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CUANDO TE DAS CUENTA QUE TIENES POCAS COSAS EN COMÚN CON TUS PARIENTES

Manual para sobrevivir a las navidades si eres feminista

Ya han llegado las navidades y con ellas los reencuentros con la familia. Todo son abrazos y felicidad hasta que surge la primera conversación y de repente te das de bruces, un año más, con la realidad: tienes bastante poco en común con el resto de tus parientes consanguíneos. Y no hablemos si además eres feminista y sueñas con que llegue el día en el que haya igualdad entre hombres y mujeres. No estás sola.

Feminismo en Navidad Agencias

Para la mayoría, la Navidad transcurre mientras estamos sentados en la cena, en una experiencia multisensorial. En primer lugar, te encuentras con una mesa que va vestida con sus mejores galas: brillos y múltiples colores donde no falta un mantel rojo. Sí, ese que hace que pierdas de vista el jamón que solo ves a través del plástico de los envases del súper.

En segundo lugar, la gula no te va a abandonar hasta el 7 de enero, y comenzará en el primer instante en el que el sinfín de manjares empiece a desfilar delante de tus ojos. Y mientras tanto, de fondo y a modo de coro de villancicos, tus oídos irán deleitándose con los comentarios del cuñado de turno, y harán que te atragantes con uno de esos langostinos que te comes con ansias.

Antes de caer en la desesperación y plantearte no volver a un encuentro familiar, aquí van algunos consejos que te pueden ayudar a mantener tu equilibrio mental.

1.- Ellas sirven y recogen la mesa; ellos comen gambas

Tu abuela, tu madre, tu tía o tu prima o una combinación de varias: ellas son las que se echan a la espalda el peso de la preparación de los banquetes familiares navideños. Y por si fuera poco, son las que menos tiempo permanecen sentadas a la hora de comer, porque continuarán con idas y venidas de la cocina a mesa durante toda la noche, en unas horas donde todos los hombres parecen haberse quedado sin piernas.

Puede que si eres mujer, y aunque aún no hayas sido la directora de orquesta de una de estas comidas, sí que te hayan dedicado un: “levántate y echa una mano que ya tienes edad” al cumplir un número determinado de años. Y probablemente desde entonces la cosa no ha cambiado.

Aquí hay dos estrategias de abordaje, y puede requerir de algo de preparación. El primer paso es enviar por el grupo de Whatsapp familiar este vídeo de El sienta madres”: una iniciativa que lanzaron el pasado año desde ‘Locas del Coño’. Esto puede dar pie a una discusión sobre cómo afrontar la preparación de la comida. O no. Pero siempre puedes iniciarla tú y ofrecer un plan alternativo al tradicional que sea más participativo.

Ahí va la primera bomba. La segunda parte del plan se escenifica en la propia cena. Aquí es cuando, llegado el momento de recoger la mesa, ni una mujer, pase lo que pase, levanta el culo de la silla. La otra opción es proponer que ellos recojan, y recurrir a la sentada solo en caso de negativa. Esto ya es cuestión de gustos.

También puedes comenzar proponiendo que sean todos los que colaboren en poner la mesa.

2. Los regalos: muñecas vs. coches

Año tras año, ves cómo a tu prima pequeña la inundan con regalos de color rosa por Reyes: que si un kit de maquillaje, un muñeca con su carrito y sus 20 accesorios de cuidado… Y año tras año te ha hervido la sangre.

Aquí el primer paso también comienza por la preparación del terreno. Puedes pasar este artículo para abrir un poco el debate. Si no sirve de nada y te dicen eso del: “no, pero es que ella es libre de elegir los juguetes que quiera”, obviando la socialización y los modelos de referentes diferenciados con los que nos educan, puedes iniciar tu cruzada personal.

Así que, en lugar de seguir alimentando el imaginario de princesas de tu prima, puedes regalarle cualquier otro juguete no sexuado o que la estimule a través de otros referentes de mujer. Como un libro sobre científicas a lo largo de la historia.

Esto se aplica también a tus primos chicos. Y si quieres ir más allá y provocar algún amago de infarto, regálale una muñeca. Ellos también cuidan ¿no?

3. “Qué más queréis las mujeres”

Ya se sabe: cuando el alcohol abunda la sabiduría y la prudencia huyen despavoridas. Aunque a veces solo saca lo que no diríamos si estuviésemos sobrios. Y puede que sea el caso de tu tío, cuñado, rellene-aquí-el-parentesco.

Así que cuando salga el “¿Qué igualdad? Si ya la hemos conseguido”, o alguna de sus variantes de la boca de algún varón, prepara en tu móvil los datos de los usos del tiempo del Instituto Nacional deEstadística. O los que indican la proporción de mujeres respecto a hombres que ocupan altos cargos.

Y si te va lo hardcore, háblales de la discriminación vertical y horizontal o de la violencia de género. Por supuesto, también es válida la opción anti-conflicto: no meterse en faena y pasar de tu familiar con tres copas de más. Todo depende de cómo conserves mejor tu paz interior.

Si eres hombre y no te has dado por aludido con estos consejos, mal: también te valen a ti. Conseguir la igualdad no es cosa solo de nosotras; está en la mano de cada uno caminar un poco más hacia ese ideal de sociedad. Sería un buen propósito de año nuevo ¿verdad?

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