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Por realizar ciertos actos sexuales y por disfrutar de mi cuerpo

Si haces eso en la cama, te llamarán guarra

Compruebo con estupor que, en pleno siglo XXI, los hay y las hay (sí, queridas) que me tildan de guarra (y no el embutido) por realizar ciertos actos sexuales y por disfrutar de mi cuerpo cuándo, cómo y con quién me da la gana.

Cosas de la primera citaPexels

Siempre me he considerado bastante liberal en cuanto al sexo. Me complace pensar (nunca mejor dicho) que tengo la madurez suficiente como para decidir qué quiero hacer, cómo lo quiero hacer y con quién lo quiero hacer. Algo que para muchos será obvio, pero que para otros, aunque también lo sea, no pueden evitar juzgarme por el simple hecho de ser mujer.

Y ahora es cuando tú, querido lector masculino, pones el grito en el cielo porque ya está aquí otra ‘feminazi’ que viene a decirte que tienes doble rasero en cuanto al sexo. Tranquilo, cuando termines de leer este artículo comprobarás que no solo me refiero a los hombres.

La misma cantidad de mujeres me han tachado de ‘ligera de cascos’ cuando les he contado mis andanzas sexuales. Será cosa del heteropatriarcado que ha calado hondo. Será.

Empezaré primero por el mundo de las primeras citas ya que en ellas las mujeres parece ser que debemos aparentar que no estamos interesadas en el sexo. Claro, estoy en Tinder y me he depilado, pero no estoy aquí por las altas probabilidades que hay de terminar echando un polvo. No, qué va.

- ¿Se la chupaste en la primera cita? Guarra.

Ser mujer y realizar una felación a un hombre al que acabas de conocer es algo incompatible y altamente reprobable. Lo mismo pasa con los calcetines blancos y las sandalias y yo no veo que sea una moda que vaya a caer en desuso. Jamás he entendido qué diferencia hay entre chupársela a tu pareja y chupársela a un desconocido.

Supongo que será cuestión de confianza. Pero, ¿por qué un beso en la primera cita está bien visto y hasta es algo ‘cuqui’ y bajar al pilón no lo es? Además, qué tendrá que ver la confianza con un acto puramente sexual y fisiológico. Porque aquí no estamos hablando ni de amor ni de sentimientos. Esto es puro sexo, que quede claro.

Eso sí. Me resulta curioso que este hecho, el de realizar una felación en la primera cita, sea algo mucho más condenado por parte de las mujeres que de los hombres. Normal, por otro lado.

¿Qué hombre no estaría encantado de recibir el dulce regalo de una mamada en la primera cita? Quizá sea porque yo soy muy fan del sexo oral en las primeras citas. De hecho, guardo un grato recuerdo de todos aquellos hombres que visitaron mi jardín del amor (cuando quiero soy una romántica empedernida) sin conocerme apenas.

- ¿Dejaste que te hiciese un cunnilingus en la primera cita? Guarra.

De nuevo, una frase que he escuchado mucho más por parte de mujeres que de hombres. A los hombres lo único que les extraña es que uno de su especie se dedique a tal menester en la primera cita. “Es que sois muy complicadas de pillar el punto. Chupar un pene es mucho más sencillo”, me dicen mis amigos cada vez que saco el tema.

¿En serio? En fin… La clave está en que creo que las mujeres sienten casi más íntimo el hecho de que un hombre lama su clítoris que el hecho de una penetración en sí. ¿La razón? Pues lo de siempre.

Sentirte expuesta físicamente a él y el hecho de tener que conservar nuestra imagen de pureza e inocencia hasta la tercera cita. Otro falso mito que pude desmontar durante un reciente viaje a los Estados Unidos de América.

Hollywood y su alargado tentáculo del amor romántico que ha hecho que las mujeres tengamos que ser (o creamos que tenemos que ser) Meg Ryan en ‘Tienes un email’.

Porque claro, en vez de disfrutar de una sesión de sexo oral por parte de un hombre al que acabo de conocer y al que todavía no sé si le daré o me dará puerta al día siguiente, lo mejor es que le diga que prefiero seguir hablando de nuestras adolescencias y que me lleve a casa a las 12 cual Cenicienta.

Y ahora doy paso a todo lo que, ya sea en una primera cita o con tu pareja de varios años también es tildado de ‘guarrería’. Y por tanto, guarra quien la realice. Por si no ha quedado claro.

- ¿Te masturbarte delante de él? Guarra.

Parece ser que el hecho de querer tocarte en presencia de un hombre es pecado. Ah claro, espera que ya sé de qué va esto. Todo gira en torno al hecho de que si hay un hombre en la cama solo puede tocarte él por mucho que esté dándole a la tecla equivocada. ¡Qué demonios! Y aunque lo esté haciendo de maravilla, ¿es que no tengo derecho a disfrutar de mi propio cuerpo en su presencia?

- ¿Dejas que terminen en tu boca? Guarra.

El estigma social del semen y las mujeres. Sigo sin entender porque está mal visto un acto sexual como cualquier otro. ¿Qué diferencia hay entre los fluidos vaginales al que se enfrentan ellos durante el sexo oral y el semen? ¿Y qué si quiere y quiero que termine ahí?

Además, he de decir que este y el siguiente son los actos sexuales por los que más hombres y mujeres me han llamado guarra. Ah, y si aún encima te lo tragas, guarra al cuadrado.

- ¿Practicas sexo anal? Guarra.

Aquí he de decir que se mezcla lo escatológico con lo sexual y para muchas personas una cosa no va de la mano de la otra. Pero debo aclarar que no tiene nada que ver que una mujer deje que la penetren por el ano que pedirle a alguien que te defeque encima, por poner un ejemplo. De nuevo, la baza de lo prohibido juega en contra de la mujer.

Y lo peor de todo es que estos son solo algunos de los ejemplos más comunes, pero hay otros tantos que hacen que sea casi imposible acostarse con un hombre sin parecer una guarra.

¿Conclusión? Hace tiempo que las mujeres dejamos de compartir lo que realmente hacemos en la cama. Vaya, lo mismo que hacen los votantes del PP cuando les preguntan en las encuestas a quienes van a votar.

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