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La turbia historia de Dee Dee y Gybsy Rose Blancharde
El 14 de junio de 2015, se encontró a Dee Dee Rose Blancharde, una mujer americana de 48 años, muerta a puñaladas dentro de su casa. Una de las personas detrás de su asesinato era el sospechoso más improbable: su hija "enferma", Gypsy. En 2017, HBO estrena en todo el mundo el documental ‘Mommy dead and dearest’, dirigido por la estadounidense Erin Lee Carr, habitual en documentales de crimen en el canal de cable americano.
Sin embargo, aquí la historia narra otros detalles que a priori no tienen tanto que ver con el asesinato en sí. Lo que se nos muestra es la complicada historia de cómo una madre separada achaca enfermedades ficticias a su hija para someterla a todo tipo de tratamientos médicos innecesarios que la anulan y merman físicamente.
El final trágico es tan solo una consecuencia de un verdadero infierno en vida, un caso bizarro y extraterrestre, casi imposible de imaginar en el mundo del cine, tan solo como una secuela ignota de ‘¿Qué fue de Baby Jane?’ o ‘Flores en el ático’, una nueva formulación del American Gothic.
Gypsy Rose creía que había nacido con la capacidad mental de una niña de 7 años y que tenía muchas discapacidades y enfermedades, desde distrofia muscular, leucemia y asma, todo debido a su nacimiento prematuro. Pero la realidad es que no tenía ninguna de esas enfermedades y era su madre la que hacía creer esa mentira.
Dee Dee se presentaba ante el mundo como una madre comprometida con el bienestar emocional y físico de su hija "enferma" a la que confinó a una silla de ruedas para salir a la calle.
La llevaba constantemente al médico para chequeos de las muchas enfermedades que Gypsy no padecía. Dee Dee tenía lo que se conoce como síndrome de Munchausen por Proxy (MSBP), también conocido como trastorno facticio que se caracteriza por un comportamiento de búsqueda de atención de un cuidador, pero aquí aplicado a otra persona. Es lo que sufre, por ejemplo, un personaje de ‘IT’ de Stephen King y que aparece en ‘Heridas Abiertas’.
Suelen ir a médicos para tratar los síntomas inventados, pero además, Dee Dee también solicitaba dinero a fundaciones para tratar a Gypsy, hablaba sobre la terrible enfermedad de su hija en los canales de noticias locales, le obligaba a hacerse complicadas cirugías y chequeos frecuentes y le administró medicamentos a lo loco para tratar sus no enfermedades.
Muchas veces, los médicos son cautelosos con las sospechas de que los pacientes o cuidadores mienten o exageran los síntomas, ya que podría ser perjudicial para el paciente, pero ya en 2001, las pruebas para la distrofia muscular de Gypsy y las exploraciones de su cerebro y columna vertebral indicaron que no mostraba ningún problema. Pese a ello, optaron por no investigar y la trataron de problemas de visión, audición, sueño y hasta salivación, siéndole extirpadas las glándulas salivares, los dientes y haciéndole una vía directa al estómago para alimentarla.
Algunos médicos sí que tuvieron la intuición de que pasaba algo raro. Una llamada anónima al Departamento de Policía de Springfield pidió a las autoridades que revisaran las inconsistencias en su certificado de nacimiento.
Cuando la policía entró, Dee Dee explicó que las fechas de nacimiento falsas y la ortografía de los nombres eran una forma de ocultarse de su esposo violento. Sin embargo, Rod Blanchard, el padre de Gypsy, enviaba mensualmente dinero a Dee Dee para el cuidado de su hija. Nadie le notificó nada y sus reclamaciones no fueron comprobadas. El departamento de policía aceptó las explicaciones de Dee Dee sin investigar más y escribieron en su informe que Gypsy sí sufría de una discapacidad mental.
En febrero de 2011, Gypsy intentó fugarse con un hombre de 35 años a quien conoció en una convención científica. Desde ese momento, su madre comenzó a prohibirle tener amigos o quedarse sola. Bajo el control de su madre, el acceso a Internet de Gypsy era limitado.
Cuando logró encontrar una manera de conectarse, conoció a Nicholas Godejohn, un joven de 24 años, con quien comenzó una relación online que incluía intercambio de fotos fetichistas, peticiones sadomasoquistas y sexting cosplayer. Un tiempo después, el 14 de junio de 2015, Dee Dee fue encontrada muerta en su casa después de que apareciera un mensaje impactante en su cuenta personal de Facebook: “esa zorra está muerta”. Debido a su carácter dulce en público, la gente vio en el mensaje algo raro.
La realidad se destapó para todo el vecindario cuando se supo que Godejohn había publicado el mensaje de Facebook. Siguiendo su rastro las autoridades que investigaban el caso le encontraron con Gypsy en Big Bend, Wisconsin. Godejohn confesó el asesinato y Gypsy también admitió que le había pedido a su novio que matara a Dee Dee. Él apuñaló a la madre 17 veces y después quiso violar su cadáver.
Para evitarlo, Gypsy se dejó violar por él. Godejohn fue acusado de asesinato en primer grado y fue condenado a cadena perpetua. Gybsy fue condenada a 10 años de prisión por asesinato en segundo grado. La tortura que vivió durante años no fue eximente suficiente para indultarla del todo.
El caso, claro, ha sido tan mediático que tras el documental ha surgido la primera ficción basada en Gybsy y su madre. ‘The Act’ es la dramatización de su historia y es la primera de una serie antológica que contará historias sorprendentes de crímenes verdaderos muy extraños.
Esta primera temporada, cuenta la historia del asesinato de Dee Dee Blanchard a fondo, y está coescrita por Michelle Dean, que también escribió el largo y famoso artículo sobre el que se basa la ficción. ‘The Act’ es una producción Hulu con Patricia Arquette como Dee Dee y Joey King, con un aspecto impactante como Gypsy, y profundiza en el sadismo patológico de la mujer y las consecuencias sobre la adolescente.
El creador de la serie ‘Channel Zero’, sobre creepypastas oscuros y leyendas urbanas, Nick Antosca, se ha encargado de guion, transformando el arco que lleva hasta el asesinato en ocho episodios.
A pesar de que la producción es muy positiva para que el caso se conozca y futuras víctimas del Muchausen por Proxy puedan ser liberadas, Gypsy no ha quedado muy contenta con que se haya desarrollado sin su consentimiento y amenazó con tomar acciones legales contra los creadores del programa, aunque luego su madre adoptiva desmintió que fueran a hacer efectivas.
Con otra producción con consentimiento de Gypsy en camino, titulada ‘By Proxy’, el caso cada vez es más conocido y quizá pudiera servir para que la joven, encerrada en la cárcel tras una vida aislada, pueda tener alguna oportunidad cuando salga, o incluso se revise su condena.