El emotivo momento en que un niño paciente de cáncer se reúne con sus hermanos tras seis meses en el hospital
No seas flexer
Una palabrita más para añadir al catálogo de términos modernos a la hora de referirnos a determinadas actitudes del ámbito romántico. Flexting, por cierto, es de nuestras "menos favoritas".
Eso de ponerle nombre a todo es una actitud muy de esta época, y más en temas relacionados con el ligoteo. Después de oír cosas como 'monkeying' o 'catfishing', hoy nos hemos acordado de un término que quizá no te suene pero es uno de los más antiguos en esto del amorío: el flexting.
Existen pruebas documentales en la arqueología de internet que datan los primeros usos de la palabra en tiempos tan remotos como 2011. De hecho, hay vídeos en YouTube donde el iPhone 4 era el no va más de la tecnología y el flexting era un comportamiento ya reprochable, aunque lo bastante extendido como para merecer una palabra propia.
Por no andarnos con rodeos, se trata de un fenómeno en el que el individuo que lo realiza quiere impresionar a un interés romántico suyo inventándose aficiones, experiencias o determinados elementos de su vida para llamar la atención. Además, describe a gente que simula tener una llamada interesantísima o una conversación telefónica inexistente. Según una encuesta de la página de contactos inglesa Plenty of Fish, casi la mitad de sus usuarios ha padecido este molesto fenómeno.
También dan el dato de que los hombres son los que más suelen hacer gala del flexting. De hecho, el término procede del verbo inglés 'flex', o sea, algo así como 'sacar músculo' o exhibir la fortaleza. Por su propia naturaleza, el (o la) flexer abunda en apps de ligue, donde se suele mostrar en coches de alta gama, practicando algún deporte extremo que solo hizo una vez, o con unas vistas desde lo que parece su casa pero en realidad es la de un familiar ricachón.
Aquellos que hacen gala de esta actitud trolera tienen una característica común: la inseguridad. Porque hacer puenting todos los findes o estar estudiando para tocar la armónica suena muy, muy bien, pero cuando te toca demostrar tus habilidades en el mundo real y resulta que tienes vértigo o el gusto musical de Kiko Rivera, pues se te va a ver el plumero con rapidez.