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NO TIENES QUE VER TODOS LOS CAPÍTULOS DE LAS SERIES

¿Eres un verdadero fan de 'Twin Peaks' si solo has visto las partes que molan?

El regreso de la influyente pero irregular 'Twin Peaks' nos ha enfrentado a uno de los grandes miedos de todo seriéfilo. ¿Debemos ver todos los episodios de una ficción o podemos ir directamente a sus entregas más excelentes? Lo más inteligente es servirte a tu gusto.

Agencias Twin Peaks

'Twin Peaks' ha sido imprevisible hasta para esto: su regreso se cuenta entre las mejores series del año, y su propuesta artística ha reinventado la televisión de 2017 como ya lo hizo en 1990. El primer intento fue, eso sí, mucho más titubeante.

Era otra época, para bien, ya que canales generalistas como ABC estaban más abiertos al riesgo (sería imposible que se hubiera lanzado hoy en la misma cadena), y para mal, ya que los desencuentros entre ejecutivos y productores arrojaron una ficción irregular. Por no hablar de la ausencia del genio, Lynch, que solo estuvo presente en los momentos clave del caso Laura Palmer, y fue Frost quien se comió el marrón. Al menos lograron cerrar la historia según sus términos en la película 'Fuego camina conmigo'.

Por eso ha sido tan difícil para muchos ponerse al día de cara a su retorno. Son evidentes los motivos por los que 'Twin Peaks' ha pasado a los anales de la historia de la pequeña pantalla, por su habilidad para reformular el lenguaje visual y para generar esa atmósfera opresiva y surrealista que influiría tanto después, pero también está claro que no es una ficción fácil.

¿Verla entera o ir directamente a los capítulos interesantes? Eso se han planteado muchos, y no solo para la revisión, sino para el primer vistazo. Ante el horror inicial de los más puretas, lo cierto es que no es ninguna locura. Incluso sus creadores reconocen que lo más importante era empollarse 'Fuego camina conmigo'. Así pues, ¿por qué tragarse las partes más rollo?

Tomarse las series menos en serio

Este sencillo debate sobre 'Twin Peaks', que recogió hace unos días The New York Times, encierra una reflexión muy interesante para los seriéfilos entregados. ¿Tenemos que ver todos los episodios de una ficción hasta que realmente alcanza la excelencia o podemos buscarle un atajo rápido? ¿Le estamos siendo infiel al vicio o es cosa de economía y relativismo artístico?

En los últimos años, la industria estadounidense, que aún marca el paso de la teleficción, ha alcanzado cifras inabarcables de estrenos (en 2016 emitieron más de 450 series), aunque, por otro lado, el modelo de servicios como Netflix, que lanzan títulos al completo semanalmente, ha ayudado a aligerar la importancia que les damos. ¿Y si nos relajamos ante estos cambios?

Así es como se lo están tomando muchos espectadores. Si buceas con un mínimo de tiento en internet y en redes sociales, puedes encontrar listas de los capítulos imprescindibles de series longevas para las que a lo mejor no tienes tiempo.

Ha pasado con 'Twin Peaks', que podemos resumir en no más de diez episodios, o con 'Expediente X', que podemos filtrar por capítulos clave en la trama, por los más divertidos o por los casos más extravagantes. También sucede con 'Buffy Cazavampiros', otro clásico eternamente pendiente para muchos, con mucho que rascar, o con ficciones más pequeñas y modestas que tardaron en encontrar el punto, como 'Person of Interest'. Si tienes alguna en la recámara y no sabes cómo abordarla, busca tu lista.

Volvemos a la experiencia televisiva tradicional

Si esta opción a lo 'fast-food' la hubiéramos planteado hace unos años, lo más probable es que gran parte de la crítica hubiera puesto el grito en el cielo. Es cierto que muchas grandes series de los últimos años, de 'Mad Men' a 'The Leftovers', de 'Breaking Bad' a 'The Americans', sobre todo las creadas para cadenas de abonados, se disfrutan mejor trago a trago, detalle a detalle.

Al fin y al cabo, para ello se han sucedido las revoluciones catódicas de las que tanto hablamos, para que los autores dispongan de la mayor libertad para contar historias, y hacerlo a su ritmo. Sin embargo, el espíritu con el que nacieron las series fue otro, el de verlas cuando uno quiera, cuando pueda sintonizarlas, y si se pierde un capítulo, poder retomar el relato en el siguiente.

El fenómeno que han supuesto los videoclubs online, como Netflix, Amazon o Hulu, no está en realidad tan lejos de aquel sentido germinal de la televisión.

Por un lado, nos dan la libertad de ponernos ante una serie cuando nos apetezca, eliminando el factor social del visionado; y por otro, al estrenar de golpe una ficción para consumirla en un fin de semana, han fulminado los plazos de series como 'Juego de Tronos' o 'The Walking Dead', que crean conversación semana a semana (y funcionan por eso mismo), con la lógica presión de ponerse al día.

Sea como sea, la atmósfera seriéfila actual apunta a un reencuentro con la experiencia televisiva clásica; en un panorama donde es imposible verlo todo, lo más inteligente es relajarse. Netflix y 'chill out'.

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