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Historias de acoso laboral y amenazas de jefes a sus empleadas

Becaria habla con tres personas que han vivido en primera persona el acoso laboral de su jefe.

Acoso laboraliStock

Los jefes que coaccionan a sus empleados para que hagan cosas ilegales en beneficio económico de su cortijo, son una pandemia muy marca España. Sin moral, ética ni nada digno que se le parezca, no son pocos los que utilizan a su personal trabajador como pañuelos de usar y tirar, como bichos con piernas que el sistema pone a su disposición a cambio de un salario miserable que, a veces, se resisten a pagar, y la mayoría de las veces no queda más remedio que tragar.

Tres mujeres nacidas y afincadas en este gran país llamado España, líder mundial en corrupción política y empresarial, comparten hoy aquí, bajo seudónimo, sus experiencias de coacción, humillación y acoso con algunos jefes y sus manos derechas, desde sus honradas posiciones de empleadas, el eslabón más importante y a la vez más vulnerable, porque ninguna empresa es capaz de generar riqueza, por mucho que el patrón invierta, si no cuenta con la mano trabajadora tirando de la cadena.

Evadir el IVA para meterlo en sobres

Ángeles, trabajadora del sector de las reformas, me cuenta que en la empresa para la que trabaja, el 80% de las ventas van sin factura: «Cuando me negué a vender proyectos sin IVA, me comunicaron que era una orden del jefe, que necesitaban dinero en B».

Almudena, administradora de fincas, también me confirma que los pagos bajo manga son su pan de cada día: «Sin ir más lejos, esta mañana el dinero B rodaba por la mesa en una notaría, obviamente sin estar presente el notario, antes de la firma de una compraventa. Curiosamente, quien más tiene es quien más B quiere», cuenta desde su posición cómplice del tejemaneje.

Contratos de trabajo fraudulentos para "ahorrar"

Pero no solo son impuestos lo que el empresario español de a pie defrauda. Comenta Ángeles que su jefe también ha hecho sus argucias para tenerla contratada en situación irregular: «En mi nómina me pone una antigüedad seis años inferior a la real, lo que a final del año supone una pasta. El dueño estuvo todos esos años cambiándome el contrato de una denominación social a otra para ahorrarse más dinero de forma fraudulenta». Y, por si fuera poco, le ha intentado descontar el dinero de su sueldo cuando alguno de sus clientes no ha pagado: «Ha pasado poquísimas veces y con pequeñas cantidades, pero ha pretendido descontármelo de la nómina, lo cual he tenido que pelear mucho alegando que era ilegal».

Y aunque protestes, salgas a manifestarte y recojas firmas en Change.org, cuando tienes que pagar el alquiler, la luz, el gas, el teléfono y seguir con la mala costumbre de comer todos los días, no te queda otra que tragar sin dejar de pelear.

Prohibir las vacaciones

Un derecho fundamental para cualquier persona como son las vacaciones, a Ángeles su jefe también le ha amargado la existencia en lo que a ello respecta: «Todas mis vacaciones no pude disfrutarlas tranquila, siempre con miedo a que me echaran por cogerlas, y en su momento tuve que pedir asesoramiento al sindicato porque era puro acoso laboral». Añade que «hubo muy buenos empleados que se fueron por la presión y por no aguantarlo. Suele bebe vino y nos llama borracho para amenazarnos con echarnos si no vendemos». Poniendo el broche a su interminable colección de ilegalidades laborales sufridas, me cuenta que su patrón pasa el día criticando a este gobierno socialcomunista y que, quizás por casualidad, lleva una pulsera verde con el nombre de un famoso partido político con nombre diccionario.

Acoso sexual en hostelería

Carmen es una más de esas mujeres que han vivido el acoso detrás de la barra de un bar, muy habitual cuando sus gestores se creen que las camareras son objetos de su propiedad: «El encargado quería tener algo conmigo y le decía que no. El resultado es que, a partir de ahí, empezó a maltratarme, hasta que un día me llamó "hija de puta", ese día, me quité el delantal y me largué con la cafetería a tope».

Al igual que comentaba Ángeles de su jefe que la amenazaba borracho por teléfono, Carmen también ha sufrido la presión de un jefe tirano en su actual empresa de servicios, a quien llamaba "traumatizada" por rebelarse frente a sus ataques e insultos: «Era grosero, alcohólico y ladrón. Afortunadamente, ahora hay otro gerente, pero fue un personaje que todas las compañeras hemos tenido que sufrir, más que los compañeros hombres. Algunas se pasaron años acongojadas».

Negociaciones fraudulentas en el puticlub y proxenetismo

También me cuenta Almudena que en su anterior trabajo en una empresa constructora hace no muchos años, sus jefes iban a cerrar negocios de dudosa legalidad a un club de alterne, y ella tenía que acompañarlos como quien va a la cafetería de la esquina: «En esta empresa me mandaron falsificar un seguro de responsabilidad para hacer una obra, obligatorio en todas las constructoras, cambiando la fecha del que estaba caducado».

Recalca que les importaba más el dinero que la seguridad de sus trabajadores, por no decir que su valor era igual a cero: «En una ocasión me mandaron subir a un andamio de cuatro plantas sin ninguna medida de seguridad para hacer fotos a unos desperfectos de una fachada». Concluye que salió por patas de aquella empresa turbia y fraudulenta cuando le sugirieron llevar las cuentas de un puticlub «para el que iban a traer chicas del extranjero maquillando sus servicios como alquiler de habitaciones».