@DIOSTUITERO
Diostuitero nos cuenta las historias de santos más terroríficas por Halloween.
¿Deben los cristianos celebrar Halloween? Como zombie más famoso de la historia yo estoy a favor. Cualquiera que visite una de mis iglesias católicas descubrirá que el gore nos va mogollón: crucificados, decapitados, aseteados, a la brasa...todos los templos albergan cuadros y esculturas no aptas para gente sensible. Por no hablar de las penas del infierno: en el cristianismo es Halloween todos los días.
1. Santa Lucía.
Santa Lucía, además de tener una empresa de seguros, es representada habitualmente con una espada que le atraviesa el cuello y sus dos ojos en un plato, ya que según la tradición latina se los arrancaron durante su martirio. Es la patrona de los ciegos y de la visión, y es común el dicho: "Que Santa Lucía te conserve la vista."
2. San Sebastián.
En muchas iglesias podéis ver a un bello joven casi totalmente desnudo atado a un árbol y acribillado a flechazos. Hoy es un icono gay.
3. San Lorenzo.
A San Lorenzo, el del Escorial, le hicieron a la parrilla, y así es representado. Cuenta la leyenda que cuando ya llevaba un rato dorándose le dijo a sus verdugos: "Dadme la vuelta, que por este lado ya estoy hecho." Hoy habría ganado Top Chef.
4. San Denis.
Le podéis ver representado con su propia cabeza entre las manos. Fue el primer obispo de París, cargo en el que cosechó algunos haters y fue decapitado.
5. San Bartolomé.
Si entráis en una iglesia y veis un tipo con un cuchillo de grandes dimensiones, es San Bartolomé, uno de mis apóstoles, que no acabó muy bien. Y dad gracias que no aparezca desollado, pues según su bonita historia le arrancaron la piel a tiras. De ahí el cuchillo. Versión hardcore: desollado. Versión soft: con el cuchillo con el que le desollaron. Aquí la representación era tan gore que la Iglesia decidió sacar esa versión light. Para más inri, es el patrón de los curtidores. Menuda guasa tenemos.
Mención especial: Yo.
Nada más entrar en una iglesia lo primero que ves es al jefe de todo aquello clavado en una cruz. Es para que sepáis cómo las gastamos: si tratamos así a nuestro propio jefe, ¿qué no haremos con cualquiera de vosotros?