@BECARIA_
Todas las rupturas llevan a Madrid y @becaria_ tiene las pruebas.
Cuando acabas una relación de pareja puede ser de buen rollo y con un "hasta luego, adiós muy buenas y ya tomamos un café la semana que viene", aunque suele ser más habitual que no quieras ver a la otra parte ni en pintura, al menos durante una buena temporada y con un luto de por medio para limar emociones, asperezas y otros sentimientos venenosos que suelen pesar en la mochila. Que ya son ganas de complicarse, también te digo. Pero la vida sigue y, aunque no quieras encontrarte con tu ex, las calles, los museos y los bares siguen abiertos para que ambos podáis hacer uso de ellos desde vuestra libertad y, por ende, con la probabilidad de que la vida os vuelva a juntar en contra de vuestra voluntad en nuestra gran metrópoli española, capital del Reino y del Universo. Sí, todas las rupturas llevan a Madrid.
Encontronazo en el club swinger
Que después del disgusto de vuestra ruptura, ambos habéis decidido, cada uno por vuestro lado, acudir a fiestas “clandestinas” para conocer gente, curiosear otros cuartos oscuros y otros cuerpos. Acabáis coincidiendo en un local prohibido de intercambio de pareja y gente soltera con la melodía de "Papito" de Miguel Bosé en versión chill out para invitar a los cuerpos a rozarse y romper el hielo compartiendo antes la carta de enfermedades venéreas que la del menú en un restaurante cualquiera, y pensáis para vuestros adentros: "Mira que hay bares liberales en Madrid, y hemos ido a coincidir en el mismo".
Buscando la autoestima en la misma secta
Con la de sectas que hay vendiéndose como centros de superación y autonocimiento personal aderezados con clases de yoga, esencias para equilibrar la mente y el cuerpo, y con el bono premium del reiki, acabáis coincidiendo en un mismo antro de la calle Fuencarral con la intención de conocer gente nueva, nuevas formas de vida y otros hábitos, en un local anunciado como un herbolario y otras terapias alternativas, donde vais a recibir un taller de reflexoterapia y control emocional, un cosa de tocarse los pies con psicología. Un señor de pelo largo canoso os suelta un discurso sobre el bienestar, el incienso y la autosuperación psicoemocional con el masaje de pies de por medio, y os pide una señal de 70 € para las siguientes clases, pero gracias a que habéis coincidido tu ex y tú sin quererlo, os habéis convertido salvadores uno del otro, evitando vuestra aversión mutua que caigáis en una secta.
Desnortados en el mismo ALSA
Tú y tu ex sois más de pueblo que las amapolas, pero movidos por la campaña turística de la capital nacional, una grande, exclusiva y libre, organizáis cada uno por vuestro lado un fin de semana de museos, cafés de postureo para la foto en Instagram, paseos por el centro y cañitas. Con tal mala suerte que coincidís en el ALSA de camino a Madrid, pero ya no solo en el de la ida, sino también en el de la vuelta. Todos los caminos llevan a Madrid a nublarte la vista encontrándote con tu ex.
Museo de cera
Se llama “museo” porque había que llamarlo de alguna manera, pero muy mal tienes que estar llevando la ruptura para, después de bajar del ALSA, acabar pagando casi veinte euros en el Museo de Cera a modo de distracción mental y que, para rematar, te encuentres a tu ex en la cola y haciendo sombra por los pasillos. Mira que había centros de arte para escoger, y lo mejor que te ha pasado en Madrid es ver a una exposición de famosos inertes con cara de zombis.