El emotivo momento en que un niño paciente de cáncer se reúne con sus hermanos tras seis meses en el hospital
AMARNA MILLER EXPLICA LAS DIFICULTADES DE DEDICARSE A LA PORNOGRAFÍA
Siento mucho odio cada vez que alguien me dice que en el trabajo sexual se gana dinero fácilmente. En este artículo te explico las dificultades de dedicarte a la pornografía.
Me arden los oídos cada vez que escucho a alguien afirmar tajantemente lo sencillo que es ganar dinero cuando te dedicas al trabajo sexual. Como si esto fuese llegar y besar el santo. O “Abrir las piernas y recibir un cheque”, como me decía alguien en Twitter hace unos días.
Por esta razón, he decidido explicaros porqué ser actriz porno no es tan sencillo como puede parecer a primera vista y los motivos por los cuales el salario que ganas a través de la pornografía se aleja mucho de ser “dinero fácil”.
Si te estás planteando el dedicarte a este negocio, tal vez, deberías pensar más a fondo las consecuencias que acarrea el dedicar tu vida al cine X.
1.- Estigma social:
Ser actriz porno hará que sufras un estigma gigantesco durante el resto de tu vida. Es inevitable, porque la sociedad todavía piensa que ser trabajadora sexual es algo inherentemente malo. Una labor a la que solo pueden dedicarse las personas depravadas, las enfermas o las extremadamente necesitadas. Es un empleo humillante, degradante, vejatorio. ¿Quién querría ejercerlo en pleno uso de sus facultades?
Es muy posible que tu familia y amigos no quieran volver a saber nada de ti. Es probable que te cueste encontrar personas que quieran compartir tu vida sin juzgarte. Conocer gente nueva se convertirá en una duda eterna. ¿En qué momento está bien decir que te dedicas al porno? ¿Debes mentir, o decir la verdad? ¿Qué se supone que hay que contestar cuando te pregunten de forma casual en qué trabajas?
Las actitudes paternalistas serán tu pan de cada día y, prácticamente, todo el mundo dará por hecho que en algún momento del futuro te arrepentirás de tu decisión.
También te afectará a otros niveles. Por ejemplo, cuando intentes pedir un visado para un país donde la pornografía no esté bien considerada. Ni hablemos de alquilar piso. ¿Cómo vas a demostrar tu fuente de ingresos sin una nómina? Y si decides poner las cartas sobre la mesa, ¿cuántos caseros querrían dejar su piso en manos de una trabajadora sexual? Pocos. Muy pocos.
Abrir una cuenta en el banco o pedir créditos e hipotecas se vuelve un auténtico interrogatorio en el que por supuesto llevas todas las de perder. Tus únicas opciones serán mentir por defecto o resignarte a recibir miradas de reprobación.
Este trabajo supondrá una mancha en tu curriculum a la hora de aplicar a muchos otros empleos. A la gente no le gusta pensar que alguien que está desnudo en internet puede ser buena cuidando a niños pequeños. Yque no se te pase por la cabeza ser niñera, o profesora de primaria.
Eso no es todo. A cada segundo el mundo te recordará que te dedicas a algo que es moralmente censurable. Tendrás la letra escarlata grabada a fuego en tu frente durante el resto de tu vida.
La única actitud que se le permite a alguien que ha trabajado en esta industria es la de víctima arrepentida. Si estas orgullosa y te sientes empoderada se te etiquetará de burguesa y el mundo dará por hecho que has de tener tanto dinero que puedes soportar todos los inconvenientes que aparecen como resultado del estigma social.
Te sentirás vulnerable.
Te sentirás frustrada.
2.- Falta de protección legal
Seré breve en este punto porque he hablado sobre ello en muchas ocasiones. La mayoría de países tienen poca o ninguna regulación que reconozca el trabajo sexual como trabajo. Y aquellos regulados no han contado con la opinión de las trabajadoras sexuales para crear un marco legal.
Este es un caldo de cultivo ideal para que los ‘performers’ acaben desarrollando su empleo en condiciones precarias. Y por supuesto, los vacíos legales se convierten en una situación ideal para que las personas que quieren aprovecharse de la situación puedan hacerlo impunemente.
3.- Gestión emocional
Dedicarte a la pornografía implica exponer públicamente una parte de tu vida que es muy fácil de romper: la sexualidad. Tienes que tener muy claros tus límites, saber hasta donde quieres llegar y no forzarte a ti misma. Es mucho más fácil decirlo que hacerlo.
A veces serán las 8 de la mañana y no tendrás ganas de ser esa ‘femme fatale’ despampanante que el director espera. O a lo mejor te has pasado la noche discutiendo con tu novio y lo último que te apetece es tener sexo con alguien que acabas de conocer.
Tal vez, el actor con el que estás rodando se está portando como un auténtico gilipollas. Y ahí estás tú, intentando posar sexy, sonriente y guapa mientras intentas gestionar un mal día de trabajo.
En mi opinión, esta es probablemente una de las cosas más complicadas de dedicarte al trabajo sexual: saber controlar y gestionar tus emociones y encontrar la forma de disfrutar también en los días malos. Porque es la única forma de no romper tu sexualidad. No es sencillo. No penséis que es sencillo.
4.- Ingresos inestables
Como en cualquier trabajo donde vives de tu imagen, tu fuente de ingresos depende de tu condición física. Imagina lo que puede suponer el romperte una pierna, tener un accidente o padecer una enfermedad que modifique tu físico. Si por alguna razón tu cuerpo cambia, puedes quedarte sin ingresos de un día para otro.
Tampoco sabes en cuántos rodajes vas a participar. Un mes puedes grabar cuatro escenas y al siguiente, ninguna. Muy pocas actrices se dedican únicamente a la pornografía. La gran mayoría necesitan vender sus propios clips, hacer webcam o tener trabajos alternativos para poder llegar a fin de mes.
A esta miríada de empleos hay que sumarle la necesidad de crear una imagen de marca, que te posicione dentro del radar de las compañías de las que depende tu trabajo. Esto significa manejar a diario tus redes sociales, probablemente tener una web y buena presencia en internet. Has de crear una marca y mantenerla al día.
Podéis decir que el porno es un trabajo con el que ganar dinero rápidamente. Eso puede ser cierto. Quizás. Si tienes suerte, un buen agente, y estás en el lugar geográfico adecuado.
Pero es injusto hablar de “dinero fácil” cuando se hace un repaso objetivo a las consecuencias que las trabajadoras sexuales que se dedican a la pornografía acarrearán durante el resto de sus vidas.