El momento en que una bomba de palomitas de maíz explota en mitad de una calle de China
Una plataforma contacta tatuadores con pacientes con cáncer de mamá
Cada año unas 27.000 mujeres, en España, son diagnosticadas con esta enfermedad según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Aunque no es una enfermedad netamente femenina, pero el porcentaje de hombres afectados sí es muy bajo, cerca del 1% de los tumores detectados.
José Miguel Pulpón es empleado de Italiano Diablo Tatoo, estudio que colabora con la Asociación Tatuaje Solidario Cáncer de Mama. Llevan trabajando en conjunto desde hace varios años, solo bastó que desde la agrupación solidaria les contaran el proyecto y les propusieran colaborar.
La asociación reúne a cientos de tatuadores que colaboran en casi todas las provincias del país. Su tiempo y esfuerzo para con esta causa es altruista y desinteresado. Un trabajo que puede costar desde 100 euros hasta 350 euros, cada pecho, ellos lo hacen de manera gratuita.
El gabinete donde José Miguel tatúa está empapelado con algunos de sus diseños, sobre todo de animales. Algunos ya han sido plasmados en pieles y cuerpos ajenos. No en vano ha estudiado diseño gráfico y dibujo.
Ha perdido la cuenta de la cantidad de mujeres a las que ha ayudado pero sabe que, al mes, tatúa entre 3 y 4 mujeres que han superado un cáncer de mama. Dice con una sonrisa que empezó tarde en el mundo del tatuaje.
Los tatuajes para disimular cicatrices comenzaron a hacerse populares hace pocos años, sin embargo, cuando una mujer decide reconstruir sus senos, con esta técnica, es el fin de una etapa.
Al final, de alguna u otra manera, todos los tatuajes son estéticos. Cuentan algo de quien los lleva, muchas veces también de quien los hizo. José Miguel cuenta que le gusta trabajar con libertad, que los clientes confíen en él.
Le basta con conocer cuál es la idea para comenzar a bocetar. Sin embargo, con las mujeres que se someten a este tipo de intervención, la libertad está acotada aunque subyacente.
Para los profesionales del tatuaje conlleva una responsabilidad aún mayor. Saben que están tratando con personas que han recorrido meses de altibajos emocionales y de su trabajo dependerá, en gran medida, la nueva etapa.
“Algunas mujeres se pueden volver a mirar al espejo de cuerpo completo u hacer topless en la playa”.
Una de las diferencias más notables entre un tatuaje convencional y otro con fines estéticos más acentuados es la sensibilidad de la piel.
El pecho que se va a micropigmentar no deja de estar reconstruido y, muchas veces, eso significa trabajar sobre varias cicatrices. Se tatúa con más cuidado, cuenta José Miguel, porque la piel suele ser mucho más sensible.
Para Pulpón es más complejo hacer la reconstrucción de una areola y pezón que hacer los dos, puntualmente por la referencia visual que posee al tener un pecho sin operar.
“Cuando ya tienes uno y tienes que copiar el otro es mucho más difícil, porque tienes que imitarlo fielmente. No puedes ni pasarte de tono, ni de forma, entonces para mi es mucho más complicado”, sostiene.
Para tatuar sobre cicatrices, sin importar la zona del cuerpo en la que se haga, es necesario contar con la autorización médica. De esta manera se evita lastimar aún más la zona o perjudicar la piel.