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EL AUTOR DE LA NOVELA ‘POR 13 RAZONES’ HABLA SOBRE BULLYING, VIOLACIONES Y SUICIDIO

Jay Asher: “Si no se habla de las violaciones de una forma sincera, nunca vas a pedir ayuda”

El responsable de uno de los fenómenos seriéfilos del año, el autor de la novela en la que se basa la serie ‘Por 13 razones’, Jay Asher, está de visita en España y ha charlado con Tribus Ocultas sobre la importancia de hablar sin tapujos de temas tan duros y controvertidos como acoso escolar, las violaciones y el suicidio entre adolescentes.

Por Trece Razones no solo apunta al suicidioNetFlix

Publicada hace una década en forma de novela, la historia de Hannah Baker se convirtió en un auténtico fenómeno de masas a nivel mundial esta primavera gracias a la serie homónima de Netflix protagonizada por Katherine Langford y Dylan Minnette, dos jóvenes estrellas que dan vida a Hannah Baker y Clay Jensen.

‘Por 13 razones’ no admite término medio. O se la quiere o se la odia. Ya sea en formato libro (editado en España por Nube de tinta) o en su versión seriada en streaming. Jay Asher, autor de la novela en la que se basa la serie, ha estado en Madrid y ha hablado largo y tendido sobre las implicaciones de su obra, su razón de ser y el porqué se atrevió con temas que la mayoría elude tratar.

¿Cómo está viviendo el fenómeno Hannah Baker 10 años después de haber publicado la novela?

La verdad es que resulta increíble. Uno nunca se espera que 10 años después de publicar una novela la gente siga hablando de ella y que cada vez sea más fuerte. Ha sido un verdadero honor para mí, porque lo que más me gusta de ser escritor es que uno puede viajar por todo el mundo y también visitar distintos colegios e institutos y conocer a mis lectores cara a cara. Mi libro sigue siendo un éxito y me permite escuchar las reacciones. Eso es gratificante.

En ‘Por 13 razones’ se atreve con tres temas poco habituales en la ficción: acoso escolar, violaciones y suicidio adolescente...

Creo que esa es una de las razones por las que el libro ha seguido vivo todo este tiempo. Es porque trata de temas que afectan a todo el mundo, pero, sobre todo, a los adolescentes. No se habla mucho de esos temas o, por lo menos, no de forma realista y sincera. Creo que por eso hemos seguido en el candelero.

¿Habló con victimas y/o expertos para documentarse antes de sentarse ante la hoja en blanco?

Bueno, tuve un familiar que intentó suicidarse cuando tenía más o menos la edad de Hannah Baker. Eso sucedió nueve años antes de que se me ocurriese la idea de esta novela. Nunca había pensado en escribir sobre esto, pero durante ese tiempo hablé con ella, la estuve acompañando, viendo cómo mejoraba, yendo al psicólogo… Me contó todo lo que había vivido, lo que le había empujado y eso para mí fue una revelación, me abrió los ojos.

Parte de su historia se centra en cómo ella no veía a nadie en su entorno con quien hablar de estos temas. No se sentía cómoda pidiendo ayuda. No sabía si se iban a reír de ella, si la iban a tomar en serio. Así que, cuando se me ocurrió la idea de este libro, sentí que tenía que escribirlo. Fue un tema personal pero también sentí que era un tema que tenía que ser contado. Sé que hay gente que no se siente cómoda leyéndolo, pero tenía que hacerlo.

La serie ha generado mucho revuelo. Hay quien la considera necesaria, útil, y quien la acusa de ‘romantizar’ el suicidio, ¿qué opina de toda esta polémica?

Pasa lo mismo que con el libro. Una serie de televisión llega a más gente, así que hace más ruido, pero tuve la misma reacción cuando salió publicada la novela. Es decir, o la quieres o la odias. Eso se puede decir de cualquier libro que toque temas incómodos. Esa es la parte más frustrante para mí en tanto que autor. ‘Por 13 razones’ me ha traído cosas muy positivas.

