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LAS CONDICIONES PRECARIAS EN LA INDUSTRIA DEL PORNO

¿Qué es el porno ético y por qué lo necesitamos?

Las condiciones precarias y las injusticias son el pan nuestro de cada día en la industria pornográfica. ¿Cómo podemos suplir la falta de regulación? ¿Es posible hablar de ‘porno feminista’ en un negocio que ni siquiera cumple los mínimos?

Imagen no disponibleMontaje

Si por cada pregunta que me hacen sobre porno feminista me diesen medio euro, os prometo que a estas alturas de la fiesta sería millonaria. Es innegable que hablar sobre trabajo sexual está de moda.

Los debates siguen abiertos, el feminismo se divide en dos posiciones antagónicas y mientras esta batalla de discursos acapara titulares en los medios, el consumidor sigue sin tener ni idea de cómo funciona por dentro la industria del cine X.

Tal vez, la diferencia más reseñable que se ha dado durante esta lucha encarnizada que se lleva desarrollando durante años en las primeras filas del feminismo sea que ahora existen más cabezas visibles que hablen en primera persona de su experiencia dentro del trabajo sexual.

Maria Riot y Natalia Ferrari en España, Vex Ashley y Stoya si miramos más allá de nuestras fronteras. Yo misma, si me dais la libertad de incluirme en mi propio artículo, soy un ejemplo de ello.

En este panorama de información sesgada y poco objetiva, los documentales se empeñan en mostrarnos la cara más sórdida de la industria. Las actrices que se arrepienten de decisiones pasadas, aquellas que no pueden soportar el estigma, las condiciones de trabajo precarias, los abusos y en general todas las problemáticas que surgen como consecuencia de trabajar en un negocio que está muy poco o nada regulado. Una industria que sigue estando en la sombra.

En el lado opuesto del campo de batalla vislumbramos al orquestado rival del porno mainstream. Sí, me refiero a ese ‘porno feminista’ del que todo el mundo habla y que a mi parecer se está convirtiendo más en una etiqueta de marketing que en un producto que intente objetar lo hegemónico.

De hecho, siendo sincera y hablando con el corazón en la mano, a veces incluso me pregunto si este porno ‘feminista’ que ha dado pie a tantas discusiones es siquiera posible dentro del contexto en el cual nos encontramos en estos momentos.

Es decir, un sistema capitalista basado en la ley de la oferta y la demanda donde la mayoría de las veces el consumidor no tiene ganas de cuestionarse el porqué se siente atraído hacia ciertas cosas, y no otras.

¿Es posible crear contenido sin estar supeditado a los requerimientos del mercado? Un negocio donde la falta de regulación hace que las personas que nos dedicamos a ello estemos en unas condiciones laborales absolutamente deplorables. Una industria donde el estigma al que te enfrentas es tan grande que tendrás la etiqueta de ‘he sido actriz porno’ grabada a fuego en tu frente durante el resto de tu vida.

Es obvio que el debate a favor y en contra del trabajo sexual lleva atascado bastantes años, pero no podemos olvidar que mientras esta disputa ideológica (¿podemos derribar el patriarcado a través del trabajo sexual, o solo lo conseguiremos aboliéndolo?) sigue desarrollándose, somos muchos y muchas los que clamamos por salir de la precariedad.

Y por ese mismo motivo, he decidido que mis charlas, debates y artículos que hablen sobre este tema girarán en torno al concepto de pornografía ética, no feminista.

Porque hablar de conducir un Ferrari sin habernos siquiera sacado el carnet de conducir, no tiene pies ni cabeza. Porque hablar de porno feminista cuando no tenemos un salario mínimo, jornadas de trabajo establecidas ni contratos que no sean repugnantemente abusivos, no tiene ningún sentido.

Cuál es la definición de porno ético

Algunos de vosotros os estaréis diciendo ‘muy bien, pero ¿qué es exactamente esto del porno ético?’. A mí, me gusta utilizar una definición que no es mía, sino de una escritora y educadora sexual norteamericana llamada Tristán Taormino.

Ella afirma que en el porno ético los actores y actrices son tratados con respeto y en igualdad de condiciones, su trabajo es remunerado de forma justa, su seguridad, consentimiento y bienestar son puntos clave a la hora de establecer la grabación y su trabajo es valorado.

Sencillo, ¿verdad? ¿No son estas las condiciones mínimas que requerimos en absolutamente cualquier trabajo?

Os habréis dado cuenta de que esta definición habla de lo que pasa detrás de las cámaras y no lo que sucede delante de ellas. De hecho, me gustaría hacer una analogía para poder explicar mejor el concepto que quiero recalcar: dentro de la industria alimentaria usamos la etiqueta

‘Comercio justo’ para saber que el producto que estamos consumiendo ha sido creado en circunstancias que son favorables para los trabajadores. Si tomamos esta misma idea y la adaptamos a la pornografía, entenderemos que el porno ético lo único que busca son unas condiciones dignas para las personas que se dedican a ello.

Una vez alcancemos estos requisitos mínimos el debate sobre lo representado en pantalla tiene que ser el siguiente objetivo en nuestra diana. Pero mientras tanto, recordemos que somos muchos los que sufrimos las consecuencias de la falta de regulación.

En el estado actual de la industria si una compañía no respeta nuestros derechos nos encontraremos en situaciones sin salida, donde no podemos reclamar. Es de lógica Viridiana entender que la república bananera que es ahora mismo la industria pornográfica es un caldo de cultivo extremadamente propicio para que situaciones abusivas queden impunes.

Condiciones precarias

No tenemos manera de reclamar ante las injusticias, y la falta de regulación y el estigma nos impiden buscar ayuda fuera de la industria. Estamos en una situación sin salida. Os estaréis preguntando a qué me refiero exactamente cuando digo ‘condiciones precarias’.

Hablo de contratos en los que cedes tus derechos de imagen a perpetuidad y permitiendo la reventa a terceros. Los mismos contratos que permiten a la compañía cambiar tu nombre, tu biografía, tu edad e incluso tu raza. Escenas en las que no conoces quien será tu compañero de rodaje hasta el mismo día de la grabación. Agentes y representantes que intentan prostituirte.

Hablo de trabajar durante muchísimo más de ocho horas sin cobrar horas extras, ni nocturnidad. Hablo de no tener baño, agua ni comida durante un rodaje. Trabajar a temperaturas bajo cero sin un calefactor.

Estés o no a favor del porno y te parezca bien o mal que seamos muchos los que nos dedicamos a esto, piensa que como mínimo necesitamos unas condiciones dignas donde poder desarrollar nuestra actividad laboral. Mientras seguís discutiendo, nosotros sufrimos. No os olvidéis de ello.

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