El emotivo momento en que un niño paciente de cáncer se reúne con sus hermanos tras seis meses en el hospital
EL AUTOR DE 'LA BROMA INFINITA'
La reedición en España en La broma infinita y la publicación de Portátil (una recopilación de textos de ficción y no ficción) devuelven a la actualidad a David Foster Wallace, uno de los escritores más importantes y a la vez incomprendidos de su generación.
"Llevo tomando antidepresivos, no sé, un año ya, y supongo que me siento bastante cualificado para explicar cómo son." (De 'El planeta Trilafon y su ubicación respecto a Lo Malo'. DFW).
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Reconozco que llevaba más de 10 años sin leer a David Foster Wallace. Después de su muerte (su suicidio), en septiembre de 2008, no había vuelto a ninguno de sus libros, ni a los originales ni a los póstumos. Alguno, como Extinción (publicado en la preciosa e imprescindible colección 21, de De Bolsillo), aún tiene un señalador entre sus páginas que me recuerda que no pude, no quise, terminarlo. Los otros sí los leí con entusiasmo, pero un día, me cansé.
Ahora he regresado a David Foster Wallace y comprendo que, en literatura, 10 años son muchos. La excusa ha sido la reedición de La broma infinita y la publicación de Portátil, una recopilación de textos de ficción y no ficción que dan cuenta de por qué Foster Wallace fue uno de los autores más importantes de su generación.
En poco más de 600 páginas, Portátil no es solo una introducción a la literatura de DFW, sino que es suficiente para adentrarse en una obra que quizás no sea demasiado extensa (en número, no en páginas) pero sí lo bastante basta como para perderse en ella y nunca más regresar.
Y es que DFW, reconozcámoslo, no es fácil y, es cierto, puede resultar terriblemente aburrido. Dudo, aún así, que su trabajo solo pueda ser comprendido por las mentes más eruditas, y tampoco creo (como muchos alientan) que se trate de un ejercicio de presuntuosa intelectualidad. Pero sí es verdad que su mundo interior es tan complejo y se presenta tan poco filtrado, que cuesta desentrañarlo.
Decía que 10 años son muchos en literatura y lo son, para un escritor y, sobre todo, para un lector. Uno no siempre es el mismo, y a veces hace falta vivir para releer y encontrar nuevos matices en el discurso de un libro. Ahí es donde está DFW. Uno nunca será el mismo y aquel relato que leíste distraído, tampoco lo será.
Portátil comienza con 'El planeta Trilafon y su ubicación respecto a Lo Malo'. Da igual cuándo lo escribiese, en esas páginas se condensa la palabra de DFW más que en ninguna otra y esta siempre estará marcada por una cosa, la depresión.
La Depresión (o Lo Malo, el agujero negro, o la campana de cristal… pero no tristeza, ni melancolía ni aflicción), un evento que marca cada línea, cada movimiento, porque se convierte en TODO cuando uno la padece y empieza un tratamiento para su curación. Descubierto esto, da igual que DFW escriba sobre el revés de Federer o las actividades al aire libre de un crucero. Será volver a lo mismo, una y otra vez.
Su literatura se transforma entonces en generosidad. Lo que puede parecer que no es más que un egoísmo reflexivo que imprime su experiencia en cada objeto que toca, es en realidad la búsqueda de un por qué. Una disección clínica de la rabia, de la incomprensión (me siento solo y estoy rodeado de gente) a lo que se une, también, un amor manifiesto por la palabra y por la comunicación escrita, la más tímida y permanente forma de expresión.
Al final David Foster Wallace tiró la toalla en su intento, pero sus lectores no.