El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
¿Por qué la cultura pop está obsesionada con la lucha entre el bien y el mal?
Esto no es cuestión exclusiva de Star Wars, también se ve en Harry Potter, El Señor de los Anillos o X-Men… y en todo Disney. Los taquillazos tienen el mismo esquema: los buenos luchan contra los malos, y ambos bandos son claramente diferentes. Los buenos se mueven por ideales, por lo que es justo, y son inquebrantables. Y los malos están como una regadera, porque persiguen el mal solo porque no puede evitarlo. Y si les estirpas la maldad: no son nada.
Los cuentos populares no eran así
Pero no siempre fue así. De hecho, jamás fue así. Los cuento populares no hablan de personajes con valores férreos e inalterables, sino simplemente de personas que buscan lo que les pertenece, o lo que pretenden que les pertenezca. E incluso, ser el protagonista “bueno”, no fue anteriormente incompatible con tener una personalidad variable que pueda resultar más dañina incluso que el propio antagonista.
La Sirenita, la auténtica de Andersen, sólo pretendía enamorar al príncipe. Ella era la buena, pero era capaz incluso de embrujar vilmente al Príncipe, si era necesario, y de hacer naufragar su barco (con toda la tripulación desaparecida en el mar) si con eso conseguía llamar su atención. Cuando el Príncipe pasó de ella, la Sirenita pretendió vengarse. ¿Era buena? No. ¿Era peor que la bruja del mar? Tampoco...
Las historias de tradición oral jamás tuvieron como protagonista a un bueno con intenciones de moralizar o de defender el bien sin límites. En 'Los tres cerditos', ni los cerdos ni el lobo despliegan tácticas a las que el otro bando no se rebajaría. Solo se trata de quién cena primero, no el bien contra el mal.
La narrativa clásica
La situación es más compleja en epopeyas como La Ilíada, que tiene dos "equipos", y hay personajes que luchan con significados morales. Pero los equipos no representan el choque de dos conjuntos de valores de la misma manera que lo hacen los buenos y los malos modernos.
Ni Aquiles ni Héctor representan valores que el otro lado no puedan tolerar, ni están luchando para proteger al mundo del otro equipo. No simbolizan nada más que a sí mismos y, aunque hablan de guerra a menudo, nunca citan sus valores como la razón para luchar la buena batalla.
De Harry Potter a The Walking Dead
Pero hoy, los malos cambian de opinión y se hacen buenos exactamente de la misma manera en innumerables historias: El señor de los anillos, Buffy Cazavampiros (1997-2003) y en Harry Potter (1997-2007). Cuando un personaje malo tiene un cambio de corazón, siempre es un momento emotivo catártico, ya que lo que está en juego para ese personaje es perder la parte central de su identidad. Se desintegra, se hace volátil: desaparece, porque no es otra cosa, sin la maldad, su personalidad queda transparente.
Atentos a The Walking Dead. Los buenos, además, aceptan a todos los que quieran redimirse y colaboran con los ex-chicos malos. Los personajes indulgentes, sus malas acciones, son un clímax emocional en muchas historias de buenos y malos. Tenemos los malos que nos merecemos, lo suyo no es avaricia, no es ira: es sociopatía.