El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
Qué daño ha hecho ‘Cincuenta Sombras de Grey’
Nunca entenderé por qué algunos hombres relacionan el sufrimiento, la violencia y el insulto con intentar dar placer o excitar a las mujeres a través de las palabras.
Ocurrió en plenos preliminares. Llevábamos bastante sin vernos y nos cogimos con ganas. La cosa se puso intensa desde el principio, no mentiré. Normalmente no soy de las que hablan en la cama. Es decir, hablo por los codos fuera de ella, pero una vez en faena, de mi boca no suelen salir frases subidas de tono o guarras.
No sé por qué, pero creo que lo máximo que he llegado a decir en pleno coito es “ahí, ahí, no pares (queriendo cantar bingo cuando localizan el clítoris)” o como mucho un simple y escueto “fóllame”.
Sin embargo, he de decir que debajo de las sábanas me he encontrado con hombres que utilizan frases que me encantaría saber si son suyas o son sacadas de alguna película porno cuyos dobladores se pusieron hasta arriba de metanfetaminas ese día.
Así pues, y como os decía al inicio de este artículo, ahí estaba yo, debajo de ese hombre con el que llevo acostándome tres años y con el que me une cierto cariño (no es mi novio, solo nos vemos de Pascuas a Ramos), disfrutando de unos placenteros y juguetones preliminares cuando me susurró lo siguiente: “Te va a doler el chichi de lo duro que te voy a follar”.
¿Chichi en vez de coño?
Mi primera reacción fue quedarme callada. Lo cierto es que me hizo gracia ver cómo no le daba vergüenza decir que me iba a follar tan duro que me iba a doler, pero si se la daba decir chichi en vez de coño.
Si te tiras a la piscina, tírate en condiciones, que digo yo. Me resultó curioso que rebajase el tono violento y cruel de su frase recurriendo al sinónimo que utilizan los padres con sus hijas cuando son pequeñas. Vagina es demasiado formal y coño demasiado vulgar.
Opté por no devolverle el piropo y lanzar un pequeño gemido para que pensase que había dado en el clavo con ese comentario. Reforcé su papel de macho fornido que domina a su hembra solo para que de su boca no volviese a salir algo similar. Sin embargo, esa frase me hizo recordar otros muchos momentos en los que los hombres no saben, no pueden o no quieren excitar a las mujeres con frases que no impliquen dolor, sufrimiento o vejación.
¿Acaso voy a disfrutar más del sexo si al día siguiente mi chichi está dolorido? No. ¿No será más bien que él es el que sí se excita pensando en esa posibilidad? Ajá.
Reconozco que he tenido encuentros sexuales en los que me he sentido dolorida y no han sido nada, pero nada, placenteros. Aunque claro, mientras escribo estas palabras, me viene a la mente un recuerdo que me niego a reprimir aunque mi reputación quede en entredicho.
'Te voy a dar lo tuyo': ¿Qué es lo mío?
Sucedió durante la emisión de un reality show en 2009. Dos de los concursantes, se encontraban haciendo ‘edredonning’ cuando ella dijo con el micro puesto: “Me duele pero me gusta”. Ains, qué daño ha hecho la televisión…
Pero volvamos al mundo real. Hombres del mundo, no nos insultéis cuando estéis follando con nosotras. Porque sí, amigos, la línea que separa lo erótico del insulto (en la cama) es muy fina. Tanto como las sábanas.
Si quieres decirme que si me está gustando lo que me estás haciendo, no hace falta que termines con un “perra”. Y sí, quizá que la postura se llame “el perrito” no ayude, pero que yo sepa, de momento, no ladro. Igual que podrías desechar de una vez la expresión “te voy a dar lo tuyo”. Porque yo me sigo preguntando, “¿qué es lo mío”?
Quizá el mejor ejercicio para que nos demos cuenta de lo absurdo de todas estas expresiones es ponerlas en boca de una mujer. Yo no me imagino diciéndole a un tío “te voy a follar tan duro que te va a doler el pito”. Poesía pura, oye. O llamándole “perro” o diciéndole “te voy a dar lo tuyo y lo de tu primo”. Si quiero hacerme un trío con ellos ya se lo diré yo sin tanto rodeo.