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ASÍ TRABAJAN LAS CAM GIRLS

Mientras tú ves la tele, quizás tu hijo o tu pareja ve un show erótico en la webcam

Mientras tú ves tranquilamente la televisión en casa, seguramente tu hijo, tu compañero de piso o tu padre está disfrutando en su habitación de un show erótico a través de la web cam. Cientos de chicas emiten día tras día en busca de morbo, de un ingreso extra o como un entretenimiento en pareja. Algunas lo hacen como una forma de entretenimiento amateur y otras de forma profesional.

Anneke Necro ‏ @AnnekeNecro | Twitter

En muchos casos, los usuarios acceden a una sala de chat. Ellas, en su habitación, juegan, seducen e insinúan. Se entretienen charlando con algunos de ellos. Después de estos preliminares, hay quien se calienta y pide que muestren más, que se masturben o que simplemente muestren sus pies (hay peticiones para todos los gustos). Para que esto tenga lugar, una cam girl debe haber recibido suficientes propinas por parte de los usuarios conectados o en su defecto, un usuario concreto debe haber iniciado un chat privado (donde se cobra por minutos).

La industria del porno se ha reinventado a través de las cam girls. Allí y donde los vídeos pornográficos solo ofrecen un mero visionado, los shows de las cam girls proporcionan una experiencia más interactiva y excitante. Por ello, como señala Anneke Necro, muchas productoras de porno han creado sus propias plataformas de webcams. Así, estos portales facilitan la infraestructura, cobran a los usuarios y pagan a las cam girls.

Ellas describen en su perfil sus preferencias sexuales, se definen físicamente o comparten algunas inquietudes. No obstante, desde la visión de las principales protagonistas, las facilidades que ofrecen esas plataformas chocan también contra su propia opacidad: “La mayoría de las veces ni siquiera sabes para quien estás trabajando. Nunca tienes contacto con nadie del equipo, no sabes quienes son”, comenta.

Para Anneke Necro, ser cam girl es otra forma más de trabajo sexual y como cualquier otro tipo de actividad de estas características, está rodeada de prejuicios y estigma: “Algunas personas tienen actitudes clasistas considerando el porno y las web cams algo muy alejado de la prostitución. Es evidente que son trabajos que se desarrollan de distintas formas, pero seguimos formando parte del colectivo de trabajadoras sexuales”, señala tajante.

Hace tiempo que no emite como cam girl, pero anteriormente exhibía sus shows a través de Cam4 y Chaturbate. Es consciente de que este no es un trabajo ideal y que si no eres una estrella del porno o una cam girl con muchos seguidores, el esfuerzo es el doble y el beneficio precario: “Cobras por tokens o sea, propinas. Si la gente decide no darte ninguna propina, pues te puedes tirar horas sin recibir nada.

Luego, también las webs se quedan un porcentaje del total. Hay webs en las que cada token equivalente a un céntimo. Otras llegan hasta los cincuenta céntimos aproximadamente. Esta es mi experiencia, no sé si hay algunas mejores, pero lo dudo. Yo nunca llegué a ganar demasiado, no tengo demasiada paciencia y no puedo tirarme 8 horas o más al día haciendo shows delante del ordenador. Yo solía ganarme unos 500€ al mes máximo”.

La actriz porno Lucía Fernández comenzó en esto como la mayoría de otras chicas: por probar y sin ninguna expectativa de sacar mucha pasta.

“Me lo tomo como un complemento de otras actividades, como son la pornografía y los servicios de escorts. Personalmente creo que es más rentable desde un punto de vista económico grabar una escena que emitir en webcam. En una escena heterosexual vaginal se cobra un mínimo de 400 euros, que es más de lo que gano como cam girl en una semana”. Emite a través de la web de Actrices del porno y a veces, también por Skype.

Rodar para Cumlauder, ha incrementado drásticamente la popularidad de Lucía y con ello, su número de seguidores en redes sociales, donde patrocina sus shows. Como profesional de la industria pornográfica sabe que la puesta en escena es importante. Comenta que la iluminación, la indumentaria y el maquillaje son detalles que nunca hay que descuidar. Ella, como el resto, no quiere vender “una paja” sino una experiencia que asegure que los usuarios vuelvan a su perfil.

“Muchas veces estando en la sala se conectan hasta cinco o seis chicos, todos hablan a la vez y quieren toda tu atención. Ninguno puede saber que en la sala hay más gente. A veces uno te pide que te quites el sujetador mientras que otro te dice que bailes.... y todo así. Es bastante desquiciante”, cuenta.

Ella cobra a través de una tarjeta payoner y como Necro, no tiene contrato. Aunque admite que muchos usuarios le piden que haga cosas extravagantes, señala que lo hacen con educación y que hasta el momento, no se han sentido violentada. Recuerda con un humor a un joven usuario, que tenía la fantasía de que ella se hiciera pasar por su madre y le acabara haciendo una paja. Sin duda, un mundo que mientras que para ellos es excitante, para ellas a veces resulta muchas veces cómico y surrealista.

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