con un cojón grande y libre, y sufrió fimosis toda su vida; había perdido un testículo en la guerra de África y tenía el prepucio muy cerrado. Su médico de cabecera le sugirió arreglarle los bajos con cirugía pero el dictador le dijo: "Lo que Dios ha hecho, no se puede enmendar". Era un hombre frío y el estado de sus bajos le daba igual mientras pudiese ir a mear. Al parecer, su única relación sexual fue la que dio lugar al engendramiento de su hijita Carmencita, aunque se ha rumoreado que ni fuese hija biológica suya. Pero después de más de 40 años después su muerte, el debate sigue ahí sobre si Franco era homosexual, bisexual o, simplemente, un monórquido frío e impotente.