El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
@BECARIA_
Equivocarse es de humanos, y después de haber destacado los gambazos sexuales de los hombres en la primera cita como eyacular en la cara sin avisar y bañarte los ojos, utilizar drogas, pasar de los preliminares o no conocer las instrucciones básicas del clítoris, debemos reconocer que las mujeres también hacemos cosas mal y siempre se agradece que se comuniquen en el acto para rectificar y mejorar esas integrales del placer. He hablado con varios chicos sobre sus experiencias sexuales catastróficas con mujeres en la primera cita y, según los testimonios, el manejo del pene con las manos y la boca, en muchos casos es una asignatura que queda pendiente para septiembre:
Masturbación al estilo zambomba
Coger el pene como si fuese una zambomba y agitar con alevosía y sin premeditación, no parece la mejor idea. Antonio (Asturias) ha sufrido con dos chicas en la primera cita el mismo calvario de "coger y tirar el pellejo hasta atrás con fuerza, como para romper el frenillo". Lo que Sigmund Freud denominaría "el complejo del zambombo".
Raúl (Bilbao) también ha sufrido en sus pellejos, valga la redundancia, esta agresiva técnica masturbatoria: "alguna se ha pensado que el pene es el mando de una máquina recreativa y que estaba ella en la pantalla número 87 del Street Fighter, y le daba a la palanca con una furia impropia de la sensibilidad del miembro". Sin perder la fe en el buen hacer de las mujeres, comenta que "lo de masturbar la polla con furia como si quisieran despellejarla y apretarla como si fuera un tubo de pasta de dientes, es algo que demuestra que el sexo femenino, débil no es". "Los hombres somos sentimientos y tenemos seres humanos, que diría Mariano", concluye Raúl en lo referente a la masturbación mal percusionada.
Masturbación con asco
El pene requiere una estimulación envolvente, ni machacona ni ausente. Es decir, que si vas a masturbar a un tío, necesita que abraces su tronco con las manos, sentir que lo deseas, no que lo agarres como un mazo de mortero para aplastar ajos, y tampoco que lo cojas con miedo o asco. Añade Antonio que "una chica se puso a masturbarme cogiéndola con asquete, con la yema de los dedos pulgar, índice y corazón. Los demás dedos los dejó levantados, como si fuese la Reina de Inglaterra bebiendo un té".
Poco cuidado con los testículos
"Lo malo de los huevos es que te los succionen con la intención de provocarte una torsión de los conductos deferentes. Soy delicado de cojones", comenta Raúl, este gran damnificado por la mala manipulación de sus genitales. Los testículos son el corazón del hombre, su zona más sensible y donde más les palpitan las venas, de ahí que agradezcan que la estimulación comience con sensibilidad y tacto, suavemente, y la intensidad aumente progresivamente sin capar placeres ni sentimientos. Si los hubiese.
Penetración anal sin esperarla (ni desearla)
Como en toda relación sexual, debe haber consentimiento mutuo para cada práctica: no hagas nada a la otra persona sin saber si le apetece o se le van a poner los ojos rojos de Satán. Esto no significa que haya que llevar un contrato con todo escrito y firmando por ambas partes, pero sí que es importante mantener una comunicación fluida que permita saber qué se puede hacer que caiga al otro con agrado y satisfacción. José (Murcia) vivió un momento de sobresalto al recibir una falange en su ano sin esperarlo: "me metieron un dedo en el culo. No me dio bajón, pero me cortó un poco el rollo". El momento "insert coin" es una de esas prácticas que conviene no hacer en frío sin la certeza de que será bienvenida. Un poco de inteligencia emocional, por favor.
Crisis en el sexo oral
Si el sexo es para disfrutarlo, ¿cómo es posible que en algunos casos parezca tan calvario? Otra vivencia de maltrato genital involuntaria con el sexo bucal la aporta Jonay (Tenerife): "una chica me chupó el capullo como si estuviera soplando para inflar un globo. Aunque le dije que me lo hiciera más suave y sin soplar, me lo dejó en carne viva".
El sexo oral a los hombres, igual que nos pasa a nosotras, requiere cuidado, dedicación e intensidad gradual para que la sensación de placer vaya en aumento y no empiece con la lengua estrellada contra el glande. A Álex (Barcelona) le salen unos números preocupantes: "la mitad de las chicas con las que he estado me han hecho daño al chupármela". Según su experiencia, piensa que “falta conciencia de la sensibilidad del glande, hay una crisis en el sexo oral. Supongo que al revés pasa igual, tíos que creen que el clítoris es como un botón de la Play, que cuanto más aprietas más caso te hace”.
En fin, está claro que debemos empatizar más con los otros glandes y clítoris, ¡somos compañeros!
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