El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
Liopardo
Por suerte para estos legionarios, en España hay un vacío legal que hace que el humor involuntario no cuente como humor y por tanto no esté perseguido. A esos legionarios y a quien los invitó a la fiestuqui, les pesó tanto el folclore que nadie cayó en la cuenta de que acababan de rebasar sin querer los famosos límites del humor. Si en un ataque de españolidad, además de a los legionarios, desde la unidad de oncología infantil hubiesen invitado a Fran Rivera apestando a toro a matar una vaquilla a delante de los niños "va por vosotros, para que veáis que el bicho era joven pero no ha sufrido", ¿nadie se hubiera percatado de que allí estaba pasando algo raro, algo realmente incómodo? La respuesta es NO. El humor involuntario es lo que tiene. Él y sus protagonistas son inocentes, como un cervatillo, como el hijo de Bambi sacándose el carnet de la Asociación Nacional del Rifle sin caer en el punto cómico de la situación. Hablando de la Legión, todo este jaleo de la persecución al humor voluntario y la impunidad del involuntario, podría remontarse a su fundador, Millán Astray, el amigo de los niños. El humor involuntario, esas barbaridades que se hacen sin darse uno mucha cuenta, sólo requiere de un ingrediente: no pensar demasiado. El humor que se hace conscientemente es distinto y peligroso porque requiere de inteligencia y esa cosa parece que nunca estuvo muy bien vista para algunos. “Por listo”, es el comentario que suele escucharse antes de una venganza o un castigo. Como le dijo Millán Astray a Miguel de Unamuno aquella mañana que el del parche se levantó folclórico: “Muera la inteligencia. Viva el humor involuntario”. LEER MÁS: Querido limite del humorFLIPAD, legionarios cantándole "Soy el novio de la muerte" a niños con cáncer en el Materno Infantil de Málaga. pic.twitter.com/ijcK45MIkj
— Modesto García (@modesto_garcia) 10 de abril de 2017