El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
HARRY POTTER
Un 26 de junio de 1997 se publicaba ‘Harry Potter y la piedra filosofal’, una novela de fantasía escrita por la autora británica J. K. Rowling. Era su debut y la primera de una serie de siete libros que siguen a Harry Potter, un joven mago que descubre su herencia mágica en su undécimo cumpleaños, cuando recibe una carta de aceptación a la escuela de magia y hechicería de Hogwarts.
El legado de la obra se transformó en ocho películas que se siguieron produciendo hasta el capítulo final ‘Harry Potter y las reliquias de la muerte parte 2’ en el año 2010. Una saga que duró, entre publicación de libros y películas, 13 años. Más de una década de reinado continuo en librerías y salas de cine.
Es fácil entender que con un espectro tan amplio de publicación haya habido tiempo para enganchar a más de una generación. Aunque, los que han crecido con él, son (pongámosle la etiqueta para no usar otra vez Millenials), la verdadera generación Potter, un rango de niños que probablemente vieron la primera película en el año 2001 y siguieron adelante con el resto en la edad perfecta. Ponga que los niños que la vieron en su día fueran como Harry, es decir, unos 10, 11 o 12 años.
Pues todos aquellos pequeños tienen hoy 28, 29 o están a punto de llegar a los 30. Una edad más que de sobra para incluso tener hijos (en muchos países incluso llegan tarde). Pero lo más llamativo es que los chavales que nacieron por esa época, están haciéndose hoy mayores de edad. Es decir, aunque muchos estén asimilando el legado de la E.G.B, Spielberg, Amblin y el revival ochentero que no cesa, lo cierto es que el mundo de Slytherins y Gryffindors ya es añejo, ya trae recuerdos y pone carnes de gallina aunque a muchos les resulte extraño.
Parte de esa sensación de desorientación es la idea de que el cordón umbilical con la experiencia original no ha acabado de soltarse, como si muchos aún estuvieran asimilando todavía la gran batalla final y la muerte de Voldemort. Esa idea resuena y sigue en activo, naturalmente, por los movimientos comerciales que están llevando de forma bastante agresiva.
Exposiciones de Harry Potter callejeras, exposiciones pagando, maratones, actividades, viajes a la ruta de localizaciones, obras de teatro, reediciones de lujo de los libros… aunque creas que el universo de Rowling no tiene alma para tanto, ya se encarga el aparato comercial de Warner y Scholastic en hacer que lo parezca.
Cuando el fin de la saga dejó un hueco vital a los millones de fans de todo el mundo, el movimiento comercial inmediato fue crear una precuela en forma de películas. Si la estrategia Disney de sacar un spin-off cada año junto a una nueva trilogía ‘Star Wars’ dejaba ver el plumero de sus intenciones, como en Warner no tenían ninguna novela más que adaptar trataron de aferrarse a un pequeño libro de ilustraciones, ‘Animales fantásticos y dónde encontrarlos’, para desarrollar una saga de hasta cinco películas.
Eso sí, que contarían con guiones de la propia J. K. Rowling. Por supuesto, los fans de la saga original iban a ir al cine pero, a pesar de los números, basta verlas para comprobar la falta de carisma de sus personajes y lo hueco que resulta su visionado. Películas sin alma que tratan de recrear las sensaciones del viaje original con un desarrollo de hechos mencionados en las novelas de pasada que incluso rompen la lógica hasta de la cronología.
Por ello, las nuevas películas no van a generar nuevos fans, ni van consolidar a los que ya lo son. Desde luego van a validar su devoción, pero lo que realmente une a los Potterheads es que incluso siendo una saga vendida en tomos de papel, ha redefinido la comprensión e interacción con el fandom en la red.
A medida que la serie creció durante la era de explosión de Internet, la generación de aficionados de la obra de Rowling se modeló en gran medida por su relación con varios foros y portales. La prueba es que hay una gran cantidad de videos relativos a Potter en YouTube, con canales de análisis de todas clases, incluso uno que hace pequeñas recreaciones con marionetas de la saga que tiene medio millón de seguidores.
Musicales de Harry Potter con 14 millones de visitas…
Parodias de ‘Uptown Funk’ de Bruno Mars con Voldemort cantando que se hacen virales…
El fenómeno se perpetúa y retroalimenta en la era de la comunicación con la interacción con la propia autora a través de tweets. La cuenta de J.K. Rowling va dando pistas y aclarando temas, juntando su sentencia sobre la sexualidad de Dumbledore con sus opiniones personales sobre la independencia de Escocia o el Brexit. No les extrañe si acaba de primera ministra.
Un submundo de blogs, gifs de respuesta con bromas internas webs, llenas de teorías de fans, fan fiction gay entre Harry y Draco y hasta los tatuajes de Harry Potter más tristes que se puedan imaginar aparecen en decenas de perfiles de Tumblr.
Para muchos, todo es una celebración de su propia infancia. Un recuerdo de los años que pasaron conectándose con un mundo de alquimia y aventuras esperando un nuevo tomo que continuara la intrincada historia que podía hacer olvidar los problemas de la vida, y donde el bien sí que triunfa sobre el mal. Cuando el arte echa gasolina sobre los propios ideales, cuando el escapismo es realmente efectivo y necesario, cuando el cerebro aún no se ha empezado a encoger y drenar de imaginación.
Conexiones generacionales irrepetibles que una nueva serie de cinco películas sin inspiración tan solo va a ayudar a fortalecer y crear el abismo entre aquellos libros y películas y la desesperada operación multimillonaria para replicarlo. Los fans de Harry Potter aún añoran la magia, su magia, la que presenciaron en la edad en la que el mundo aún permite creer en ella.