Pato de Aqualand se despide de su perra: "Me adoptaste tú a mí"
@BECARIA_
Tengo en mi poder uno de los libros más deseados y cotizados, sin exagerar, del mundo: "Marionetas del pene", un maravilloso manual ilustrado que trata el arte australiano de la papiroflexia genital con el pene, basado en representaciones teatrales de sus autores, Simon Morley y David Friend, creadores de esta manera de redescubrir lo divertido que es retorcerse el miembro viril con posiciones como "la hamburguesa", "el perrito caliente" o el "cordón umbilical", y así comprobar la elasticidad de tu longaniza. La despectiva expresión de "tocarse la polla", con este nuevo arte adquiere una nueva dimensión.
"Creo que sabe hacer figuritas con la polla". Ahí empezó todo un arte que dio el salto del teatro a la literatura, y que estos actores y autores del libro dedican a sus madres y a todas las madres del mundo, un bestseller en su especie porque no hay otro igual en su categoría. Esta obra ya tiene solera; salió en 2003 y casi podría considerarse un incunable. Está más que agotado y descatalogado, y solo puede conseguirse a través de algún turbio comercio en el mercado negro o entre particulares.
Las herramientas de este oficio de performación con la genitalia son tres: el pene, los testículos y el escroto, y parten de un consejo práctico clave a la hora de que cualquiera se disponga a realizar la papiroflexia genital: "puesto que en este mundo a mucha gente le incomoda ver genitales masculinos expuestos, es muy importante asegurarte de que a tu público le apetece y acepta esta forma de arte. La papiroflexia genital no pretende sorprender ni ofender".
El arte de torcerse y retorcerse el falo que cayó entre mis manos sin pudor para crear divertidas y amorfas formas dignas de un Kamasutra de la mano loca, se presenta como un origami con la polla enterrando anticuadas masculinidades para fomentar la felicidad y la risa. Pasemos a ver los números y diseños más arriesgados. Porque quién se va a resistir a un hombre que en la primera cita te seduce con su pene hecho una hamburguesa abrazando con los testículos el tronco o simulando una vagina (ya hay que echarle imaginación) escondiendo el mondongo y estirajándose las gónadas como si de una vaginoplastia hecha a ciegas se tratara.
Es imposible comentar estos documentos gráficos sin perder la elegancia, pero sigamos. Otra de las posiciones más infames de la papiroflexia de los cojones es "el bulldog", asomando por detrás los huevos hechos una pelota como si fueras un perro de esta encantadora raza. Como diría un sevillano, "menudo lío, picha".
Y una torsión testicular que sintetiza muy bien la existencia de este manual es "el cerebro", un agarre de huevos comprimiendo la historia del hombre en una bolsa escrotal casi gangrenada simulando el órgano pensante.
El tratado para hombres más ilustrativo de todos los tiempos finaliza con la nota de un médico especialista en medicina laboral: "Estoy convencido de que, siempre y cuando hagan caso de las precauciones que les he recomendado, no sufrirán daños o lesiones a largo plazo como consecuencia de su representación teatral", y una advertencia médica fundamental: "Practicar la papiroflexia genital en exceso puede causar daños irreparables. Ignorar esto provocará que ocurra lo que vuestras madres siempre os avisaron que pasaría…".
Este libro ya no está la venta ni se le presume reedición alguna en ninguna parte. Y ninguna genitalia ha sufrido para la elaboración del presente artículo.
Gracias a la Librería Central de Gijón por cederme su espacio para fotografiar este libro y no vetarme el derecho de admisión.
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