El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
ESTOS SERES TAN FEOS COMO DIVERTIDOS ESTRENAN PELÍCULA
Resumiendo, son unos seres muy feos parecidos a los fantasmas que pululan por todas partes y que cuando espiritan a alguien (algo así como poseerles) hacen que ese alguien haga cualquiera de las cosas enumeradas antes y muchas otras más. De eso va la serie animada ‘Yo-kai Watch,’ que esta semana estrena película. Un título que todos los adultos con sentido del humor deberían ver. Y los niños, también. Es original, disparatada, compleja y tremendamente adictiva.
El origen del universo Yo-kai Watch –cuya idea original es cosa de la empresa de videojuegos Level-5– se encuentra en el folclore y la mitología japonesa. Ha evolucionado hasta tal punto que cuenta con cómics, videojuegos de rol, mucho merchandising que pedir a los Reyes Magos y una genial serie de televisión que hace las delicias de pequeños y adultos.
Porque ‘Yo-kai Watch’ es una de esas series de dibujos que los padres pueden ver junto a sus hijos alcanzando el mismo nivel de diversión que ellos o, incluso, más. Está plagada de números guiños y referencias frikis solo aptas para adultos. Un niño no pilla eso de que un Yo-kai adopte la cara de Bruce Willis o Will Smith. Eso es cosa de mayores.
La idea de la que parte esta ficción que esta semana desembarca en los cines españoles con una película que bucea en los orígenes del reloj Yo-kai es la de que todo lo malo o raro que pasa a lo largo del día es culpa de uno de estos seres. Que te da por picar entre horas, seguro que Zampo anda cerca. Que de pronto te ves superado por un ataque de gases incontrolable, la culpa será de Cuesco.
Que tú, que eres un tipo de lo más discreto, un buen día te levantas con ganas de ser la vieja del visillo pero a la inversa, contándolo todo, no busques más. Cotilleja te habrá espiritado. Si un día te cruzas con la vecina del quinto y va vestida como si fuese Carnaval en pleno mes de mayo pero ella se ve divina, no se lo tengas en cuenta. Lo más probable es que sea obra de Deslumbrella.
Y es que los Yo-kai son unos seres similares a los fantasmas que básicamente andan sueltos por ahí haciendo travesuras. Todo siempre es culpa de uno de ellos. El problema es que nadie puede verlos, salvo Nathan, un chico del montón de 11 años que un día metió una moneda en una máquina que se encontró en el bosque.
A cambio recibió un reloj que le da la habilidad de ver a estos bichos espectrales de nombres divertidos y habilidades muy puñeteras. El reloj, además, venía con mayordomo incluido. Uno llamado Whisper que no es de gran ayuda pero que siempre está ahí. Como Jibanyan, un gato adicto a las chocobarritas, más bien vago y que ahora hace las veces de mascota fantasma de Nathan.
En la película que se estrena esta semana se viaja a los orígenes del reloj. Plantea una aventura en la que unos Yo-kai muy malos y oscuros han conseguido eliminar este instrumento de la línea temporal obligando a Nathan a viajar al pasado en busca de su abuelo, que resulta ser el inventor del chisme.
Ambos, junto con sus Yo-kai de confianza, deben unir fuerzas para hacer frente a Lady Desdicha y devolver el tiempo a su orden habitual. Porque si nadie puede ver a los Yo-kai, estos se mueven a sus anchas y la lían continuamente.
La aventura cinematográfica de Nathan puede verse independientemente de si se sigue la serie que emite Boing o no. Es mucho más explicativa e introductoria y tiene un espíritu muy Jedi. Sin embargo, la diversión y la locura desenfrenada de la serie de televisión está en unos niveles muy superiores.
La historia ideada para el cine es más una aventura de lucha entre el bien y el mal en el que la amistad está por encima de todo. Es ágil, entretenida, divertida y una forma sencilla de adentrarse en este extraño mundo que bebe del folclore japonés.
La serie se sitúa unos cuantos escalones por encima. Va más allá en cuanto a locura y complejidad. Con varios niveles, los niños se quedan en que todo es culpa de unos bichos muy feos pero divertidos a los que Nathan tiene que meter en cintura sin necesidad de usar la violencia.
El ingenio y sus amigos son su mejor arma. Con eso y con una frase que intentarán colar, seguro, a sus padres más de una vez en el mundo real: “No he sido yo, es culpa de un Yo-kai”.
Los adultos, por su parte, pueden ahondar un poco más en ese universo complicado lleno de seres extraños, recrearse, pillar las referencias continuas a la cultura audiovisual y pop de los ochenta y noventa y dejarse llevar. Tampoco está de más avisar de que para verla no hace falta la compañía de un infante.
Si alguien te pilla viéndola y te pregunta que qué haces viendo dibus a tu edad, siempre puedes echarle la culpa a un Yo-kai.