¿DÍAS MUY CORTOS?
Nuestro día a día puede ser muy estresante, por eso es normal tener la sensación de que al día le faltan horas. Aquí te contamos las razones por las que nos ocurre esto.
Aunque el día cuenta con 24 horas, muchas veces estamos tan ocupados y estresados que nos da la sensación de que no son suficientes o que el tiempo que hemos tenido no lo hemos exprimido lo que deberíamos. A veces, incluso nos culpamos por no haber hecho todo lo que teníamos planeado hacer. Vivimos en un mundo de mucho ajetreo y es normal tener esta sensación, pero ¿por qué nos ocurre esto? En realidad, existen muy buenas razones que lo explican.
Razones por las que creemos que no nos da tiempo a nada
La primera razón se debe a no establecer prioridades. Queremos hacer tantas cosas en un solo día que al final no nos da tiempo a casi ninguna. En lugar de repartir estas tareas a lo largo de la semana nos empeñamos en hacerlas todo lo antes posible. Es importante saber discernir entre lo verdaderamente primordial y aquello que puede esperar un poco más.
A su vez, no levantarse a buena hora también puede provocar la sensación de que no te da tiempo a hacer nada. Las personas que se despiertan temprano suelen ser más productivas a lo largo de una jornada en comparación a aquellas que se levantan a deshora. Convertir esto en una rutina también puede facilitar que te planifiques mucho mejor.
Del mismo modo, no descansar lo suficiente es otra de las razones de ese sentimiento de que al día le faltan horas. Son muchos los estudios que nos hablan de la importancia de un sueño reparador y que los patrones de descanso insuficientes pueden tener un impacto en nuestra salud y en nuestra productividad. Por eso, de nada sirve que nos acostemos tarde con la intención de aprovechar esas horas de descanso para seguir haciendo cosas, ya que no dormir nuestras horas correspondientes a un buen descanso, hará que seamos menos productivos.
Por último, ser estrictos con el tiempo es otro de los motivos. Esto quiere decir que tendemos a obsesionarnos y a ser muy inflexibles con los plazos. Esta fijación en el reloj realmente puede ser una distracción porque nos hace ir más lentos. Recuerda que cada tarea merece un tiempo determinado, independientemente de lo que se nos haya exigido.
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