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COMO EL QUE VA A LA VENDIMIA EN ESPAÑA

Te pagan 5.000 euros al mes por cortar marihuana en California: bienvenidos a la vendimia made in USA

Verde me quedé cuando dos españolas me contaron cómo habían ganado 10.000 euros en tres meses cortando marihuana. Bienvenidos a la vendimia ‘made in USA’.

Una fumadoraPexels

Estaba en la terraza de un bar en West Hollywood (Los Ángeles) cuando un olor descomunal a marihuana llegó a mis fosas nasales. No era la primera vez. De hecho, he de decir que la banda sonora olfativa de la ciudad huele a cannabis.

Desde hace 21 años, California lo receta con fines medicinales y en noviembre de 2017 se votó a favor de legalizar su uso recreativo para los mayores de 21 años (no puedes llevar más de una onza encima y puedes cultivar hasta seis plantas en tu casa). Una proposición, la 64, que entrará en vigor en 2018.

Sin embargo, acostumbrada al olor a tabaco, puro y copa de España, no pude más que exclamar: “Ya estamos otra vez con el olor a césped”. En ese momento, dos chicas se giraron y comenzaron a reírse: “Sí, ¿eh? Lo mismo se están fumando la que hemos estado cortando nosotras”, me contestó una de ellas.

Pensé que era una broma y, al ser españolas, me acerqué a ellas. Comenzamos a hablar y a los dos minutos me dijeron: “Es que nosotras venimos del Norte de California de trabajar en la vendimia verde”. Ni idea de lo que me hablaban. Tras quedarme con cara de what the fuck? les pedí por favor que me explicasen un poco más.

Tras haber recorrido buena parte de Sudamérica como mochileras, Paula y Raquel se estaban quedando sin dinero y debían regresar a España. “Fue en Quito, en un autobús, donde nos encontramos a un español que nos dijo que él iba al Norte de California a buscar trabajo en las plantaciones de marihuana. Nos comentó que se podían llegar a ganar hasta 5.000 euros al mes y decidimos irnos con él”, me cuenta la primera. “¿Pero necesitabais el dinero?”, pregunto curiosa. “En verdad no. Podríamos haber vuelto a España y ya está, pero nos pareció toda una oportunidad”, contesta Raquel.

Así pues, el trío puso rumbo al llamado ‘Triángulo esmeralda’, un área formada por los condados de Humboldt, Mendocino y Trinity, al Norte de California. Allí todo el mundo sabe a lo que van los mochileros, pero nadie habla de ello abiertamente.

“Tienes que andarte con mucho cuidado cuando le preguntas a la gente por las plantaciones. Hay muchos habitantes que no las ven con buenos ojos y puedes tener problemas”, me advierte Paula. “Lo mejor es llevar un contacto”, apostilla Raquel, “en nuestro caso, el chico español consiguió que unos amigos le dijeran el lugar exacto de una que ofrecía buenas condiciones”.

Condiciones que no se refieren a un contrato laboral, ni a una tarifa económica fija ni a un seguro médico. El concepto de “buena plantación donde cortar marihuana” se traduce en: conseguir una cama con un techo, que esté cerca de algún lugar donde comprar comida y que tu “jefe” no sea un fanático de las armas con un arsenal nuclear en el granero. Si no encuentras eso es muy probable que acabes durmiendo en una tienda de campaña, sin nada que echarte a la boca y con una bala en el trasero.

Una vez que consigues llegar allí, el procedimiento es bastante sencillo. Cobras dependiendo de los gramos que cortas. Por lo tanto, aquello se convierte en una carrera contrarreloj donde nadie se levanta de la silla en 12 o 13 horas de trabajo ininterrumpido.

“No es tan fácil como parece. Tienes que cortar muy bien los cogollos o te los echan para atrás”, me advierten: “Sin embargo, si te lo tomas en serio puedes llegar a ganar 5.000 euros al mes”. Como hicieron ambas. “¿No pasasteis miedo?”, les pregunto. Dudan un segundo y contestan: “Un poco, pero sobre todo porque allí no vas a hacer amigos. Los trabajadores somos pura competencia los unos para los otros y si te descuidas te quitan lo que llevas cortado y se lían unas broncas tremendas”.

La legalidad o no de estas plantaciones aún está en entredicho. Se mueven en un limbo que las obliga a situarlas en mitad de la nada, a sabiendas que los “vendimiadores” no irán a ninguna parte. “¿Vuestras familias lo saben?”, pregunto sabiendo cuál será la respuesta. “¡Ni hablar! Esto se irá a la tumba con nosotras”, sentencian.

El caso de Raquel y Paula es de los mejores. Si buceas en internet hay miles de casos de mochileros (sobre todo españoles) que no encontraron plantaciones y tuvieron que irse con los bolsillos vacíos. Eso en el mejor de los casos.

Lo peor que puede pasarte es que trabajes en una plantación donde tu jefe no pague día a día y espere a que pasen tres meses y tengas que abandonar el país (dado que conocen perfectamente que si eres turista español tu visa no te permite quedarte más) con una mano delante y otra detrás.

Sin duda, el color verde de los dólares nunca fue tan significativo.

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