En los últimos diez años he escuchado feedback por parte de lectores que les ha gustado el libro y a menudo hay personas que me dicen que la novela y la serie les han salvado la vida porque se han sentido identificados con ese material.

Y no solo por eso, si no porque vieron que tenían que pedir ayuda, que es lo que no hizo Hannah. Así cuando lo oyes por parte de adolescentes durante diez años y luego oyes a otros que dicen que lo romantiza, la verdad es que te frustra. Hay mucha gente que prefiere no tratar estos temas porque son incómodos y eso contribuye a esa bola de nieve que provoca el problema.

El trágico desenlace de Hannah se sabe desde el inicio, pero ¿no se sintió tentado a darle un final feliz a la historia?

Sí, cuando acabé el primer manuscrito ella vivía. Pero pensé que era porque mi familiar había terminado viviendo y me gusta la idea de que uno puede tener una segunda oportunidad. Pero decidí cambiar el final de la historia por respeto al tema, por respeto a la gravedad del tema. Es decir, que si esto pasa no hay segundas oportunidades aunque haya personas como Clay, que van a estar ahí, o como tus padres, que van a estar ahí si te quieres abrir a ellos. En general no hay segundas oportunidades.

Algo implícito ya en el título del libro es que no hay una única razón por la que alguien se suicida, pero ¿pesan unas más que otras? ¿Existe una forma de medirlas, por así decirlo?

Una de las preguntas más habituales que me hacen los jóvenes es que si hay algo de toda esa lista que si no hubiera pasado todo lo demás tampoco. A mí me gusta decir que nunca lo sabremos. De eso se trata. Cuando hacemos algo no sabemos qué impacto va a tener. A lo mejor habría tomado la misma decisión. O a lo mejor no y todo lo demás no le habría parecido tan horrible.

Una de las cosas que me cambió en la cabeza es la idea de los rumores, que la gente se cree. Un rumor per sé es algo horrible, pero cuando la gente se cree un rumor, cuando no sabe si es cierto o no, eso cambia como las personas se tratan entre ellas y eso sí que tiene un efecto de bola de nieve. Un rumor no es solo un rumor, si no que afecta a las personas que lo escuchan.

En la novela la presencia de los padres es casi inexistente, pero no solo los de Hannah. ¿Cree que parte de la culpa reside en ellos, en los padres tanto de víctimas como de verdugos?

Una vez más la respuesta es la misma, no hay forma de saberlo. Quién sabe. En la novela no mencioné mucho su vida en casa porque no quería que eso se convirtiese en una excusa. En la serie sí que se adentran más en la vida familiar, pero creo que también podemos ver que sus padres tienen que lidiar no solo con su hija si no con su propio estrés. Hannah podría haber sido una especie de carga para ellos y eso es una realidad hoy en día.

¿Por qué no les contó nada a sus padres? Esto lo vemos en el día a día. Muchos adolescentes intentan lidiar con sus problemas ellos solos y no se relacionan tanto con sus padres porque no quieren ser una carga. Por eso es importante que los padres se den cuenta de que sus hijos no son una carga, que les trasmitan que pueden acercarse, que los hijos se olviden de todos los pesos que tienen los padres como adultos. La gente tiene que saber todo eso.

Llama la atención que Hannah use cintas de casete para grabar su testimonio, ¿por qué elegir un medio tan de otras décadas?

Lo hice para mantener la modernidad. (Risas) Voy a explicarme. Se me ocurrió la idea de esta novela hace unos 13 años. Si hubiera usado el tipo de grabación más moderna de hace 13 años y los personajes fingieran que era muy moderno, hoy en día se vería muy viejo. Así que quería usar algo que para ellos ya resultase viejo. Cuando Clay recibe las cintas ni siquiera sabe darle al play.

Eso hace que el libro, efectivamente, aguante mejor el paso del tiempo, pero deja esa sensación de que el acoso escolar de ahora es otro. De que ya no se queda en el colegio, de que se va a casa con su víctima. En el móvil, el ordenador…

Creo que ahora las cosas son mucho más difíciles para los adolescentes y también para los adultos. Entonces no había cyberbullying. Había Internet pero no Facebook, MySpace… Así que todo eso era novedoso y podría haberse incluido. En la novela es un rumor que se difunde con las palabras, mientras que en la serie se difunde por una imagen. Ahora no puedes separarte del acoso y eso lo hace mucho más difícil.

