El emotivo momento en que un niño paciente de cáncer se reúne con sus hermanos tras seis meses en el hospital
‘SPIDERMAN: MONSTRUOS DE HOLLYWOOD’ DEMUESTRA QUE EL CASO Weinstein SIEMPRE ESTUVO AHÍ
En 2002 salía a la venta ‘Spiderman: Monstruos de Hollywood’, un cómic en el que, todo sea dicho, el superhéroe neoyorquino era solo un invitado en la historia de Al Kravinoff, el hijo de un villano que decide invertir la herencia familiar en convertirse en productor y se da de bruces con un sistema abusivo, corrupto y de técnicas mafiosas.
El caso Weinstein siempre estuvo ahí, latente, sabido por muchos y callado por casi todos. Sus tácticas de acoso y derribo, de abusos y amenazas se prologaron durante décadas merced a la ley del silencio que imperaba en un Hollywood que prefería mirar hacia otro lado.
Un mundo de flashes y estrellas que prefirió no enemistarse con uno de los productores más poderosos de la industria. Hablar contra él y oponerse a sus deseos de depredador era correr el riesgo de entrar a formar parte de su lista negra y ser condenado/a al ostracismo y al olvido, a darse de bruces contra puertas cerradas a cal y canto por no haber querido satisfacer al gigante o por haberle plantado cara.
Décadas de silencio en las que muy pocas voces se alzaron en su contra. Y las que lo hicieron, como la actriz Asia Argento, que escribió y dirigió en 1999 una escena perturbadora basada en su propia experiencia, fueron silenciadas y machacadas. Aún hoy, destapado todo, sigue recibiendo ataques. Otros optaron por las pullas más o menos sutiles, como las escuchadas en la serie ‘Parks and Recreation’ o la que en los Oscar de 2013 un deslenguado Seth MacFarlane lanzó en formato chiste a las nominadas al Oscar.
Quienes conocían el historial de Weinstein sabían por qué se decía esto o aquello. El resto, no tanto. Una broma, si más. Entre la escena de Argento (1999) y la pulla de MacFarlane (2013) hubo un cómic de Spiderman que se atrevió a retratar a Harvey Weinstein y su retorcido comportamiento basando un personaje en su persona. Fue en 2002. El cómic, que acaba de relanzar Panini en España, tenía a Spiderman como invitado especial. Aunque en realidad el ‘lanzatelarañas’ hacía y decía poco. Quizá no iba mucho con él la historia. ¿Demasiado oscura para un superhéroe con incontinencia verbal y adicto a los chascarrillos? Puede, pero ahí estaba, prestando sus viñetas para denunciar a los ‘monstruos de Hollywood’.
Los Rothstein eran, evidentemente, los Weinstein
Dos hermanos llamados Joseph y Harold Rothstein (la referencia es evidente). Obesos, de aspecto desagradable acorde a su comportamiento, con tácticas mafiosas para dominar el cotarro hollywoodiense y que consideran a quienes están por debajo de ellos seres inferiores a los que manipular y pisotear. O haces lo que ellos te piden o acabas sucumbiendo bajos sus pesados pies. En el cómic, ellos dos se convierten en los archienemigos de un recién llegado con buenas intenciones.
Con guion de Ron Zimmerman y dibujos de Al Rio y John McCrea, Alyosha Kravinoff, hijo de un antiguo enemigo de Spiderman, Kraven el Cazador, decide usar la herencia familiar para convertirse en productor. Lo hace animado por su novia, Timber, quien, a la postre y en una de las escenas más duras que pueden verse y leerse en el cómic de Marvel, acaba convirtiéndose en víctima de los Rothstein.
El lector es introducido en ese mundo turbio, oscuro y lleno de abusos que es el Hollywood retratado en esta inusual historia de Spiderman. La llegada de Al a Los Angeles hace tambalearse los cimientos podridos en los que se sustenta el imperio de estos hermanos que tanto recuerdan, es inevitable, a los entonces propietarios de Miramax. No están dispuestos a consentir que les pisen su cotarro.
Desde el allanamiento de morada con violencia incluida hasta una violación en grupo como venganza por haberse atrevido a retarles. Sus métodos son delictivos y deplorables. Pero es que, además, son desagradables. Su aspecto descuidado, grasiento, comiendo con las manos y la boca abierta, prepotentes, malhablados, sin gracia, repulsivos, odiosos.... ‘Monstruos de Hollywood’ es una historia muy dura (sobre todo sabiendo de antemano su poso de realidad) que da una visión de cómo han sido estas décadas de silencio.
Antes del #MeToo y del Time’s Up, alguien se atrevió a retratar a Weinstein como lo que era, un depredador sexual que aprovechaba su posición de poder para aprovecharse de sus víctimas. Y si no lo conseguía las convertía en parias en un Hollywood que tiene mucho que depurar. Zimmerman se atrevió a dibujarle como el monstruo que es, pero lo hizo tomándolo solo como inspiración, evocando la realidad. De haberlo hecho a nombre descubierto y señalándole directamente quizá no hubiese pasado el filtro.
Después de todo, y como se ha demostrado con el tiempo, los tentáculos de Weinstein estaban demasiado extendidos. ‘Monstruos de Hollywood’ es un cómic sobre la podredumbre del sistema, sobre el silencio y sobre lo difícil que es plantarle cara al abusón cuando se está un peldaño o varios por debajo en la escala del poder.
El estallido del caso Weinstein ha devuelto a la actualidad al cómic y en Panini han sabido aprovechar la oportunidad para dar a conocer la denuncia de Zimmerman que en su día, como recuerda Eneko Ruíz en el prólogo de la nueva edición, “pasó inadvertida”.