El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
SE ESTRENA "VERÓNICA"
No, desde luego que no es el único director de cine de terror ibérico que nos queda. Pero sí es el único cineasta patrio que se ha mantenido fiel a su pasión inicial y representa, con su obra, un compromiso por el género que tan sólo se podía observar en nuestro país antes de que la 'ley Miró' destrozara la pequeña industria de fantástico y terror española.
También está su fiel compañero Jaume Balagueró, que también tiene un universo propio y se mantiene como el nombre más importante en lo suyo, pero el catalán tiene una vocación más internacional, más universal. Sus películas recogen una tradición gótica y la subvierte utilizando algunas características propias de la crónica negra castiza, pero que pueden comunicarse casi sin traba con otras sensibilidades europeas.
Sin embargo, Paco Plaza ha ido buscando su espacio a lo largo de las bobinas de celuloide que ha ido firmando hasta encontrar un tono que le calza a la perfección. Su estilo se ha ido perfeccionando a raíz de elaborar una inmersión de los géneros (hombres lobo, slasher, zombies, fantasmas) dentro del caldo de cocido que supone el carácter español, nuestra cultura y nuestras miserias.
El resultado es que ha pasado de una profesionalidad profiláctica, algo fría, a soltarse como el director de género que refleja mejor la colectividad de sus tics, ocupando un nicho que Balagueró parece no querer reclamar, al tender a buscar una autoría algo más encerrada en sí misma. Paco Plaza ha logrado aligerar el género con su conexión con el costumbrismo menos decadente.
Enlaza a la perfección con los hitos de la cultura generacional y oscila entre la nostalgia como terapia y el diagnóstico certero de la espontaneidad cotidiana. No desdeña el humor y propone ejercicios híbridos de puro terror, peripecia y acción con cierta vocación de artesano del género, de forma que puede adaptar su discurso a un found footage como ‘Rec’, un splatterepic a lo Sam Raimi con ‘Rec 3: génesis’ o un neogótico de fantasmas y posesiones a lo James Wan en su nueva ‘Verónica’.
Este cambio de chaqueta según las tendencias de género no significa que su sello e impronta no se deje ver en cada una de ellas. Aunque empezara junto a Balagueró con un documental sobre un reality, la infame 'OT: la película' no sería hasta 'El segundo nombre', cuando veríamos su faceta de director de ficción. Adaptando, como su compañero, en su debut, una novela del escritor Ramsey Campbell, mostró su vocación internacional junto al productor Julio Fernandez, que con su Fantastic Factory cimentó las bases del resurgimiento del género en España.
Dentro de dicha productora, Plaza mostró su versatilidad con 'Rosamanta, la caza de la bestia', en 2004, con la que mostraba todavía un tono más solemne y académico del que en realidad ha ido dejando salir el valenciano a partir de su maravillosa 'Cuento de Navidad', un episodio de la serie de Chicho Ibáñez Serrador 'Películas para no dormir' que inventaba ‘Super 8’ y ‘Stranger Things’ antes que J.J. Abrams y Netflix.
Además, mostraba una nostalgia referencial importante al adelantarse al fenómeno ‘Yo fui a E.G.B’ pero no buscaba la idealización de una década como los 80, sino que utiliza su iconografía para aferrarse a una parte de la cultura, muy española, que nuestro cine olvida representar.
Así, tras los inconfundibles toques de comedia de escalera de vecinos de la terrorífica 'Rec' y su secuela, 'Rec 2' en las que dirigía codo con codo con Balagueró, mostró su plena visión de lo que para él es el género en 'Rec 3: génesis'. Una excusa para confrontar los tropos del género tal y como se entiende en el resto del mundo frente a la identidad española a través de algo tan casposo, reconocible y representativo como es una boda de las de toda la vida.
Paco Plaza ha vuelto tras una época de silencio, en la que ha dado tiempo a que la explosión del cine fantástico patrio se fuera revelando como espejismo momentáneo. Todo aquel cine se ha convertido en un tejido disperso y ha sufrido una evolución, apoyada por la taquilla, hacia un thriller español efectivo y reconocible.
Pero él no se apunta a las historias de venganzas, policías corruptos, atracos a bancos o asesinatos en el medio rural. Con ‘Verónica’ vuelve al fantástico sobrenatural sin excusas, para encontrarse con las tendencias más punteras en el cine de terror y volver a inyectarlo en nuestro adn. Se la vuelve a jugar, porque pese a que hagan remakes americanos de películas como ‘Rec’, aquí el cine de terror puro con sello ibérico no consigue plantar raíces.
Mientras fuera inventan una etiqueta para denominarlo y los directores que triunfan se van y acaban rodando blockbusters, en España no se forma un cimiento industrial que facilite que nombres como el de Paco Plaza tengan una continuidad. Por ello, su tesón y fidelidad al género le da un valor añadido a su apellido y lo consolida como lo que es, un supervivente.