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El último reto de las pelis románticas

Quererse es mucho más fácil cuando tienes dinero para llegar a fin de mes

Fenómenos como 'Con amor, Simon', 'A todos los chicos de los que me enamoré' y 'Crazy Rich Asians' demuestran que el género romántico puede ser político y diverso, pero, ¿dónde están los amantes con problemas para llegar a fin de mes? Repasamos algunas películas que han mostrado la cara menos amable (más pobre, más fea, más trágica) del amor. Puede que por eso no haya muchas más que lo hagan…

La la LandAgencias

Hace unos meses, un amigo y yo terminamos de casualidad en el cine Doré de Madrid, sede de la Filmoteca Española, viendo de casualidad una película francesa que no conocíamos. 'Milla', de 2017, de la directora Valérie Massadian, narra la historia de dos adolescentes que huyen de la protección de sus familias para vivir su amor.

Eso los lleva a encadenar trabajos malpagados, a vivir en una casa abandonada, y todo empeora cuando Milla se queda embarazada. E irán a peor… Aún con el mal cuerpo, semanas después decidimos darle la oportunidad a 'Hermosa juventud', en la sala Berlanga.

La película española, de Jaime Rosales, contaba un amor similar: Natalia y Carlos son muy jóvenes, pero las oportunidades laborales en la España de la crisis son inexistentes, y eso los pondrá en situaciones muy tristes que seguro que no han esperado vivir.

De aquellos dos visionados sacamos una reflexión común: para quererse, o más bien, para que el amor triunfe, hay que tener dinero. Vale, tal vez es una reducción exagerada, pero hay algo de cierto: si en una película romántica entra en juego el componente político de clase, hazte a la idea de lo peor.

De todo esto me acordé hace unos días, cuando leí un reportaje de 'Digital Spy' en el que reprobaban a las comedias románticas la ausencia de realismo social. El portal británico apuntaba algunos argumentos interesantes: en plena era de la reivindicación de la diversidad, con ficciones fenómeno como 'Con amor, Simon', sobre un adolescente gay que quiere salir del armario, o 'Crazy Rich Asians' y 'A todos los chicos de los que me enamoré', un importante empujón para la representación del colectivo asiático, la política es la identidad.

La evolución de la carrera de Ryan Gosling | seestrena.com

El amor de los pobres es más feo y más trágico

Pero, la identidad también es el hogar donde nacemos, el barrio donde nos criamos, nuestro entorno económico, social y cultural, ¿verdad? Está claro que la lucha de 'Con amor, Simon', 'A todos los chicos de los que me enamoré' y 'Crazy Rich Asians' es otra, pero sí nos llevan a pensar que en las películas románticas con gente pobre, el amor es más feo y más trágico, y entonces vende menos.

¿El dinero no da la felicidad? Quizá no, pero ayuda mucho. Esto no quiere decir que en los dramas sociales los protagonistas no tengan libertad de decisión solo por el hecho de tener problemas para llegar a fin de mes. Es todo mucho más sutil, como en la vida real. Nacer en familias con recursos económicos limitados empuja a muchas personas a vivir en vecindarios marginales, a refugiarse incluso en actividades delictivas o en adicciones.

Películas recientes como 'Milla', 'Hermosa juventud', 'Blue Valentine' (la icónica cinta con Ryan Gosling y Michelle Williams) o 'La vida de Adèle' (la sensación que nos descubrió a las geniales Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux) reflejan cómo el entorno socioeconómico dibuja nuestras relaciones amorosas.

La diferencia que surge cuando uno de sus miembros pertenece a uno y el otro a otro también pincela las expectativas, las ambiciones. 'Moonlight', ganadora del Oscar de hace un par de años, es un ejemplo bonito. La producción de Barry Jenkins va más allá de lo que entendemos como género romántico, pero hay en ella una historia de atracción contada a través de los años.

Chiron es un joven gay negro cuya vida está marcada por la marginalidad y el 'bullying'; su improbable conexión con Kevin también lo estará, de formas muy agridulces.

Moonlight | Agencias

'La La Land' y el componente generacional

En algunas de estas películas también hay un ingrediente muy generacional, y en este punto es difícil no recurrir a 'La La Land'. Vale, la cinta de Damien Chazelle no es precisamente política, pero habla de dos jóvenes, Mia y Sebastian, actriz y músico, frustrados por las dificultades a las que se enfrentan a la hora de cumplir su sueño.

Aparte de sus aciertos musicales (recuerda el fenómeno a su alrededor, y que estuvo a punto de llevarse el Oscar; culpad a 'Moonlight'), lo mejor de 'La La Land' es su reflexión sobre el amor en una era de desilusión colectiva, y en eso los millennials tienen mucho que decir.

Es más (CUIDADO: SPOILERS), la relación entre sus protagonistas fluctuará con sus ambiciones y sus desencuentros vocacionales, tanto que será una oportunidad estelar lo que terminará con ella (FIN DEL SPOILER). ¿Un cuento admonitorio?

Algo similar en el apartado generacional, con especial atención en lo político, lo económico, lo sociocultural, es lo que abordan las españolas 'Hermosa juventud', de la que hablamos antes, y '10.000 kilómetros', que llamó la atención de la crítica internacional, sobre la relación de una joven pareja a distancia.

El protagonismo lo recibe la emigración. Sobre ello reflexionó también la estadounidense 'Como locos', de 2011, sobre dos estudiantes empujados a vivir separados por la burocracia norteamericana.

En un escenario social en el que todavía pagamos el colapso económico de la última década, las expectativas románticas no son tal vez la gran inquietud de los jóvenes, pero está claro que eso de que el amor no entiende de clases ha perdido todo su sentido.

Quererse, como todo lo demás en la vida, es mucho más fácil cuando tienes dinero.

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