El emotivo momento en que un niño paciente de cáncer se reúne con sus hermanos tras seis meses en el hospital
CRÓNICA DESDE EL FESTIVAL DE SITGES: LA NUEVA PELI DEL DIRECTOR DE 'CANINO'
‘El sacrificio de un ciervo sagrado’ es una perturbadora historia que va envolviendo en una estado nervioso al espectador con su inquietante historia de un joven acosador que consigue desestabilizar una familia perfecta dando la vuelta a los valores que forman el tejido conectivo de sus relaciones.
La nueva película del director de ‘Canino’ vuelve a los temas de aquella planteando un secuestro emocional que crea un microcosmos malsano y surrealista como teatro de los temores universales dentro del núcleo social que todos conocemos. Una pieza de cámara de ritmo difícil y un terror duro e inquietante, que trafica con el constante temor a la pérdida y nuestra propia amoralidad. Con alusiones bíblicas al sacrificio de Abraham y también a la Grecia antigua, hay una carga amenazante de lo sobrenatural en su desagradable descripción del abismo sobre el que penden los valores del ser humano.
El transcurrir narrativo es frío y deja su marca en el diálogo (el guión fue co-escrito por el colaborador habitual de Lanthimos, Efthymis Filippou) y una aséptica paleta de colores pálidos que nos llevan casi hasta el punto de completa alienación, para volvernos a sacar, de vuelta, con algunas imágenes y revelaciones fuertecitas. El director nos manipula, nos engaña para que aceptemos algo terrible, como lo hizo Michael Haneke en su ‘Funny Games’.
Su influencia está por todas partes, pero también hay algo de Stanley Kubrick, particularmente en la forma en que Lanthimos evoca el terror congelado de ‘El Resplandor’. En ese sentido, ‘El sacrificio de un ciervo sagrado’ es una película de realización exquisita y llena de imágenes sorprendentes con ocasionales señales de música que crean tensión en los momentos menos esperados (o apropiados).
No es conveniente revelar demasiados detalles de la trama salvo que trata de un cirujano cardíaco (un Colin Farrell casi zombi) y su esposa (una gran Nicole Kidman), que se encuentran en una situación de pesadilla cuando un peculiar adolescente entra en sus vidas.
El repaso de los pecados pasados convierten la obra en una especie tragedia clásica, aunque uno con un sentido moderno del cinismo que incluso da lugar a momentos divertidos que provocan risas nerviosas que van acercándonos centímetro a una decisión impensable. Lo que en última instancia se ven obligados a hacer es horrible, pero nunca sentimos nada por ellos o por su difícil situación. Hay lágrimas y algunas ráfagas de ira, pero en general la obra provoca un gran vacío emocional.
Algo deliberado, pero sin embargo se separa tanto de nosotros que no hay conexión o empatía ante la propuesta cruel y poco amable de ‘El sacrificio de un ciervo sagrado’. El tono desolador y solemne de la película resulta más frustrante que provocativo, en gran parte porque ya lo hemos visto antes en ‘Funny Games’, ‘Stoker’ (también con Kidman), e incluso en la propia obra del director. Al final, el largometraje parece un experimento para probar nuestra paciencia.
Laminthos nos empuja a límites en diferentes grados, cuestionando cuánta crueldad podemos presenciar y también dónde está nuestra moralidad, mientras él, lentamente, nos aleja de una realidad estable dentro de su universo del absurdo.
Con sus tres últimas películas, Laminthos ha mostrado un estilo cinematográfico real y que consigue hacer una infusión de comedia negra, exageraciones ridículas de la sociedad y violencia extrema. ‘El asesinato de un ciervo sagrado’ es la más franca de las tres, una rebanada de cine tan salvaje como mecánico, que se percibe tan obvio en sus intenciones, tan entregado en un estilo deliberado que comienza a cansar llegado a cierto punto.
Mientras que en ‘Langosta’ todo pasaba en un futuro indescriptible, lo que significa que las excentricidades discurrían de forma natural, la mayor parte de los elementos anormales de esta se notan forzados y acaban distrayendo. El tercer acto cambia a un terreno más dramático y se deshace de estas peculiaridades superficiales y es en ese momento en el que la película se muestra considerablemente mejor. El descenso a la crueldad es predecible, carente de la sorpresa que hacía sus anteriores obras tan asombroso dando un resultado interesante sobre el que recorre la sensación de estar viendo más de lo mismo.