El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
Soy feminista, pero sigo sin comprender por qué las mujeres debemos exhibir los pechos
Soy consciente de que el hecho de considerarme feminista y negarme a enseñar mis pechos en público hará que muchas otras feministas no me respeten como tal. Comenzaré diciendo que este es un tema sumamente complicado por el que, seguramente, recibiré multitud de críticas e incluso algún que otro insulto. Sobre todo de mujeres. Por un lado porque sentirán que no las estoy apoyando y, por el otro, porque darán por hecho que me avergüenzo de mi cuerpo o que, directamente, soy una puritana. Ni lo uno ni lo otro.
Apoyo cualquier forma de feminismo que conduzca al destino final con el que todas ansiamos. El ser, a todos los niveles, iguales que los hombres. Sin embargo, me niego a creer que hacer de los pechos un estandarte del feminismo es algo que pueda ayudar al movimiento a corto o largo plazo. Os diré por qué. Simple y pura biología. Los hombres tienen pene, las mujeres vagina y de toda la vida de Dios los pechos de estas últimas han sido mostrados en películas, anuncios y series de televisión. Vaya, que si yo fuera hombre estaría más que encantado con esta nueva corriente de feminismo que insta a las mujeres a liberar sus pezones.
Por si no tuviesen bastante con el porno o con ‘Juego de Tronos’, ahora voy yo y me dedico a salir a la calle presumiendo de tetas al aire. Porque queridas, las tetas no son más que eso, tetas. ¿Por qué darles más importancia de la que ya les dan ellos? Los hombres sienten fascinación por los pechos, esto es así. ¿El motivo? Ni lo sé ni me importa, pero no pienso darles el gusto de verlos a todas horas. ¿Me explico? ¿Acaso van ellos marcado paquete todo el día? Aunque quizá el problema también sea que, aunque lo hicieran, nosotras no los miraríamos ni les gritaríamos ‘que te lo como tó’. Es lo que tiene que las mujeres no consideremos a los hombres meros objetos, en lo que se refiere al sexo.
Lo que intento decir, aunque me resulta difícil dado que ya oigo la tormenta de críticas sentada en mi despacho escribiendo esta líneas, es que si la mayoría de los hombres nos ven ya de por sí como puros objetos debido a nuestros cuerpos, ¿no es un poco contradictorio que se los sirvamos en bandeja? Hace dos años escribí un artículo para una conocida publicación de la prensa rosa en el que analizaba el curioso fenómeno por el que casi todas las presentadoras de televisión (excepto las de informativos, pero tiempo al tiempo) lucen vertiginosos escotes.
¿De verdad todas ellas han decidido voluntariamente presumir de pechos? ¿En serio? ¿Todas? Las redes sociales se cebaron conmigo. “Retrógrada” o “machista” fueron algunos de los piropos con los que me obsequiaron, en su mayoría mujeres. Una conocida tuitera incluso me escribió unas palabras que me dolieron en el alma y que aún recuerdo: “Si esto lo hubiese escrito un hombre tendría delito, pero que lo escriba una mujer es vomitivo”. Sin embargo, no me quedé callada. Le contesté que por tener pechos no tenía por qué estar de acuerdo con todas las mujeres del mundo que los enseñan, fuesen cuales sean sus motivos. Y puede que ahí esté el quid de la cuestión.
Me cabrea enormemente que las mujeres que quieren enseñar teta con fines promocionales, publicitarios o profesionales lo tilden de feminismo. Por ahí sí que no paso. Me parece totalmente lícito el hecho de que una actriz quiera promocionar una película sobre la madre Teresa de Calcuta con un posado en ropa interior. Chapó por ella. Pero que no me diga que lo hace porque eso es el feminismo. No querida, eso se llama vender revistas. Y lo respeto. Pero llamemos a las cosas por su nombre. De hecho, voy a ir un paso más allá. Mujeres del mundo que enseñáis pecho, pierna, vagina o lo que queráis, y que tenéis un papel relevante en la sociedad: Hacedlo, disfrutad con ello, sentíos orgullosas (porque no hay motivos para no estarlo), pero no mezcléis churras con merinas.
Ni yo soy más feminista por querer mantener mis lolas a la sombra ni vosotras menos por lo contrario. Simplemente, en lo que a tetas se refiere, todas somos mujeres. Ni feministas ni machistas.