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Ni el 3D, el VR o las drogas duras no superan al viaje inmersivo

Los críticos se equivocan: Bohemian Rhapsody no es un biopic sobre Queen

Ni el 3D, el VR o las drogas duras no superan al viaje inmersivo que puede suponer la última película de Queen, ver Bohemian Rhapsody en una pantalla gigante es lo más parecido a viajar en el tiempo y presenciar el concierto que dio la banda en el Wembley Stadium de Londres en 1985.

Bohemian RhapsodyAgencias

¿Recuerdas qué hiciste el 13 de julio de 1985? El hombre no llegó a ningún planeta extraño. Aquel día tampoco mataron a un presidente. Yo estaba a punto de cumplir cuatro años, y mis recuerdos son difusos.

Parece ser que ese día fue miércoles, y que se montó una muy gorda en el Wembley Stadium de Londres, donde no cabía ni un alfiler y hasta el último rinconcito del estadio fue ocupado por 74.000 personas, auténticos privilegiados.

Tan gordo fue lo que allí pasó, que se vio en todo el mundo, según la CNN: 1.900 millones de espectadores pudieron presenciarlo desde sus casas en una hazaña técnica sin precedentes donde todos los satélites de televisión del planeta se sincronizaron, para hacer llegar lo que se vio en ese estadio a 72 países, incluidos aquellos a los que jamás había llegado la retransmisión de los Juegos Olímpicos o los Oscar.

Yo tenía 4 años pero he viajado a aquel momento de la historia

Ese día Queen salió al escenario en uno de los mejores conciertos que se recuerdan. Y no solo ellos, el concierto reunió lo mejor de ambos lados del atlántico, pero la participación de Queen fue especialmente reseñable, y su intrahistoria también, porque inicialmente no estaban en el cartel y participar en este concierto fue lo que les salvó del divorcio.

Con este concierto se celebró el Live Aids, un evento planetario para conseguir fondos para detener el hambre en África. Nadie cobró un céntimo: ni Queen, ni Mick Jagger, ni Tina Turner, ni Bod Dylan, ni David Bowie, ni Madonna… Y se recaudaron 30 millones de libras, unos 42 millones de euros. Sin embargo, el hambre en África continuó su impasible debacle.

Los críticos se han equivocado al etiquetar a Bohemian Rhapsody

La nueva película sobre Queen, Bohemian Rhapsody, está recibiendo críticas diversas. Los periodistas más sesudos la tachan de pantomima, superficial y sin “chicha”. Sin embargo, creo que se están equivocado y probablemente el público les demuestre cómo se deben medir las experiencias cinematográficas, porque esta película lo es.

A los críticos que la han descuartizado tal vez habría que recordarles algo que olvidaron en casa cuando fueron a ver Bohemian Rhapsody: las ganas de disfrutar, abrirse a la experiencia y dejarse drogar por la música y el ambiente en el que va sumergida.

Quienes buscan en ella un biopic se han quedado con dos palmos de narices. Sí, como biopic sería un truño. Porque la peli no trata de mostrar toda la evolución del grupo, desde su fundación, hasta que en 1985 Freddie Mercury descubre que tiene SIDA. Sino que se sirve de esta estructura histórica para dar rienda suelta a la música.

La película avanza a velocidad ultrasónica, sin detenerse en los detalles, incluso caricaturizando el proceso creativo y sin tiempo para hacer que una situación sea plausible. No, esto no es un biopic, si lo fuera sería demasiado malo.

Esta película viaja al universo musical de Queen, pretende que te hagas una idea de qué energía se movía alrededor de cada momento histórico de la banda, y te hace gozarlo. Y gozarlo fuerte. Porque la caracterización de los actores roza la perfección y el halo musical que rodea a toda la película es hipnótico. El pecho te vibra con el momento en el que se “inventa” el We Will Rock You y le da sentido a Bismallah de Bohemian Rhapsody.

Y al final, como un bonus track, te regalan casi 20 minutos de concierto brutal, rodado de forma inmersiva: tal y como si estuvieras allí. Miércoles, 13 de julio de 1985. La cámara sube y baja desde lo más alto de Wembley hasta toparse con las gotas de sudor de Mercury. Y palpitas junto a 74.000 almas que quedaron atrapadas en ese momento histórico, sintiendo que tu también estás allí. Si, ahora yo también estuve en el Live Aids, claro que sí. Ahora regreso a casa, veo el vídeo de Youtube y repito: estuve allí, claro que sí.

La peli es un viaje, pero busca una buena sala para verla

La prueba de que esta película es puro cine, es que si la ves en pantalla grande probablemente te niegues a verla en televisión, por mucho que te mida. Que te pongan Bohemian Rhapsody en la pantalla de un tren o de un avión justificaría que te devuelvan el dinero del trayecto. Porque si tienes la oportunidad de vivir esta experiencia en cine, debes hacerlo en la mejor sala posible, a la altura de Queen: desmesurada y apabullante.

Para hacer el experimento viajamos a Barcelona, a la sala Dolby Cinema de La Maquinista, la única sala de todo el país con este sistema. En toda Europa hay 15 salas así, casi todas repartidas entre Francia y Holanda.

El tratamiento del sonido consigue una inmersión tan realista, que las escenas del concierto juegan con tu mente y te hacen creer que sí, que de verdad estás ahí. Y siempre asociamos a Dolby con el sonido, el proyector de esta sala también es especial, y reproduce un negro puro, tan profundo, que en escenas oscuras puedes llegar a perder de vista los márgenes de la pantalla y creer que estás ahí.

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