Comentaba antes que Hannah siente que no puede hablar con nadie de lo que le ocurre, más aún después de la violación, ¿cree que es en parte debido a la estigmatización de las víctimas?

En Estados Unidos hemos empezado a hablar hace poco de que ahora no se habla tanto de los casos de violación. Creo que es bueno ver que eso pasa, que es una realidad y ver cuáles son las repercusiones negativas de esas violaciones. Parte de esos estigmas se deben a que si no vemos que en nuestra sociedad y en nuestra comunidad se habla de las violaciones de una forma sincera, entonces uno nunca va a pedir ayuda porque pensarás que la gente no te va a ayudar.

Y, sin embargo, siempre hay personas a las que podemos acudir, aunque sea un número de teléfono anónimo. Los padres de Hannah, Clay, cualquiera de las otras personas incluidas en las cintas le podría haber echado una mano. Pero ella lo pasó por alto, igual que le pasaba a mi familiar y le pasa a mucha gente. Llega un momento en el que no ves la posibilidad. Si llega ese momento en el que no confías en nadie, no puedes dar marcha atrás. Y ese es el punto en el que está Hannah después de la violación.

Cuando llega al despacho del orientador, en el último capítulo, da la sensación de que en realidad va con una idea fija que solo quiere que se la confirmen, ¿era esa la intención?

De alguna forma ella entra y dice ‘es la última oportunidad que me doy’. Ella lo que está haciendo es que se lo está demostrando a sí misma. ‘Voy a entrar aquí porque esta persona no me va a tender la mano y no va a hacer las cosas como debe’. Para esa escena me inspiré mucho en un hecho real.

Cuando estaba en el instituto formaba parte del consejo de asesoramiento y la gente se nos acercaba a veces para hablar de temas que no se encontraba cómodo hablando con los adultos, pero a veces había comentárselos porque eran muy serios. Acudí con esta persona.

Yo iba a estar presente, como apoyo moral solo. El orientador reaccionó y actuó igual en la vida real, hizo preguntas, pero no quiso ir más allá. Yo conocía la historia e intervine diciéndole que tenía que contar todo lo que me había contado a mí. Entonces todo cambió. Hay un momento en el que hay que incitar a las personas a que se abran.

Es una responsabilidad compartid, unos y otros son incapaces de recorrer el camino que les separa para encontrarse y llegar a entenderse.

Sí, creo que eso queda plasmado muchas veces en la novela y en la serie. Cuando Clay se enteró que Hannah lo estaba pasando mal y ella le rechaza, no sé qué habría sido lo correcto, pero él sabía que había algo malo. A lo mejor podría haber intentado hablar con ella al día siguiente.

Y ella sabía que él estaba allí, pero pasaba tanto en su vida que se sentía incómoda intentando abrirse a Clay. Así que hay varios momentos en los que ambos podrían haber reaccionado de forma distinta. Hay muchos casos en los que no hay una única forma correcta de abordarlo. Es algo incómodo y cuando más hablemos de ello, menos incómodos nos sentiremos.

Al final, lo que parece es que existe una gran falta de empatía en el entorno de Hannah y que esa incapacidad de ponerse en el lugar del otro y de cómo se puede sentir desemboca en un suicidio, ¿no cree?

Sí, creo que esa es mi palabra favorita, empatizar. Me encanta lo que hay detrás de la palabra empatizar. Creo que todos podemos entender situaciones muy distintas a las que nosotros mismos vivimos. Es difícil porque muchas veces la gente dice que tenía que haber sido más fuerte, y habría sido fantástico que lo fuese, pero todos sabemos que todos somos distintos.

Y esos mismos que dicen que tenía que haber sido más fuerte están sufriendo por cosas que a ellos les molestan y a otros, no. No sabemos cómo es la vida de los demás y todo el mundo se enfrenta a su realidad de forma diferente. Por eso tenemos que empatizar.

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