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La mujer vista por la Iglesia

Becaria analiza el papel que debe tener la mujer en la sociedad según la Iglesia.

Pixabay Biblia

El papel que debe tener la mujer en la sociedad según la Iglesia es bastante limitado si te sales del rol heterosexual con una “vida ordenada”, sin vicios ni perversiones, virgen hasta el matrimonio, casada con un hombre tradicional y trabajador, y con hijos. Cuantos más, mejor. Aunque como dijo Oscar Wilde, “el celibato es la única perversión sexual conocida” y las mujeres tienen que aguantar muchas más injusticias por parte de la institución eclesiástica por el hecho de ser mujeres.

Te casas y tienes hijos, el árbol de la vida

Lo que no implique matrimonio y procrear, es un invento del demonio y de la soltería. A la vida hemos venido para crecer, ir a catequesis, hacer la comunión, seguir yendo a misa, salvaguardar la virginidad, conocer a un mozo apuesto, casarse con él sin tan siquiera saber si empotra bien y llevarse la sorpresa o el disgusto, clandestinamente, en la noche de bodas, y más adelante tener churumbeles, porque lo que más dignifica a la mujer es el gran don de la maternidad. La soltería se sigue viendo como un fracaso social y personal, aunque no dicen que sea mala, pero tampoco “tan buena” como pasar por el altar. El matrimonio ha de ser heterosexual, por supuesto, que el matrimonio homosexual está visto como algo aberrante, demoníaco y que provoca estrabismo a los ojos de Dios. No lo digo yo, lo dicen sus libros. Solo hay un camino viable para la mujer soltera, y es meterse a monja para servir al Señor, al igual que el hombre para difundir su palabra. La soltería es sinónimo de acabar corrompiéndote porque en soledad, las manos van al pan, y el camino debe ser ese matrimonio íntimo con Cristo que nunca acabará en divorcio porque, básicamente, no tienes papeles para ir a un abogado y decirle que te gestione la separación con esa persona que ni te conoce.

Sexo y anticonceptivos

El único fin del sexo para la Iglesia es la procreación con la mujer poniendo el bombo. Cualquier intención sexual recreativa es pecado, por lo que el condón no tiene cabida en su libro de la vida: la goma tiene una función anticonceptiva y con su uso se fomentan los comportamientos inmorales y la promiscuidad. No hay más que ver que en 2016 destituyeron a un canciller de la Orden de Malta, dedicada a actividades sociales y humanitarias, por repartir preservativos en varios países de África. Porque para la Iglesia es mucho más grave que la gente, indistintamente mujeres y hombres, coja afición a darle al fornicio con satisfacción y sin riesgos de contraer enfermedades de transmisión sexual, que morir por SIDA o la mujer embarazarse sin desearlo y sin opción a abortar, porque la profilaxis supone una blasfemia contra Dios. Muy bien, señores y chavalotes con sotana.

Machismo dentro de la propia Iglesia

Y es que ser mujer se lo pone más complicado a las propias mujeres que voluntariamente deciden entrar en la Iglesia. Ya el pasado 8 de marzo las monjas se sumaron a las reivindicaciones feministas en pro de la igualdad, contra la pobreza, violencia y machismo ejercido contra las mujeres dentro de esta institución, porque hasta ahora, las monjas vienen siendo en muchos casos las cocineras y esclavas del clero. El clero no ve bien a las mujeres de fuera de la casa del Señor, pero está claro que dentro, mucho menos.

Tiempos difíciles para ser lesbiana

La homosexualidad está tan mal vista en la Iglesia, que hasta sus altos mandos se inventan terapias y tratamientos para “curar” a las personas con orientaciones sexuales diferentes a la heterosexual, la única válida para esta institución religiosa. Tal es su obsesión por el tema, que hasta imparten cursos para reeducar la orientación sexual, como es el caso del obispado de Alcalá, famoso por estas formaciones de gran calado intelectual. Incluso la Conferencia Episcopal Española ha apoyado al obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plá, por esos cursos de “sanación espiritual” dirigidos a homosexuales que no quieran seguir por el mal camino de su corrupción sexual personal.

Prohibido el aborto: parirás sin desearlo

Uno de los puntos de vista más aberrantes de la iglesia es el referente al aborto. Ha quedado claro que ser mujer es sinónimo de máquina de procrear, pero la dignidad de la mujer queda a la altura del barro. Incluso en caso de sufrir un embarazo durante una violación, desde su visión, la mujer debe seguir adelante y tener a esa niña o niño indeseado. Como dijo el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, “el aborto es un genocidio femenino” y "el demonio ha metido un gol a la dignidad de la mujer" al defenderse el aborto en las reivindicaciones feministas. Pero frente a ellos y sus ideas medievales, son más las mujeres que siguen marcando la casilla por un aborto libre, seguro y gratuito.

Amén.

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