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INFANCIA, KUNG-FU Y CINTAS DE VÍDEO

Hace 45 años que murió Bruce Lee, la persona que cambió mi infancia

La mitad de mi niñez consistió en ir al videoclub y alquilar pelis de Bruce Lee. Siempre que había pelis de Bruce Lee en casa, el VHS ardía. Aprendí artes marciales gracias a él. Me defendí de más de un adversario escolar gracias a él. Bruce no fue sólo un luchador o un entretenimiento cinematográfico. Fue una una inspiración para mí y para otros cuantos millones de niños.

Bruce LeeAgencias

El 20 de julio se cumple el 45 Aniversario de la muerte de Bruce Lee. Bruce Lee, basta con pronunciar su nombre, no hay mucho más que añadir. Y como suele ocurrir en estos casos con las efemérides de cualquier mito, icono o leyenda, medios de comunicación de todo el mundo invadirán cual tsunami tus redes sociales, canales de televisión o páginas de periódicos, de noticias relacionadas con Lee Jun-Fan, su nombre de nacimiento.

Así que es absurdo que yo escriba otro artículo más hablando sobre las maravillas del rey de las artes marciales. O, no sé, sobre los múltiples y morbosos misterios que rodearon su temprana muerte. Muerte que le llegó, curiosa y paradójicamente, mientras rodaba 'Juego con la muerte', película en la que se enfrentaba con el baloncestista Kareem Abdul-Jabbar. Uno de los muchos vips que quisieron ser alumnos de Lee. Otros de ellos fueron Steve McQueen, James Coburn o Roman Polanski.

Los que están escalando la cima de los 40 o incluso ya la coronaron hace tiempo, recordarán aquellas tardes de viernes deambulando por los, afortunadamente, muchos videoclubs que poblaban las calles de los 80. Yo, lo recuerdo perfectamente, insistía a mi padre una y otra vez para que alquilase películas de Bruce Lee.

En realidad no tiene tantas, apenas un puñado de 5 ó 6, me refiero a films de artes marciales, no a sus prescindibles trabajos como actor dramático. El resto de su, supuestamente amplia filmografía, lo componen una serie de títulos protagonizados por un montón de imitadores como Bruce Lai, Bruce Lye, Bruce Liang o Bruce Le, por nombre, el que más se acerca. Algunos de ellos continuaron diciendo que eran Bruce Lee incluso tras la muerte del propio Bruce Le.

Tenías que haber visto demasiadas veces las de Lee para querer ver las de Lai, Lye, Liang o Le, algo que difícilmente ocurría. Lo de Bruce Lee fue un boom, una droga, un bucle. Esas películas no paraban de alquilarse, y claro, hay que tener en cuenta que estamos hablando de cintas VHS, esto quiere decir que a veces los problemas de tracking dificultaban el visionado y provocaban el cabreo mío y el de mi hermano pequeño.

Cuando esto ocurría, y ante la imposibilidad de disfrutar de las palizas del amigo Bruce, nuestra obsesión nos llevaba a intentar reproducir esas peleas en el salón, si estábamos solos, o en nuestra habitación, si estaban nuestros padres.

Era algo parecido a jugar al 'Twister'. Una mano aquí, un pie allá, un puñetazo aquí, una patada allá. A veces la cosa se nos iba de las manos y acabábamos zurrándonos por encima de nuestras expectativas. Yo incluía algún extra en nuestras exhibiciones privadas de 'Jeet Kune Doo'. Me fascinaba Larvell Jones, el policía 'beat beatbox' de 'Loca Academia De Policía'.

Así que cada gesto, cada movimiento, cada uno de mis ataques, iba acompañado de un sonido ad hoc. Era una especie de Bruce Lee al cuadrado, una especie de súper luchador con efectos especiales. O eso creía yo por aquel entonces.

Hubo un periodo de mi infancia que vivía por y para Bruce Lee. Gracias a él incluso aprendí unos cuantos ejercicios de artes marciales que me sirvieron, no sólo como un mero entertainment, sino como una más que eficaz arma ante las amenazas del chulito de la clase. A quien, gracias a Bruce, tumbé en más de una ocasión.

Bruce Lee fue y es una inspiración dentro y fuera de las artes marciales. Trascendió lo físico y quiso ser también una inspiración en el terreno de lo espiritual. Sus libros de enseñanzas se hicieron archifamosos pero nunca me interesaron tanto como lo estrictamente cinematográfico.

De hecho, internet está infestado de frases 'Brucelinianas' cuyo tufo a autoayuda me repele sobremanera. Creo que la culpa de esto la tiene sin duda 'Paulo Coelho'. Aun así creo que es imposible prescindir de su mítica: “be water my friend”, un prodigio del marketing, ya que el marketing fue algo que siempre acompañó a Bruce durante toda su vida.

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