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DE ESTY QUESADA, POPULAR YOUTUBER
Esty Quesada, la popular youtuber conocida como Soy una pringada, acaba de sacar un libro sobre su vida, FREAK. Pronto estrenará una serie en Flooxer.
Hace algunos años, estaba paseando por Malasaña cuando me topé con el siguiente mensaje: ‘Que tengas un buen día de buen rollo y felicidad’. Estaba escrito en una pared de la Corredera Baja de San Pablo, junto al dibujo de una tostada con ojos y una ancha sonrisa sin dientes. La tostada reía y esbozaba un abrazo, a pesar de que alguien le había echado encima un escupitajo que resbalaba por sus mejillas como un pegote de mermelada. Era lo ‘twee’, ya saben, el buenrrollismo que tiene su representación arquetípica en las tazas de Mr. Wonderful.
Estaba por todas partes. En esa misma calle del centro de Madrid, acababan de abrir un restaurante al que habían llamado ‘Bar Galleta’. Un poco más adelante, estaba la tienda de ropa ‘Lady Cacahuete’. En otro bar cercano, la contraseña del wifi era ‘tartadefresa’. Todo el asunto daba bastante repelús, pero no podía durar mucho.
Igual que los gremlins se transformaban en monstruos cuando se les mimaba en exceso, dándoles de cenar y bañándoles a deshora, era inevitable que a lo twee le saliesen también colmillos. Ningún organismo puede prolongar su existencia durante mucho tiempo en condiciones de felicidad absoluta sin volverse loco. Y ahí es cuando llegó Soy una pringada para cargarse a Mr Wonderful. Bendita sea por ello.
Soy una pringada (a.k.a. Esty Quesada) empezó a subir vídeos a youtube hace dos años. Por entonces era una chica anónima de Bilbao que hablaba de sus series y películas favoritas (ama el show de RuPaul por encima de todas las cosas) y de sus cuitas de joven marginada.
Según ella, era eso o suicidarse. En un vídeo, recuerdo que repasaba con mucha gracia un verano de pesadilla en un campamento al que tuvo que ir obligada por su colegio. En otro, dejaba en ridículo a distintos youtubers patrios. Todo con un humor negrísimo que algunas personas confunden con la crueldad.
Otras que han sufrido saben que es solo un acto de defensa. El humor negro tendrá siempre mala prensa, pero es porque no termina de entenderse que consigue algo tan noble como emparentar al dolor con la risa. Mr. Wonderful es más de encadenar y esconder al hijo deforme y loco en el sótano y pintar luego de color azul bebé la puerta.
Ahora Soy una pringada ha escrito un libro. Se titula FREAK, está editado por Hidroavión, y ha querido dedicárselo “A gordas, maricones y tullidos. A hijas de puta, bolleras y yonkis. A travestis, putas y suicidas”. A los que lo han pasado mal y se ríen con sus vídeos, vamos.
“En mi libro FREAK hablo de querer cortarme las tetas y coserme el coño, de mi padre muerto y de meterme coca con mi mejor amigo”, adelantaba la propia Esty hace unos días en su perfil de Instagram. “De cuando mi abuela amenazaba con suicidarse si la dejaba sola en casa y de cuando perdí la virginidad”. Y para muestra, el extracto que compartió con sus seguidores:
“Me puse a dibujar a mi puta familia. Puse unos cuantos monigotes hechos con desgana y odio. Caras neutras, ojos vacíos. Sin casa, sin sol, sin florecitas en el suelo. Nada. ¿Sabéis cuando en las pelis americanas de miedo siempre hay un niño raro que dibuja cosas aún más raras y al final la madre acaba hablando con la profesora del tema? Pues así, sin ningún fantasma de 1890 detrás. Sólo mi apatía por un mundo en el que siempre me quedaba en la puerta”.
Los que ayer se quedaron en la puerta, no obstante, fueron las decenas de fans de Soy una pringada que acudieron a la galería de Chueca en la que presentaba FREAK. La cola doblaba la esquina de la calle Conde de Xiquena con Bárbara de Braganza, y en el local, demasiado pequeño, no hubo suficiente espacio para todos. Yo mismo tuve que volverme a casa, pero me alegro del éxito de Esty.
El año pasado, fui a verla a un restaurante sudafricano del barrio de Chamberí dónde representaba un monólogo (han leído bien). Éramos solo unos pocos. Ahora Esty es famosa y pronto estrenará en Flooxer su propia serie de televisión. Su reto ahora es lograr esquivar la envidia y seguir resultando graciosa, porque Esty ya no es una pringada, o al menos no lo es más que la mayoría. A cambio, sí es más lista. También, ‘una fantasía’.