El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
@BECARIA_
Estos días han venido a llorarme varias amigas por problemas de cuernos, y como suelo decirles en estos casos: “tía, no estés triste, es un gañán y no te merece” (sí, no tengo precio como psicóloga”). Algunos ejemplos de sus dramas de pareja y sus maromos:
Mentalidad más abierta que tradicional
Si la manera de vivir las relaciones no entiende de ningún tipo de exclusividad sexual y/o sentimental, mejor que la otra persona lo sepa cuanto antes. No todo el mundo entiende eso de acostarte con otra gente y volver a casa a dormir haciendo la cucharita con la novia o el novio, al igual que concebir las relaciones sentimentales con más de una persona. Si así lo sientes y puedes sostenerlo en tu realidad, ¡házselo saber! No comunicar estas cuestiones deriva, con más motivo, en la extendida práctica de los cuernos, aunque también hay quien se siente más cómodo en el cornudismo activo por puro egoísmo que por pacto de pareja abierta debido a inseguridades, sentimiento de posesión o celos. También es verdad que parece que está peor visto socialmente ser liberal que un/a cornudo/a o corneador/a con una segunda vida. O incluso terceras o cuartas. Ojos que no ven, cuernazo que te pego.
Tríos y orgías
Quien no concibe su estilo de vida parejil sin incorporar a otras personas en la cama (o donde sea), la relación irá viento en popa y naufragio al primer roce con un iceberg si su pareja pasa de semejantes líos de sábanas y lubricantes. Una cosa muy extendida es que la otra parte nunca se lo haya planteado y ceda por curiosidad al empotre grupal, a veces con éxito, a veces con catastrófico resultado, sobre todo en fases avanzadas de la relación de pareja. Aquí es importante recordar que el follar es un placer compartido con los demás y, sobre todo, con uno mismo. Que no te lleven por mal camino los sentimientos si no te apetece ver a tu pareja cabalgando a otro mamífero o soplando en Do mayor una flauta ajena.
BDSM y juegos de rol
Las relaciones de dominación y sumisión, otro clásico que admite tantas variantes como personas existen en la faz de la Tierra. Qué menos que comentar si no puedes vivir sin poner en práctica juegos de rol donde eres la dominatrix, el sumiso, disfrutas el dolor extremo o atando a tu pareja o a quien proceda en un gancho anclado al techo y hacerle alguna que otra putada consentida. Vale más enterarse hablando que descubrir una caja oculta en el armario llena de máscaras de perro, látigos, mordazas, pinzas para pezones y otros aperos del folclore sadomaso sexual.
Follar al aire libre y otras situaciones de riesgo
Siempre hay alguien a quien le parezca imprescindible para su alegría genital, tener sexo a solas o en pareja en sitios donde puedan ser pillados, como en el ascensor del portal de la suegra, en un parking, en la playa o entre piedras prerrománicas en su horario turístico de mayor afluencia. No todo el mundo está preparado para estas situaciones de máxima adrenalina donde la lubricación y el orgasmo requieren fluidez y dejarse llevar, más que de sentir taquicardias por temor a acabar en los calabozos de unas ruinas abandonadas, pero el aire siempre es más puro en la naturaleza cuando así lo sientes de verdad.
Cualquier parecido con alguna realidad, no será una coincidencia, y ni hablándolo garantiza que vaya a salir bien. ¡Lo siento! ¡Ánimo!