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VUELVEN CON FUERZA

Las salas X regresan para los millennials, pero ahora son clandestinas

Las últimas salas X de España fueron cerrando a lo largo de la última década. Eran cines donde se proyectaba porno hetero, pero allí, generalmente, acudían hombres no para ver la película, sino para mantener relaciones sexuales.

Las salas X eran, de alguna forma, clubes sociales, donde había visitantes asiduos que mantenían una doble vida.

Fuera del cine se aparentaba ser heterosexual y una vez que entraban a la sala daban rienda suelta a su inclinación homo o bisexual.

Los cines de este tipo fueron cerrando porque no era un negocio rentable mantener locales grandes en el centro de las ciudades para un ocio, relacionado con el porno, que cada vez se consumía más en internet.

De esta manera, los sitios con cuarto oscuro cogieron el testigo de las salas X, pero sin películas, y solo para relaciones sexuales.

Pero ahora una iniciativa ha retomado el espíritu de las salas X en el centro de Madrid para millennials.

Esta iniciativa se publicita únicamente en grupos cerrados de redes sociales y foros. Cobran la entrada por PayPal, y no avisan sobre donde está la sala hasta una hora antes de que empiece la sesión.

Cada vez se hace en un lugar distinto, alquilan locales y casas por medio de plataformas inmobiliarias por internet y acondicionan el espacio como si fuera una sala de cine ochentera: con un proyector, palomitas, neones, una barra de bebidas, y asientos cómodos para ver la peli y entablar contacto con otras personas. Y condones.

Esta iniciativa se inició en septiembre de 2018 y ya ha tenido cinco ediciones en la capital.

Según los organizadores, a diferencia de las salas X, en este caso sí acuden personas de ambos sexos y el tipo de relaciones que se mantienen son diversas.

Lo que prima en esta sala X secreta y ambulante es el respeto, y pasarlo bien, y sumergirse en una estética libertina y “sucia” muy de los años en los que las salas X triunfaron, los 70 y 80.

Sin embargo, los espectadores que asisten son muy distintos de los de las salas X originales, son millennials que flipan con la estética de 'Stranger Things' o 'Taxi Driver' y que además quieren algo nuevo que les permita jugar con su sexualidad.

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