@BECARIA_
Becaria escribe sobre los conspiracionistas de teorias climáticas que piensan que nos fumigan, que no existe el cambio climático o que la nieve es plástico.
Los negacionistas y conspiracionistas de teorías climáticas rimbombantes son un chiste necesario para nuestra pervivencia. Todo es mucho más divertido cuando hay un temporal o pasa un avión y deja una estela con forma de pene erecto depilado, y aparece algún iluminado hablando de intereses ocultos para exterminar a los humanos aludiendo a los chemtrails, o de repente se pone a nevar y media docena de ceporros saquean el mostrador de mecheros del bazar chino para demostrar que los copos son pelotas de plástico. Lo que nunca les ha dado por decir es que el cambio climático sea un complot para vender más paraguas, lo cual tendría mucho más sentido. Pero, ¿quiénes son esos que supuestamente quieren exterminarnos? ¿Reptiles con piernas? Por ahí va la cosa en sus espectaculares imaginaciones.
¡Nos fumigan!
"¡Nos fumigan!" es el grito de los conspiracionistas de los chemtrails, quienes llaman así a las estelas de condensación de los aviones en el cielo, sosteniendo que en realidad son productos químicos nocivos rociados a propósito en la atmósfera con el objetivo de modificar el clima y propagar enfermedades para reducir la población. Coincide que quienes creen en esta fumigación aérea secreta son también consumidores de homeopatía y usuarios de pseudoterapias como el reiki o la acupuntura. Durante la pandemia por el Covid-19, también les daba por tomar chupitos de lejía de Pamiés, un reputado curandero sancionado por difundir falsos remedios para curar enfermedades graves. Todo tiene en común la carencia de evidencia científica y el rechazo de estas personas a cualquier cosa que esté relacionada con la ciencia. Eso sí, excepto para entrar en un quirófano o sacarse una muela, donde exigen anestesia sin cuestionar los estudios médicos que hay detrás de estos procedimientos.
En verano, calor; en invierno, frío
Luego están los meteorólogos emocionales que sostienen que "en verano es normal que haga calor y en invierno frío" cuando estás en pleno agosto y sube el termómetro a 45°C, en otoño caen tormentas desproporcionadas como para necesitar una barca para ir de casa al trabajo, o en invierno nieva desproporcionadamente como sucedió en Madrid en 2021 con la famosa nevada Filomena. Eso sí, el calentamiento global es un engaño de científicos y gobiernos para aumentar el control sobre la población y recaudar más impuestos a través de regulaciones ambientales. Vale que Filomena fue una señora mayor enfadada desde el cielo, pero negar el cambio climático es como creer que la Tierra es plana: una posición poco fundamentada de ceporros desinformados. Cambio climático es, por ejemplo, poder salir en octubre con chanclas sin congelarte los dedos.
Nieve de plástico
Cabe cerrar este tratado de climatología con Filomena, el nevadón en el que el ilustre expolítico Pablo Casado salió a la calle con una pala a hacer como que movía nieve de un centímetro a otro. Esta hazaña épica no fue nada comparada con la insuperable conspiración que trajo Filomena de que la nieve que caía era de plástico. Personas sin complejos subieron en sus redes sociales videos intentando quemar nieve con un mechero para demostrar que no se derretía. Sin ánimo de impresionar a nadie, la nieve es, de hecho, agua congelada. Pero, a pesar de esta lección de ciencia invernal inolvidable, muchos de aquellos químicos de salón siguen en sus trece. Definitivamente, la conspiración es más un problema psicológico que de información y formación.